Cuarto día del Festival. Mis películas: Vampire, Milocrorze: A Love Story y Gantz
CRÓNICA DEL DOMINGO 9
El profesor japonés Hiroshi Ishiguro experto en robótica, director del laboratorio que lleva su nombre en la Universidad de Osaka, dio una clase magistral en la Sala Tramuntana. Ishiguro diseñó los rostros de los geminoides que han servido de imagen al Festival este año. El geminoide masculino lo creó a su imagen y semejanza, y, según el profesor, esto le ha acabado creando problemas. Acompañado del director del Festival Ángel Sala y del profesor de la Universitat Politècnica de Catalunya Jordi Ojeda, Ishiguro mostró a través de vídeos y diapositivas los robots en los que lleva trabajando más de una década, mostrando la convicción que se puede entender a los humanos a través de los robots. También comentó que una de las líneas claves de su investigación consiste en averiguar hasta qué punto los robots deben parecerse a los humanos de cara a su futura interacción mutua. Bromeando sobre la dificultad que podría haber para distinguir a un androide de un ser humano, comentó que todo el público estaba deseando que él mismo fuera uno de ellos. El profesor comentó alguno de los experimentos que realizó con sus androides, como el que puso sentado en una mesa de una cafetería, operado a distancia por él mismo sin que nadie notara nada. También comentó sus colaboración con Oriza Hirata en la obra de teatro The Android Theater, donde la protagonista es una androide que recita poemas cuando se enfrenta a su muerte o su papel de consultor en la película The Surrogates, añadiendo que le pasó algo parecido a una de las situaciones del film cuando fue a una facultad con su androide y le comentaron que cada vez se parecía más a él, cuando, lógicamente, debería ser al revés.
Eduardo Chapero-Jackson, uno de los directores de cortos más celebrados del país estrena en Sitges su primer largo, Verbo. La protagonista de la película, Sara (Alba García) es una adolescente que realizará el tránsito a la edad adulta en esta película de aventuras en la que realizará un viaje tanto interior como exterior. Sara vive en el extrarradio, en un colegio anodino, aburrida y dejándose llevar por la inercia. Su única actividad fuera de lo común es buscar a Lírico (Miguel Ángel Silvestre), un misterioso personaje que le deja mensajes en forma de graffiti por toda la ciudad y con un plan para ella. Cuando se encuentren, Sara acabará en el "submundo", unos lugares donde deberá superar tres pruebas para sobrevivir. Mezclando la fantasía urbana, el hip-hop, la animación y la acción, Chapero-Jackson ha querido debutar con un film distinto a los habituales, especialmente en el cine español. Presente en Sitges, el director comentó que se sintió muy identificado con el personaje de Sara por haber crecido él también en el extrarradio de Madrid, un lugar atemporal, sin relación ninguna con la naturaleza o la cultura. También recalcó que aunque el público potencial de la cinta son los adolescentes, el mensaje de sobreponerse al cinismo y al desapego imperantes también deberían calar en el público más adulto. Cuando se le preguntó sobre la dificultad de los fragmentos de película en que los personajes hablan en verso, Chapero-Jackson comentó que había intentado evitar la declamación o algo que pareciera poco natural. Durante un mes se realizaron ensayos para conseguir esa soltura. Del verso opinó que la rima tiene algo que el cerebro agradece, relacionando su película con una fábula.
Tony Ching Siu-tun recibió hoy el premio Máquina del Temps del Festival antes del pase de su película The Sorcerer and The White Snake. La cinta revisita una de las leyendas más famosas de la antigua China, en la que una mujer demonio en forma de serpiente blanca se enamora de un mortal. Llena de efectos digitales, la película recrea una ambientación mítica en la que el artista de las artes marciales Jet Li, en el papel de un monje budista, deberá luchar contra diferentes demonios. Pero antes se ha homenajeado a su director, una leyenda del cine de Hong Kong con más de 25 películas dirigidas y muchas más en la que ha participado como coreográfo de las escenas de acción. Nacido en Hong Kong 1953, Tony Ching Siu-tun se formó como acróbata en la Ópera de Pekín, donde también estudió wushu (kung fu). Tras más de una década como actor e instructor de artes marciales, debutó como director en 1983 con Duelo a muerte, un innovador wuxia (film de espadas). Su reconocimiento internacional llegó con Una historia china de fantasmas en 1987; una cinta que ayudó a popularizar ese cine fuera de sus fronteras. Desde entonces, Ching Siu-tun continua compaginando las labores de director y de creador de secuencias de acción (fue responsable de las de Hero (2002). Al recibir el premio comentó que llevaba 30 años haciendo películas de fantasía, agradeciendo el apoyo a sus seguidores todo este tiempo. De su último trabajo comentó que “Es de fantasía y magia. Una mezcla de artes marciales tradicionales de China y efectos especiales de Occidente”.
