Crónica del sexto día del Festival. Películas vistas: These final hours, The Double, A Hard Day
Hoy se ha presentado el último trabajo (el número 39 de su filmografía) del legendario director francés Jean-Luc Godard, Adieu au langage. La película, una cinta experimental rodada en 3D, ganó el premio del jurado en el último Festival de Cannes. La película reflexiona sobre el lenguaje cinematográfico proponiendo un relato absolutamente fragmentado que cuenta la relación tormentosa entre una mujer casada y un hombre soltero. Mientras, un perro vaga por las afueras de una ciudad. Es el espectador quien construye la trama a partir de las imágenes.
Ho se ha presentado también Annabelle, de John Leonetti. La película es la esperada precuela de Expediente Warren: The Conjuring, de James Wan y en la que Leonetti ejerció como director de fotografía. La cinta cuenta la historia de la muñeca endemoniada que aparecía en el prólogo de la primer película.
Han estado en Sitges el director André Cruz Shiraiwa, la actriz Ariadna Gil y buena parte del resto del reparto de L'altra frontera. El director ha definido su trabajo como "un drama intimista en un contexto totalmente distópico". La película explora el concepto de frontera, tanto en el sentido de lo que es bueno o malo como el lugar que separa la locura de unos con la de otros. El director ha sido muy crítico con el sistema capitalista que actualmente impera en el mundo. En la película, una madre y su hijo escapan de la guerra que asola su país para acabar en un campo de refugiados al lado de la frontera. Allí deberán competir por su permanencia.
Otra película catalana presentada hoy ha sido Asmodexia, el primer trabajo de Marc Carreté. La película es una cinta de posesiones infernales que cuenta la historia del sacerdote Eloy de Palma y su nieta Alba. Ambos recorren las afueras de Barcelona para encontrar a los poseídos por un mal que asedia la ciudad y sólo Alba es capaz de erradicar.
Yo vuelvo a empezar el día temprano yendo al Retiro a las 8:30 para ver These final hours, una película australiana de Zak Hilditch. La película nos presenta un escenario apocalíptico: un cometa se ha estrellado en la Tierra y las ondas de choque de la explosión están arrasándolo todo sin dejar supervivientes. Quedan sólo doce horas para que llegue a Perth (Australia) y todo el mundo muera.
El protagonista de la película es James (Nathan Phillips), un hombre que está empezando una relación seria con Zoe (Jessica De Gouw), que ese mismo día le dice que está embarazada mientras aún sale con la alocada Vicky (Kathryn Beck). Agobiado y asustado, James huye del lado de Zoe para ir a una megafiesta que organiza el hermano de Vicky para recibir el fin del mundo lo más drogado y aturdido posible. Pero circular por algunas calles no resulta sencillo, alguna gente ha reaccionado con violencia al anuncio y su comportamiento está fuera de control. Sin comerlo ni beberlo, acaba salvando a Rose (Angourie Rice), una niña preadolescente de unos individuos que la tenían prisionera. Rose iba con su padre a casa de unos parientes cuando se separaron y ahora está sola. James accede a que vaya con él, pero no la lleva a casa de los parientes, está demasiado lejos de la fiesta. Tras intentar colocarla a su hermana, la acaba trayendo a la fiesta. Su compañía hará que James se plantee qué es lo que realmente le importa y cómo quiere pasar sus últimas horas de vida.
These final hours se plantea cómo reaccionaría la gente si tuviera que afrontar su muerte inminente y la de todos sus seres queridos. Un escenario en el que nada tendría consecuencias a medio o largo plazo. Ni las buenas ni las malas acciones. La respuesta que ofrece la película no es muy optimista con la naturaleza humana; algunos se reúnen con sus seres queridos y esperan el fin; otros hacen lo mismo y se suicidan en grupo, para al menos controlar el momento y modo en el que mueren; otros se aturden para no tener que afrontar el final; otros, los peores, hacen aquello que en el fondo siempre habían querido hacer y el miedo a las consecuencias se lo había impedido.
