Crónica del quinto día del Festival. Películas vistas: Only God Forgives y Enemy
Hoy el director español Álex de la Iglesia ha visitado Sitges para realizar una masterclass donde ha explicado cómo encajan las claves del cine de género en sus películas. De la Iglesia ha afirmado sentirse muy cómodo en el terror, el fantástico y la ciencia-ficción, pero también lo difícil que es conseguir financiación para realizar una película de este tipo, especialmente en el contexto de la crisis actual. Sobre el cine low cost, muy en boga últimamente, ha comentado que es una buena iniciativa pero que no contribuyen a generar industria. El actor Carlos Areces, presente en Sitges promocionando Gente en sitios de Juan Cabestany, se ha añadido un momento a la masterclass para contar en tono humorístico las claves para interpretar su desnudo en Balada trista de trompeta.
El director del Festival Internacional de Cinema d'Autor de Barcelona, Carlos Rodríguez, ha visitado Sitges para presentar el catálogo de cine de autor de la Diputación de Barcelona. El proyecto, al que de momento se han sumado 18 espacios, pretende crear un circuito alternativo de cine de autor y de paso ayudar a la recuperación de salas de cine. El catálogo consta de las películas Bullhead, de Michaël R. Roskam; Donoma de Djinn Carrénard; La cinquième saison de P. Brosens y J. Woodworth; Meek's cutoff de Kelly Reichardt; Sangue Do Meu Sangue, de Joao Canijo, Viola de Matías Piñeiro; La Plaga de Neus Ballús y Otel·lo de Hammudi Al-rahmoun Font.
Por mi parte empiezo el día en el Auditori viendo Only God Forgives, de Nicolas Winding Refn (sección Oficial Fantàstic a Competició) en la sesión de mañana. El director ha saludado al público y se ha excusado por no poder estar en Sitges a través de una grabación realizada en un hotel de Londres. Nicolas Winding Refn se dio a conocer al gran público con la magistral Drive, un maravilloso film noir, que aunaba un gran guion basado en la novela de James Sallis con una puesta en escena y dirección impecables. Su personaje protagonista lacónico, la violencia seca y realista que salpicaba el metraje y el virtuosismo de la cámara eran marcas de fábrica de su director. Su sólido guion, con una historia narrada de forma lineal, no lo era tanto. Quizá por este motivo, su más reciente trabajo Only God Forgives, protagonizado igualmente por Ryan Gosling, está causando cierto estupor en los festivales donde se presenta.
En Only God Forgives Julian (Ryan Gosling) dirige junto a su hermano Billy (Tom Burke) un club de Thai boxing en Bangkok que sirve como tapadera para un negocio de distribución de droga. Cuando éste mata a una prostituta menor de edad, la policía llama a Chang (Vithaya Pansringarm), un policía retirado conocido como el Ángel de la Venganza para que lidie con él. Chang permite que el padre de la chica mate al asesino y luego le corta una mano como compensación. Tras este hecho, Jenna (Kristin Scott Thomas), la madre de Julian y jefa de la organización criminal, llega a Bangkok para enterrar a su hijo y pedirle a Julian que se encargue de vengarlo. Julian se resiste a ello, pero Jenna, decidida a seguir adelante, desencadena una terrible espiral de violencia.
A pesar de contar con el mismo actor protagonista de Drive, Only God Forgives me recuerda mucho más a trabajos anteriores de Nicolas Winding Refn, como la trilogía de Pusher o especialmente Valhalla Rising. La cinta tiene un aire pesadillesco gracias a la atmósfera de ansiedad y violencia a punto de desencadenarse, a su lento ritmo narrativo y a los escasos diálogos. La fotografía, maravillosa, retrata unos ambientes oscuros, iluminados por neones, cuyo un cuidado diseño de producción les da un aire extraño, entre vulgar y decandente. La banda sonora, ruidista y con sintetizadores muy ochenteros, casa perfectamente con la imagen y contribuye en gran medida a crear el ambiente malsano.
