VAMPIRE

La primera aventura americana de Shunij Iwai

Shunji Iwai es uno de los directores japoneses más personales de la actualidad. Poseedor de un estilo visual y narrativo completamente personales, sus películas siempre han destacado por poseer una narración en imágenes espectacular, con un gran desarrollo de los personajes, especialmente los femeninos. De su filmografía yo destacaría la magistral Shallowtail butterfly (1996), una visión triste y realista de la inmigración en Japón en un envoltorio visual impresionante; All about Lily Chou Chou (2001), una película centrada en el mundo adolescente, narrada a varios niveles y Hanna and Alice (2004), donde vuelve, con una mirada mucho más clásica al mundo de la juventud en Japón. Su última película, Vampire, rodada en Estados Unidos, en inglés y con actores norteamericanos, es una película bastante distinta a sus trabajos anteriores pero que mantiene todas sus señas de identidad.

Vampire es una película de título algo engañoso, no tiene nada que ver con las películas de terror al uso. Su protagonista es Simon (Kevin Zegers), un profesor de instituto que lleva una vida solitaria con su madre enferma de Alzheimer (Amanda Plummer). Simon también es una especie muy especial de psicópata, participa en los grupos de internet donde se conectan posibles suicidas e intenta quedar con chicas jóvenes para convencerlas de quitarse juntos la vida. Suele buscar sitios abandonados y allí propone a las chicas un método indoloro de morir: el desangramiento; como es lógico, empieza por ellas. Una vez muerta la chica, congela su cadáver en un congelador industrial y se lleva su sangre en botellas, que luego consume. Pero Simon no es un asesino corriente, él no mata a ninguna chica que no quiera suicidarse, siempre las mata con su consentimiento y es amable y comprensivo con ellas hasta el final. Naturalmente esto no elimina el hecho de que se aproveche de su sufrimiento y no intente en ningún momento disuadirlas de no querer morir. La película muestra un momento de su vida en que ésta se complica mucho: conoce a una chica que prácticamente le impone su presencia en su casa; una de sus alumnas quiere suicidarse (sin su colaboración, más bien lo contrario); es reconocido por otro psicópata mucho más convencional en uno de los clubs de ambiente gótico que frecuenta y alguno de sus encuentros se sale completamente de madre.

A pesar de estar rodada en inglés, en Estados Unidos, y con actores norteamericanos, Vampire es una película 100% Shunji Iwai. Es una cinta tristísima de ritmo lento e hipnótico, con largas escenas que muestran la interacción de los personajes y detalles llenos de imaginación y poesía y una fotografía que enfatiza los paisajes grises y lluviosos que acompañan a casi toda la acción y que pegan mucho lo narrado. No hay duda que Iwai se ha implicado de lleno esta película, ya que aparte de firmar el guion también se ha encargado de la fotografía, prescindiendo de su colaborador habitual Noboru Shinoda y la música. Como en casi toda la cinematografía de Iwai, el tema central de la cinta es el malestar de la juventud; en Vampire son mucho más importantes las chicas y porqué quieren morir que el personaje del profesor, sobre el que no se ahonda demasiado. Los actores están completamente naturales, con personajes cercanos y creíbles, especialmente las chicas que van a suicidarse, aunque también debe reconocerse el trabajo de Kevin Zegers, por lograr que el público crea y conecte con un ser tan retorcido. En ese aspecto sólo da la nota falsa el personaje de Rachael Leigh Cook, demasiado patológicamente entrometido, celoso y desesperado como para resultar creíble. El final también resulta un poco desconcertante, aunque hay que reconocer que no es sencillo acabar una película así.

Aunque esta no sea su mejor película, Shunji Iwai me metió de lleno dentro de ella, haciéndome partícipe directo de todo lo que pasa y conectándome de lleno con los personajes y situaciones. Pocos directores me provocan un efecto de inmersión en la película tan acusado como él; algo bueno en general, aunque en una película tan triste como esta reconozco que me dejó tocado a la salida. Porque en Vampire no hay grandes respuestas; sólo gente, básicamente joven (como en todo el cine de Iwai) muy castigada por la vida, ya sea por circunstancias trágicas, sea por simple falta de ganas de continuar.

(c) 2011 Jordi Flotats