Apoyada en las excelente actuación de su protagonista, Nathan Phillips, una excelente fotografía, un sólido guión y una competente dirección de Zak Hilditch, These Final Hours me ha parecido una buena película. La cinta cuenta con eficacia una sencilla historia de maduración en un entorno sombrío y realista. Puede leerse la crítica completa AQUÍ
Continuo el día en el Auditori para ver The double, del británico Richard Aoyade. Aoyade es conocido por su papel de informático brillante pero socialmente inepto en la serie de culto The IT Crowd. The double adapta la novela corta de Fiodor Dostoyevski trasladando la acción a un tiempo y lugar indeterminados y añadiendo toques de comedia.
Simon James (Jesse Eisenberg), trabaja desde hace siete años en unas cavernosas oficinas como analista de datos. Sus compañeros de trabajo y su jefe básicamente lo ignoran, cada día tiene que convencer al guardia de seguridad de la entrada de que trabaja allí. Está enamorado de Hannah (Mia Wasikowska) una compañera de trabajo que vive en un apartamento que queda justo delante del suyo en el otro lado de la calle, pero pese a sus intentos de aproximación ella no le hace caso. Un día su jefe anuncia la llegada de un nuevo empleado, James Simon. Físicamente James es exactamente igual que él, pero nadie parece notarlo; mentalmente es su completo opuesto: seguro, seductor y atrevido. En pocos días se ha ganado el afecto de sus compañeros y el aprecio de sus jefes. James sí que se percata de la existencia de Simon, y al principio lo trata amigablemente, le quiere ayudar a ganarse el aprecio de su jefe y el amor de Hannah. Pero pronto todo se tuerce entre ellos y empezarán con una rivalidad malsana.
The double es una película muy curiosa. Merced a una fotografía preciosa y un diseño de producción cuidadísimo, la película es un regalo para la vista. Se ambienta en una ciudad sombría, con edificios feos de apariencia soviética. La tecnología parece estar en algún lugar entre la década de 1960 y 1980. Las oficinas donde trabaja el protagonista son oscuras, enormes. Todo tiene un aire de estar usado y gastado, todo amarillea. La estética distópica recuerda poderosamente a la magistral Brazil.
El tono de la película mezcla un cierto aire críptico, que deja al espectador la interpretación de parte de lo que ve con segmentos de comedia francamente divertidos. Estos momentos de comedia, junto con su gran aspecto visual y un reparto magnífico hicieron que disfrutara de la película, un trabajo estimable. La crítica completa puede leerse AQUÍ.
Termino mi día de películas viendo en el Auditori A Hard Day, del surcoreano Kim Seong-hun, que estuvo en la sala para presentar la película. El "día duro" del que habla el título es el primero de una serie de días complicados que va a pasar el protagonista de la película, el detective de homicidios de Seúl Ko Gun-su (Lee Sun-kyun). Ese día tiene que encargarse de la ceremonia funeraria de su madre. Mientras está de camino al tanatorio atropella accidentalmente a un desconocido; frenético, se asusta y esconde el cadáver en el maletero de su coche. Por si fuera poco, recibe una llamada de sus colegas diciéndole que un equipo de asuntos internos está registrando los despachos de la unidad, y van a encontrar mucho que reprocharles. En los días siguientes intentará desesperadamente encubrirlo todo; esconder el cadáver, fingir accidentes de tráfico y mover influencias para salir impune. Parece lograrlo, en parte gracias a un policía de otra unidad que les ayuda, pero empieza a recibir llamadas telefónicas de un chantajista que al parecer presenció el atropello. Al mismo tiempo a su unidad les encargan los crímenes sin resolver, lo que le pone en la pista del transeúnte atropellado.
La película tiene un guión muy medido e inteligente con montones, de giros, sorpresas y buena cantidad de humor. Aunque no tenga muchos elementos originales, todo está bien hilvanado y la cinta es capaz de mantener la tensión durante todo el rato. Cuando llega, la acción está rodada con gran competencia. Como en el mejor cine surcoreano, las luchas son feroces, salvajes y sin cuartel. La dirección de estas escenas es muy buena, alternando agobiantes primeros planos con tomas elevadas.
A Hard Day no es la más original y no llega a la misma altura que títulos como The Chaser pero en conjunto es una muy buena película que garantiza casi dos horas de diversión. Puede leerse la crítica completa AQUÍ.
(c) 2014 Jordi Flotats