Empiezo mi día de cine yendo al Casino Prado a ver Vampire, el último trabajo de Shunji Iwai. Pero antes se proyecta el corto Good Morning Beautiful, de Todd Cobery. Good Morning Beautiful, que parece describir el brote psicótico que sufre un hombre que acaba de perder a su hija, me pareció bien realizado, con un trabajo de cámara interesante y bien interpretado, pero demasiado extenso en la explicación del delirio. A pesar de eso me pareció que su principio a cámara rápida es ejemplar como puesta en situación para el espectador.
Vampire es una película de título algo engañoso, desde luego no tiene nada que ver con las películas de terror al uso. Su protagonista es Simon (Kevin Zegers), un profesor de instituto que lleva una vida solitaria con su madre enferma de Alzheimer. Simon también es una especie muy especial de psicópata, es un tipo que se conecta a los grupos de internet donde se conectan posibles suicidas e intenta quedar con chicas jóvenes para convencerlas de quitarse juntos la vida. Suele buscar sitios abandonados y allí propone a las chicas un método indoloro de morir: el desangramiento; naturalmente, empezando por ellas. Una vez muerta la chica, congela el cadáver en un congelador industrial y se lleva su sangre en botellas, que luego consume. Pero Simon no es un asesino corriente, él no mata a ninguna chica que no quiera suicidarse y es amable y comprensivo con ellas hasta el final, lo que no elimina el hecho de que se aproveche de su sufrimiento y no intente en ningún momento disuadirlas de no querer morir. La película muestra un momento de su vida en que ésta se complica mucho: conoce a una chica que prácticamente le impone su presencia en su casa; una de sus alumnas quiere suicidarse (sin su colaboración, más bien lo contrario); es reconocido por otro psicópata mucho más convencional en uno de los clubs de ambiente gótico que frecuenta y alguno de sus encuentros se sale completamente de madre.
A pesar de estar rodada en inglés, en Estados Unidos, y con actores norteamericanos, Vampire es una película 100% Shunji Iwai. Es una cinta tristísima de ritmo lento e hipnótico, con largas escenas que muestran la interacción de los personajes; detalles llenos de imaginación y poesía y una fotografía que enfatiza los paisajes grises y lluviosos que acompañan a casi toda la acción y que pegan mucho lo narrado. Los actores están completamente naturales, con personajes cercanos y creíbles, especialmente las chicas que van a suicidarse, aunque también debe reconocerse el trabajo de Kevin Zegers, por lograr que el público crea y conecte con un ser tan retorcido. En ese aspecto sólo da la nota falsa el personaje de Rachael Leigh Cook, demasiado patológicamente entrometido, celoso y desesperado como para resultar creíble. Aunque esta no sea su mejor película, Shunji Iwai me metió de lleno dentro de ella, haciéndome partícipe directo de todo lo que pasa y conectándome de lleno con los personajes y situaciones. Pocos directores me provocan un efecto de inmersión en la película tan acusado como él; algo bueno en general, aunque en una película tan triste como esta reconozco que me dejó tocado a la salida. Porque en Vampire no hay grandes respuestas; sólo gente, básicamente joven (como en todo el cine de Iwai), muy castigada por la vida, ya sea por circunstancias trágicas, sea por simple falta de ganas de continuar.
A las 12:30 entro de nuevo al Casino Prado para ver Milocrorze: A Love Story, de Yoshimasa Ishibashi, el perfecto antídoto para Vampire. Milocrorze es una película completamente atípica, dividida en cuatro grandes bloques cuyo tema central es el desamor masculino. En el primero y el último, se cuenta, en tono de cuento hadas, cómo un chico conoció a Milocrorze, el amor de su vida, cómo la perdió y como la volvió a encontrar al cabo de los años. En el segundo fragmento vemos a un personaje vestido a lo Fiebre del sábado noche, acompañado en todo momento por unas gogós bailongas, que ejerce como consultor sentimental telefónico sólo para adolescentes masculinos, siendo testigos de tres de sus sabios consejos. En el tercer fragmento asistimos a la búsqueda que lleva a cabo un samurai del amor de su vida, arrebatada de su lado por unos salteadores unos años atrás. Sus pistas le llevan a una enorme ciudad-burdel-casino, de donde intentará sacarla le cueste lo que le cueste.
