Crónica del Jueves 4/10/2018

Películas vistas: Ghost Stories, Clara y Suspiria




Arranca la 51 edición del Festival de Sitges manteniendo todo el empuje y apoyo de público que viene siendo habitual en los últimos años. En esta edición se conmemorará el 50 aniversario de uno de los títulos clave de la ciencia-ficción: 2001: Una Odisea en el Espacio; una película que logró hacer llegar al gran público que era posible realizar cine de género artístico y trascendente. Muchas de sus escenas han pasado al imaginario popular y a la historia del cine. El Festival ha decidido, en mi opinión muy acertadamente, programar su proyección en la Gala de Clausura del evento. No pienso perderme esta ocasión de poder ver la película en la pantalla del Auditori.

En esta edición el Festival contará con invitados muy ilustres: Peter Weir, Ed Harris, Nicolas Cage (que presenta la muy esperada Mandy), Tilda Swinton y M.Night Shyamalan recibirán el Gran Premio Honorífic del Festival. Weir y Harris presidirán el pase de El Show de Truman, una de sus películas más relevantes. Tilda Swinton presentará el remake de Suspiria, mientras que el director norteamericano ofrecerá un avance su nuevo trabajo, Glass. Pam Grier, Josie Ho y Ron Perlman (que aparece en Asher, uno de los títulos destacados de la sección Órbita) recibirán el Premio Màquina del Temps, mientras que Traci Lords y Helga Liné tendrán el Premio Maria Honorífica y el Premio Nosferatu respectivamente.

En la Sección Oficial de este año presentarán sus últimos trabajos directores tan destacados como Lars Von Trier, David Robert Mitchell, Gaspar Noé, Agnieszka Smoczynska, Gareth Evans, Claire Denis o Lee Chang-dong. Pero aparte de esto, las más de 200 películas que se proyectarán en diez días ofrecen un abanico muy amplio de géneros. Destaca la potencia de la sección dedicada al cine de animación Anima’t, con títulos como Mira, de Mamoru Hosoda.

Aparte del cine, el Festival se va orientando más año a año la sección dedicada a las series de televisión, Serial Sitges. También mantiene el espacio dedicado a la realidad virtual en el Centre Cultural Miramar y el Sitges Hub, un espacio dedicado a la industria y el mercado cinematográfico.

Yo empiezo el Festival viendo la película británica Ghost Stories, de Jeremy Dyson y Andy Nyman en el Casino Prado. La película se basa en una obra teatral que bebe de la tradición de cine de terror inglés. El protagonista de la película es un profesor universitario (interpretado por Andy Nyman) que tiene un programa de televisión donde se dedica a destapar estafadores que utilizan el dolor de la gente en provecho propio usando supuestos fenómenos paranormales para contactar a familiares difuntos. Cuando es contactado por Charles Cameron, su ídolo de juventud, un hombre que se dedicaba a lo mismo que él y del que no se ha sabido nada en muchos años, acude ansioso a la cita. Pero se encuentra a un anciano que vive recluso en un mísero bungalow y que parece haber dejado de lado su escepticismo. Por este motivo reta al profesor a que explique científicamente tres casos que él mismo no ha logrado desentrañar.

Tras una bella introducción donde a través de videos y fotos familiares se muestran momentos de la infancia y la juventud del protagonista, se salta al presente, donde se le introduce, ya mayor y con una vocación clara que le impulsa a investigar los casos que le presenta su antiguo ídolo. De este modo, la película se transforma en un ómnibus de terror donde se cuentan tres historias de fantasmas, que a la postre van revelando más detalles del pasado que atormenta al protagonista. Un pasado que le pasará factura en un final en la que la historia da un giro inesperado.

La película cuenta con unas interpretaciones espléndidas de todo su reparto; me gustó particularmente Alex Lawther en su retrato de un joven traumatizado por la experiencia vivida en el bosque. Otro de sus méritos está en que en ningún momento se tiene la sensación de estar viendo teatro en el cine; la puesta en escena es muy buena. Newman y Dyson demuestran conocer muy bien el género de terror, mostrando influencias diversas a través de tres segmentos muy diferenciados. Me gustó mucho la fotografía de Robert Muratore, clave para crear estas ambientaciones distintas y brillante en la iluminación de la primera historia.

En conjunto Ghost Stories me ha divertido y me ha parecido una buena película. Su tono ligero, con toques de humor sutiles, el ingenio de la puesta en escena, el buen ritmo narrativo y las interpretaciones impiden un minuto de aburrimiento. La única pega es que precisamente esa ligereza y lo inverosímil de su final le impiden dejar más calado; se ve muy bien, pero quizá también se olvide rápidamente. Con todo, me ha parecido un buen inicio de Festival.

Continuo mi día viendo la cinta de ciencia-ficción canadiense Clara, de Akash Sherman en la sala Tramuntana. La película es una historia sentimental y emotiva que tiene como tema central la búsqueda de vida alienígena. La película tiene como protagonistas a un astrofísico, el Dr Isaac Bruno (Patrick J. Adams) y a su ayudante de investigación, Clara (Troian Bellisario). Bruno está pasando por un mal momento personal y profesional; la universidad donde enseña e investiga le ha pedido que se tome un tiempo libre. Pero la NASA acaba de lanzar un nuevo telescopio espacial, el más potente hasta la fecha, y compartirá los datos que va recoja con toda la comunidad científica. Buscan planetas parecidos a la Tierra, los que se consideran más probables para albergar vida. La cantidad de datos es ingente, por eso es importante que colabore el máximo número de equipos. Obsesionado con la búsqueda, Bruno decide contratar a un ayudante sin salario; sólo le puede ofrecer alojamiento en la habitación extra de su piso. Por eso no es extraño que no haya cola de solicitantes a su puerta para el puesto. Sólo se presenta Clara (Troian Bellisario), una chica sin formación científica pero tan fascinada como él en la búsqueda de vida alienígena. Clara es su polo opuesto: mientras él es racional, científico y agnóstico, ella es espiritual, convencida de la existencia de un más allá, de que no todo puede haber aparecido al azar. Pero a pesar de eso, conectarán y descubrirán algo fantástico.

