STOCKER

Preciosista debut americano de Park Chan-wook

En mi opinión no hay duda que el director surcoreano Park Chan-wook es uno de los directores más destacados de su generación, una generación sobrada de talento que condujo a un aumento de la calidad del cine de su país y que atrajo la atención internacional a unas proyecciones personales pero que en general no se olvidan del espectador. Como es normal, esta mezcla de talento y éxito de taquilla ha atraído la atención de la industria de Hollywood, siempre atenta para incorporar a nuevos directores a su sistema. Tras el debut americano de Kim Jee-Woon con El último desafío, una modesta pero simpática película de acción que ha supuesto el retorno de Arnold Schwarzenegger al cine, una producción muy por debajo de las posibilidades del director, ahora le ha tocado el turno a Park Chan-wook, con Stocker.

¿Ha tenido más suerte Park Chan-wook que Kim Jee-Woon con su debut americano? Sin duda sí, no parece haber tenido total libertad a la hora de elegir la película que realizar pero sí sobre cómo realizarla. Stocker ha sido producida por Ridley y Tony Scott, dos auténticos pesos pesados de Hollywood y directores de cine con un indudable talento para la estética. Su guion, escrito por el actor Wentworth Miller (conocido por su participación en la serie Prison break), fue votado en la "lista negra" de 2010, una lista con los diez mejores guiones que no consiguieron convertirse en película. Con esas premisas, Park Chan-wook ha elaborado una película muy distinta a sus anteriores trabajos (todos guionizados por él mismo), mucho más contenida, densa y atmosférica pero manteniendo su habitual nivel de virtuosismo visual.

India Stoker (Mia Wasikowska) es una joven que el día de su decimoctavo cumpleaños pierde a su padre Richard (Dermot Mulroney) en un accidente de coche. India es una chica extraña, seria, que vive en una gran casa algo aislada en un pueblo muy tranquilo con sus padres. Él era aficionado a la caza y a la naturaleza y estaba muy cerca de su hija. Su madre, Evelyn, interpretada por Nicole Kidman, muy femenina y sociable, siente que languidece en un entorno rural y aislado y no consigue conectar su hija, tan radicalmente distinta a ella. En el funeral de Richard, aparece por sorpresa Charles (Matthew Goode), su hermano menor, ausente durante años, hasta el punto que India ni siquiera sabía de su existencia. Richard, cosmopolita, seductor y un punto inquietante, se instala con ellas unos días; Evelyn está encantada y recibe gustosa sus flirteos, mientras que India recela de sus posibles motivos ocultos, aunque a su pesar también siente por él una cierta atracción y afinidad.

Stocker es una película de arranque lento, un estudio de unos personajes malsanos que mantienen relaciones malsanas entre sí y una historia de maduración y de pérdida de la inocencia. En una lectura superficial, el argumento es simple, casi material de telefilme de domingo por la tarde: una chica joven, sensible y tímida, una madre frívola y con pocas luces y un personaje corruptor, malvado. Sin embargo a medida que se desarrolla la película se van añadiendo matices a los protagonistas y poco a poco se adopta el lenguaje del cine de terror; un terror donde los monstruos no vienen de fuera sino que residen en el interior de muchas personas. La acción se mueve de forma pausada hasta un clímax final no por esperable menos satisfactorio.

Pero lo que en mi opinión hace destacar la película y la aleja de un telefilm es la dirección y el trabajo de cámara de Park Chan-wook y la fotografía de su colaborador habitual Chung-hoon Chung (Thirst en 2009, I'm a Cyborg, But That's OK en 2006, Lady Vengeance en 2005 o Oldboy en 2003). Cada plano de la cinta está pensado, diseñado al detalle y fotografiado a la perfección, tanto en un sentido puramente estético como narrativo. Park Chan-wook usa multitud de preciosas metáforas visuales para añadir subtexto a la narración, dando mucho más calado a un guion, que rodado de otra forma podría haber dado lugar a una película llana y mediocre. Aunque en este trabajo el director no haya intervenido en la historia, sin duda no ha habido interferencias a la hora de permitirle rodar. El ritmo narrativo y el virtuosismo del lenguaje visual son indiscutiblemente suyos. La violencia, a diferencia de sus anteriores trabajos, no se muestra casi nunca de forma explícita, en este sentido la película, acertadamente al principio y desacertadamente al final, usa elipsis, evita confrontar al espectador con los actos más violentos, mostrando sólo las consecuencias. Este hecho, en mi opinión, resta poder al clímax final del film. La banda sonora de Clint Mansell acompaña y potencia el ritmo pausado e hipnótico de la narración.

Los actores, enfrentados a la nada fácil tarea de llenar una película de tres personajes con unos diálogos tirando a escasos y no muy brillantes, realizan un gran trabajo. Me gusta mucho la joven Mia Wasikowska, camaleónica, capaz de parecer una persona distinta en cada película. En esta, Wasikowska, que interpreta a una chica de muy pocas palabras, logra transmitir inocencia y resultar muy inquietante a la vez. También destaca Matthew Goode, elegante, encantador pero peligroso. Nicole Kindman está perfecta para el papel que le toca interpretar, pero por desgracia resulta menos expresiva de lo que solía ser y sus retoques estéticos un poco demasiado evidentes.

Si se acepta el juego estético que propone Park Chan-wook y se entra en su ritmo pausado, Stocker es una película diferente, fascinante e hipnótica. Para mi gusto no es su mejor trabajo, pero sí uno de los más cuidados y elegantes. Si tiene más suerte con su próximo guion y la misma libertad para rodar, su próxima película en Estados Unidos podría ser magistral.

(c) 2013 Jordi Flotats