Formal y visualmente la película me ha parecido objetivamente maravillosa, un placer para la vista y el oído. Temáticamente el asunto se presta a mucha más discusión; el guion del propio director es hermético, parco en palabras y (creo) deliberadamente extraño. La historia que propone es una fábula ultraviolenta que puede servir como alegato contra la venganza, especialmente teniendo en cuenta su impactante final. Aunque por caché y reclamo se ha puesto a Ryan Gosling encabezando el reparto, Vithaya Pansringarm tiene como mínimo tanto peso como él en la película. Gosling da vida a un personaje cansado, dañado por motivos que sólo podemos intuir, pero en los que su madre parece haber jugado un papel decisivo. El expolicía interpretado por Pansringarm se dedica a administrar de forma fría y sosegada una justicia simplista, brutal. Ambos interpretan sus papeles de forma muy inexpresiva, dejando al espectador la interpretación de lo que está viendo. Kristin Scott Thomas en cambio dota de expresividad y agresividad a su personaje, una madre devoradora, cruel y egoísta.
Aunque el guión de Only God Forgives no me pareció muy redondo, la película me gustó mucho. Es una cinta fascinante, hipnótica y extraña que me dejó pegado a la silla, maravillado por la combinación de imagen y sonido. Aunque pueda ponerse en duda la capacidad de Nicolas Winding Refn para escribir una historia, es indudable su gran talento para la dirección y puesta en imagen.
Termino el día viendo Enemy, de Dennis Villeneuve (sección Oficial Fantàstic a Competició) en el Auditori. En la proyección estaba presente su guionista Javier Gullón, que destacó la libertad creativa de la que gozó para escribir la película. Enemy, basada libremente en el relato El doble de José Saramago, se ambienta en un frío y feista Toronto. Allí, Adam Bell (Jake Gyllenhaal), es un profesor de historia que vive una vida llena de tedio. Pasa su tiempo dando clases que siguen un guion establecido del que se aparta poco, tiene una relación bastante fría con su novia Mary (Mélanie Laurent) y ocasionalmente visita a su madre, interpretada por Isabella Rossellini. Un día, viendo una película realizada en Canadá, descubre que uno de los actores secundarios es exactamente igual que él. Entre intrigado y fascinado, investiga y descubre que el actor, que ha interpretado sólo roles muy menores, vive en su misma ciudad, está casado y su mujer está embarazada. Cuando contacta con él, las vidas de ambos cambian de forma extraña.
Aunque la sinopsis que acabo de realizar parezca clara, Enemy no ofrece mucha claridad al espectador. La película tiene una atmósfera fría, extraña y turbia, como de pesadilla, sensación favorecida por su montaje en ocasiones algo abrupto y su ritmo narrativo lento, que hace crecer poco a poco la tensión hasta un final explosivo. Dennis Villenueve (autor de la maravillosa Incendies) dirige con buen pulso un film con una gran fotografía, que enfatiza el feísmo y la frialdad de los entornos en que se mueven los personajes y algunas imágenes poderosas. Jake Gyllenhaal, el protagonista absoluto, se desdobla con eficacia para crear dos personajes muy dispares, o las dos caras de un personaje muy disfuncional.
Porque ese es el problema básico de la película; su historia es enrevesada y está contada de manera que me resultó imposible atar todos los cabos en una explicación sin lagunas. Es de esas películas que los sufridores ven más de una vez para intentar encontrarles un sentido, aunque es posible que no lo tengan. El absurdo final de la cinta hace imposible pensar que todo lo que se ha mostrado hasta ese momento sea real, obligando al espectador a buscarle un sentido. Lo más probable es que se nos muestren dos caras de una misma persona. Una es racional, controlada, estable y sosegada; la otra es artística, sensual e impulsiva. Pero claro, eso es sólo una teoría, cada espectador es invitado a llenar el vacío que se le presenta al finalizar el film.
Enemy me ha parecido una película formalmente buena, en la que su director demuestra su indudable capacidad, con un reparto solvente que hace que su visionado sea fácil y en algún momento fascinante. Por desgracia su (en mi opinión) mal guión le quita mucho interés.
(c) 2013 Jordi Flotats