TOY STORY 3

Otra gran película de Pixar

A estas alturas nadie puede dudar de la influencia del estudio de animación Pixar en la evolución del género. Con paso seguro, sin prácticamente tropiezos, este estudio, dirigido por su genial director creativo, John Lasseter, ha ido forjando una nueva forma de cine de animación, tanto en el plano técnico como el en formal y creativo; un cine que realmente es para todos los públicos, que puede entretener a niños y adultos, logrando un equilibrio delicadísimo entre acción, argumento y humor a muchos niveles que realmente puede hacer disfrutar a todos. Formalmente, el estudio rompió con Toy Story en 1995, apostando por un estilo de animación usando el ordenador y apostando por una estética que rompía completamente con la que marco Disney durante años y continuó evolucionando en la misma línea hasta lograr un cierto estilo de marca, con un uso impecable del color y con personajes de gran expresividad (aunque sean coches, como en Cars). Las últimas producciones del estudio, Wall-E y especialmente Up me parecieron películas soberbias; con unas escenas que mostraban un dominio simplemente magistral de la narración en imágenes.

Para Toy Story 3 se ha reunido un equipo 100% Pixar: firman el guión John Lasseter, el decano del estudio, Andrew Stanton, director y guionista de Wall-E y Lee Unkrich, que también se ocupa de la dirección y que ya co-dirigió Toy Story 2 en 1999. Toy Story 3 arranca cuando Andy, el propietario de los juguetes protagonistas de las entregas anteriores, se marcha a estudiar a la universidad. Por ello, debe abandonar su habitación y clasificar sus cosas, entre ellas sus juguetes. En un principio deberían acabar cómodamente guardados en el ático, pero por un malentendido acaban donados a una guardería. Allí, Woody, Buzz, Jessie, el Sr. y la Sra. Potato y los demás deberán enfrentarse a una siniestra mafia de juguetes encabezada por el malvado oso de peluche Lotso que organiza como quiere los turnos para que los juguetes que no le interesan acaben destruidos.

Toy Story 3 es una película de aventuras que tiene todos los ingredientes necesarios para la diversión: protagonistas carismáticos, un buen villano, equívocos que provocan aventuras, fugas ingeniosas, persecuciones, momentos de humor y momentos de camaradería. Sólo que son juguetes. Pero la película está tan bien narrada que ese detalle se olivda a los 10 minutos de película; los personajes están perfectamente definidos, son completamente humanos y entrañables que al cabo de un momento ya consiguen la identificación del público. De hecho, la película tiene algunos de sus mejores momentos de humor recordando a los espectadores que de hecho son juguetes. El ritmo de la narracción es dinámico, alternando el ritmo frenético de las partes de acción con uno más pausado para mostrar la interacción de los personajes. Los seguidores de la serie películas verán a todos sus personajes favoritos, sumando a algunos que realmente son un acierto, en especial el malvado Lotso, y a Ken, el novio de Barbie, que tiene los gags más divertidos para el público adulto.

Una de las características que me han parecido más interesantes de Toy Story 3 es que no se ha limitado a repetir la fórmula que tan bien les funcionó en las dos primeras entregas, sinó que la película intenta evolucionar, hace avanzar el reloj para hacer que la situación de los protagonistas evolucione, mostrando de forma gráfica y delicada los efectos del paso del tiempo y el paso hacia la edad adulta. Como ya es costumbre, la factura de la película es impecable, el diseño de personajes y escenarios me pareció buenísmo, así como el uso del color y sus contrastes como un efecto narrativo más. Los efectos 3D se usan con mesura y sin abusar, simplemente añadiendo un plus al conjunto, aunque estoy seguro que la película en 2D no pierde alicientes. Pero aún mejor que todo eso es la forma de narrar la historia, que una vez más es intachable, con algunos momentos de auténtico genio, como la bellísima escena del vertedero, que combina la acción trepidante con un retrato bellísimo de lo que significa la amistad y que logra que se te forme un nudo en la garganta por unos juguetes a punto de ser destruidos.

Sólo me queda recomendar a todo el mundo esta película, una muestra de cine de aventuras fantástica disfrutable por todos los públicos y desear a Pixar a John Lasseter que continúen con esta línea creativa que está haciendo avanzar el cine de animación hecho en Estados Unidos (Japón come aparte en este tema) a pasos agigantados.

(c) 2010 Jordi Flotats