Crónica del primer día del Festival. Películas vistas: The Witch y Ryuzo and his Seven Henchmen
Arranca la 48 edición del Festival Internacional de Cinema de Catalunya Sitges 2015, una edición que aspira a continuar batiendo récords de asistencia y venta de entradas. Este año se proyectarán 169 películas, unas treinta menos que en la pasada edición, pero se añade una sala nueva, la Tramuntana, aumentando el número de sesiones a 375. La sala Tramuntana, ya usada en la edición de 2008, ha sido acondicionada como cine de una forma mucho más adecuada que en esa ocasión. Aunque no es una solución ideal, me parece una muy buena forma de poder aumentar el número de pases de las películas. Aunque no depende del Festival, me parece urgente la renovación del patio de butacas del cine Retiro, la sala con más solera y mejor ambiente, porque su estado empieza a resultar lamentable.
En su gala de inauguración, el Festival ha concedido el premio Màquina del Temps al director danés Nicolas Winding Refn por su brillante trayectoria. Refn posee una filmografía singular, con títulos como Valhalla Rising, Bronson, Drive o Only God Forgives. El director se ha mostrado contento por recibir un premio que ha comentado que no sólo celebra los trabajos pasados sino que anima a crear nuevas obras.
La película inaugural ha sido The Witch, de Robert Eggers, una película ambientada en la Nueva Inglaterra del siglo XVII. Eggers, presente en el Festival junto a la joven actriz Anya Taylor-Joy, ha manifestado su amor por los cuentos de hadas sin conclusiones morales. La gala ha finalizado con la proyección del corto Consumo reponsable (Nivel 7), dirigido por Santiago Segura. El corto se integra en el proyecto Cinergía, dedicado a explicar a través del cine medidas de eficiencia energética.
Yo empiezo el Festival con el pase matinal de The Witch, de Robert Eggers. La película tiene lugar en la Nueva Inglaterra de 1630. Allí, el padre de una familia de inmigrantes ingleses puritanos decide dejar el asentamiento en el que viven por desavinencias con la iglesia del lugar. La familia, con cinco hijos, se instala en el claro de un bosque a varios días del pueblo y monta allí una granja. Pero en el bosque habita algo maléfico y pronto empiezan a pasar cosas malas; la cosecha no prospera; los animales se comportan de forma extraña y el bebé de la familia desaparece sin dejar rastro. Todos estos hechos empiezan a cobrarse factura en la familia, que poco a poco va cediendo al miedo y a la desconfianza, hasta el punto de empezar a sospechar que Thomasin, la hija mayor, es una bruja.
The Witch es una película con una atmósfera densa, pesada y ominosa. La ambientación es soberbia, con unos diálogos que reproducen el inglés que se hablaba en la época y que incluso contienen descripciones y frases presentes en los juicios por brujería que se celebraron en la zona en esa época. Todo nos traslada a la Norteamérica de los pioneros; el lenguaje, el vestuario, las edificaciones y las herramientas. La fotografía me pareció magistral, usando iluminación natural y dando a los colores un tono gris-verdoso que enfatiza el ambiente opresivo de la película. Los actores están fantásticos, en especial La dirección de Eggers, premiada en el festival de Sundance, es fantástica; administra perfectamente el ritmo y la tensión hasta el crescendo final. Los actores están muy bien elegidos; todos resultan naturales y creíbles, destacando especialmente Ralph Ineson en su papel de patriarca y Anya Taylor-Joy, la hija mayor de la familia.
El guion, del propio Eggers, para mi gusto tiene aciertos y fallos. En el apartado de los aciertos está crear una dinámica familiar creíble y en humanizar unos personajes cuyas radicales creencias religiosas hacen que me resulten algo difíciles de entender. En el apartado de los errores está el alargarse un poco demasiado y no crear tramas secundarias que añadan algo más de interés al conjunto. La música de Mark Korven, atonal y ominosa, me pareció muy interesante, pero su uso desde el principio de la película resta incertidumbre al espectador, desde el minuto cero sabemos que algo va a salir muy mal.
Globalmente The Witch me ha gustado pero no entusiasmado, es sin duda una muy buena película en casi todos los posibles apartados pero en su historia me ha faltado algo más de chispa, de interés, para que me parezca una gran película. Puede verse la crítica completa AQUÍ .
Termino mi primer día en el Festival viendo Ryuzo and his Seven Henchmen (sección Noves Visions One), de Takeshi Kitano en el Casino Prado. Kitano vuelve al cine tras dos años y medio de descanso con una comedia de yakuzas bastante alejada del tono más serio de sus últimas producciones. El protagonista de la película es Ryuzo Takahashi, un señor de 70 años que vive con su hijo y su nuera y que se siente un estorbo. Lejos han quedado los tiempos en que le llamaban Ryuzo el Demonio y era un respetado yakuza. Siente que la sociedad actual ha perdido el sentido del deber y del respeto a las jerarquías. Mantiene contacto regular con Masa, un antiguo compañero, que por casualidad le ayuda a no caer en una estafa llevada a cabo por una antigua banda de moteros que actualmente llevan una empresa-tapadera llamada Keihin United. Esto le lleva a pensar en reunir de nuevo a antiguos colegas y formar de nuevo una familia yakuza. Sus colegas están tanto o más viejos que él, pero se unen encantados a su proyecto y declaran la guerra a Keihin United.
Takeshi Kitano cambia completamente de registro con esta película. Tras Outrage y Outrage Beyond, dos sobrios y violentos films de yakuzas, esta cinta presenta a los antiguos mafiosos como vejetes entrañables y crápulas. Aunque la película toca temas como el envejecimiento de la población en Japón, las estafas a los más mayores o los fraudes alimentarios, es una comedia que no se toma muy en serio a sí misma. El argumento propiamente dicho ni es muy sólido -a veces no tiene ni pies ni cabeza- ni demasiado interesante, pero las interpretaciones de los actores y los gags hacen que la película funcione y tenga gracia.
Aunque dentro de la filmografía de Kitano esta sería sin duda una obra menor, lejos de trabajos tan buenos como Zatoichi, Dolls o El verano de Kikujiro, a mí la película me divirtió, especialmente en su tramo final, donde se acumulan los mejores gags. Aunque el humor no es precisamente sutil, el soberbio trabajo actoral y la aparente candidez con la que se ha rodado la película yo conecté con ella. Puede leerse la crítica completa AQUÍ .
(c) 2015 Jordi Flotats