Milocrorze: A Love Story es una película excesiva, brillante, divertida y visualmente apabullante donde su Yoshimasa Ishibashi hace gala de un enorme abanico de recursos técnicos y de unas ganas tremendas de romper con las convenciones. En la película conviven en armonía un cuento de hadas fotografiado de forma colorista e irreal, fragmentos casi musicales de estética setentera y cine de samurais, con sus momentos de tragedia y lucha de espadas. Se pueden ver de forma independiente, pero el director los conecta de forma fluida rompiendo todas las convenciones de continuidad existentes. La fotografía, el diseño de vestuario y la banda sonora están cuidadísimos, resultando especialmente impresionantes los vestuarios y tatuajes del burdel-casino de samurais y divertidísimos los del fragmento del consultor sentimental. Takayuki Yamada, que interpreta los tres papeles principales de la película, también está brillante, empezando con la arrolladora y absurda chulería del segundo fragmento, continuando con la composición seria y trágica del samurai en busca de su amor y terminando la inocencia y el apocamiento del primer personaje cuando ya es mayor. Toda la película está poseída de un ritmo frenético, una tremenda energía y un humor absurdo y contagioso; siempre bien soportada por la banda sonora, el montaje y por el dinamismo con el que Ishibashi mueve la cámara. Algunas de las escenas están rodadas de forma simplemente antológica, especialmente la de la lucha del samurai por una serie de habitaciones, donde se alterna la cámara lenta con la rápida en un larguísimo plano-secuencia lleno de imágenes bellísimas.
Aunque por la descripción que acabo de hacer parezca que esta película es demasiado experimental o difícil de ver, nada más lejos de eso. La película es una comedia, donde se cuentan, de forma colorista, brillante y divertida unos cuentos curiosamente tristes, pero una forma tan vital y exhuberante que salí del cine con la sonrisa instalada en el rostro. Sin duda una de las sorpresas más agradables del Festival, habrá que empezar a seguir los futuros trabajos de Yoshimasa Ishibashi.
A las 16:00 termino temprano mis películas del día yendo a ver Gantz, de Shinsuke Sato, al Auditori. Los principales protagonistas de Gantz son Kei Kurono (Kazunari Ninomiya) y Masaru Kato (Ken'ichi Matsuyama), dos jóvenes que en el instituto era uña y carne y que perdieron el contacto cuando el primero fue a la universidad y el segundo no tuvo ocasión de hacerlo. Un día vuelven a encontrarse por casualidad en el andén del metro y por una desdichado azar son atropellados por el tren mientras salvaban a un viajero que había caido a la vía. En lugar de morir, despiertan en una habitación de un piso vacío de Tokyo, con otras personas tan desorientadas como ellos, también con el último recuerdo de una muerte inminente. El piso está cerrado y en la habitación principal hay una gran esfera negra. Pronto aprenderán por las malas que la esfera es conocida como Gantz, y es capaz de reconstruirlos de ida y vuelta donde sea. Cuando se abre, ven que dentro hay una persona conectada y filas de armaduras y armas muy poderosas y de una tecnología desconocida. Al parecer Gantz utiliza a gente que iba a morir de todas formas para enviarla a luchar contra extraterrestres infiltrados entre la población. Después de cada misión, todos los participantes que han sobrevivido son reconstruidos por entero, sin heridas; todos los que han muerto no vuelven. Los supervivientes también obtienen una puntuación otorgada arbitrariamente por Gantz. Si llegan a cien puntos pueden optar por no volver y hacer que sus recuerdos de todos estos hechos se borren o por resucitar a uno de los caidos.
Gantz es la primera parte de la adaptación del exitoso manga de Hiroya Oku. La segunda película que cierra la historia, Gantz: Perfect Answer, también será proyectada durante el Festival. Confieso no haber leido el manga original, asi que no puedo opinar sobre si la película lo ha respetado mucho o poco. Sí puedo decir, que me pareció que el argumento, aunque algo tontorrón, sirve de vehículo perfecto para una sucesión de escenas de acción muy divertidas, bien realizadas, con unos aliens absolutamente delirantes y un ratio creciente de destrucción urbana (la última batalla destruye buena parte del museo de Ueno, uno de los mayores de Japón). Los personajes protagonistas son jóvenes japoneses bastante cerca del cliché (ojo: del cliché japonés, para los no iniciados algunos comportamientos pueden parecer algo marcianos) que poco a poco van ganando algo de carne y huesos. En conjunto no me pareció una gran película, pero debo confesar que me divertí de lo lindo viéndola y me dejó con ganas de ver la segunda parte.
(c) 2011 Jordi Flotats