Como película me ha parecido correcta aunque no destacable. Los actores encarnan bien sus roles; Troian Bellisario demuestra tener mucha presencia escénica, la dirección es compentente y la banda sonora acompaña muy bien a la imagen. La construcción de los personajes es muy desigual; el profesor Bruno está bien dibujado; un personaje obsesionado con su búsqueda para compensar su pérdida y huir de su depresión. Clara es un personaje más plano, en algunos momentos parece servir sólo como instrumento de la evolución personal del protagonista. La relación sentimental entre ellos, aunque en algunos momentos está bellamente retratada, en otros parece que le falte algo de definición.

El punto más flojo, con independencia del punto de vista que toma, es su tramo final, donde el melodrama, sumado a algunas decisiones sobre el desenlace provocan un cierto sonrojo; en la sala se escuchó alguna carcajada en el momento de máxima carga emocional. A pesar de eso, Clara es una película que se deja ver y puede generar debates interesantes, aunque no me ha dejado con ganas de seguir a su director.

Termino el día en el Auditori para ver la nueva versión de Suspiria, el clásico de Dario Argento que ha dirigido Luca Guadagnino. La acción de la nueva Suspiria se traslada al Berlín de 1977, separado en dos por el Muro y durante la crisis de rehenes provocada por integrantes del grupo RAF (Fracción del Ejército Rojo), que secuestró un avión lleno de pasajeros que acabó siendo liberado de forma violenta en Uganda. La película arranca con la joven Patricia (Chloë Grace Moretz) cruzando una manifestación en medio de un aguacero para ver a su anciano psiquiatra, el doctor Klemperer (una irreconocible Tilda Swinton). Patricia es una bailarina en una compañía de danza moderna compuesta íntegramente por mujeres. Casi todas las bailarinas y el personal de la compañía viven en un gran edificio tocando al Muro. Le cuenta a su psiquiatra que sospecha que las mujeres mayores que dirigen la compañía son brujas que pretenden usarla para algún tipo de ceremonia y sale corriendo de la consulta. Poco después se la da por desaparecida, y dada su simpatía por los grupos políticos radicales, se sospecha que haya pasado a la clandestinidad.

En el mismo momento que sucede esto, Susie Bannion (Dakota Johnson), una joven estadounidense de Ohio, se incorpora a la compañía. Susie proviene de una familia profundamente religiosa que vive en una granja, con lo que el cambio a Berlín le supone un shock. Pero también posee un entusiasmo enorme y una gran conexión con el estilo de danza de la compañía. Pronto atraerá la atención de Madame Blanc (Tilda Swinton), la directora creativa, que la incorporará como bailarina principal de uno de sus espectáculos, Volk.

No me cabe duda de la admiración y el respeto de Luca Guadagnino por el material original, hasta el punto que ambas películas comparten una estructura narrativa parecida y prefieren la narración en imágenes a los diálogos. En la Suspiria actual el argumento es algo más complejo; su personajes son más ricos y más ambiguos. La danza tiene un rol fundamental en la narración; es a la vez vehículo de la magia y expresión de arte. Un arte revolucionario, que tal como comenta el personaje de Tilda Swinton, ya no puede ser bello; debe romperle la nariz a todo lo bello que contenga. Las coreografías son excelentes, así como la forma en la que están rodadas. También refleja el momento del tiempo en el que se ambienta la trama; las imágenes del secuestro del avión en televisores se van intercalando con la narración de la película. También se muestran momentos de conexión con el pasado traumático de la Alemania de después de la Segunda Guerra Mundial a través de los remordimientos e inquietudes del profesor Klemperer.

Visualmente Luca Guadagnino ha cambiado la paleta de colores saturados y primarios de la película original por colores mucho más apagados, en un Berlín gris permanentemente azotado por la lluvia. Sólo vuelve a los tonos intensos en el grand finale de la película, un auténtico festival rojo sangre. Personalmente me parece una decisión muy acertada; hay cosas que sólo funcionan una vez. La fotografía de Sayombhu Mukdeeprom es espléndida y le da personalidad propia a la película. Como siempre, la dirección de Luca Guadagnino es elegante, algunas de sus escenas, especialmente las relacionadas con la danza, me han parecido memorables. La banda sonora de Tom Yorke, el líder del grupo Radiohead, se distancia de la genial banda sonora de Goblin. Yorke ha optado por silencios, percusiones y respiraciones inquietantes que también funcionan muy bien, aunque de forma distinta. También ha compuesto un par de canciones al piano tan bellas como tristes.

En conjunto creo que Suspiria es una película excelente; a pesar de tener algunos problemas de ritmo y sobrarle algunos minutos la película es un ejercicio de cine bello y fascinante. Como la película original, esta entra por los sentidos, a pesar de tener una trama algo más elaborada, su fuerza reside en las imágenes, el sonido y su visceralidad. También tiene el enorme handicap de ser un remake; es inevitable compararla con la película de Dario Argento. Y calidad aparte, la Suspiria de Dario Argento llegó primero, es el producto original. Con todo, creo que merece la pena verla porque en cierto sentido complementa a su predecesora, la reinterpreta en otra clave que también es personal y artísticamente meritoria.

(c) 2018 Jordi Flotats

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Subido por Jordi Flotats con fecha 10/10/2018 06:48:56