BROKER

Hirozaku Koreeda vuelve a rodar fuera de su Japón natal con Broker. Ambientada por completo en Corea del Sur, la película nos presenta una trama en la que los protagonistas se dedican a robar niños que acabarían en el sistema público de acogida para venderlos a familias. Sólo un hombre con las inquietudes temáticas y la habilidad de Koreeda es capaz de transformar estos elementos en un drama en el que, una vez más, nos reta a redefinir lo que constituye una familia.

Hirozaku Koreeda es en mi opinión uno de los mejores directores japoneses en activo. Poseedor de un estilo personal de contar las historias y de unas preocupaciones temáticas muy claras, sus películas son muy reconocibles. Si en La verdad (2019) salió de Japón para rodar en francés con actrices tan increíbles como Juliette Binoche y Catherine Deneuve, en su última película, Broker, ha ido a Corea del Sur para rodar en coreano una historia que tiene ecos de anteriores trabajos suyos como Nadie sabe o Un asunto de familia. Broker es en apariencia un thriller en centrado en la venta ilegal de bebés para ser adoptados, pero como en casi todo el cine de Koreeda, se convierte en una historia de familias.

La película arranca con una mujer abandonando su bebé en una iglesia que tiene en su exterior una caja donde las madres pueden abandonar a sus hijos, algo que al parecer es legal en Corea del Sur. Si la madre deja una nota donde afirma su voluntad de volver a reclamar a la criatura, ésta no puede ser entregada en adopción y acaba en un orfanato, donde es sumamente improbable que sea reclamado. Dos mujeres policía, una más veterana (Doona Bae) y otra más joven (Lee Joo Young) vigilan la iglesia y observan la entrega. Lo hacen porque sospechan que Dong-soo (Gang Dong Won), uno de los empleados de la iglesia y él mismo un huérfano, se lleva a los bebés que llegan sin información de contacto para después venderlos a familias que quieren adoptar irregularmente. Y aciertan: Dong-soo, junto a su socio Sang-hyeon (Song Kang Ho), hacen justamente eso, autoconvenciéndose de que en el fondo están librando a niños de los orfanatos.

Pero esta vez el robo no les acaba de salir bien. La madre del niño, So-young (Lee Ji Eun), se presenta a reclamarlo, ante lo cual Dong-soo y su socio la convencen de que la venta sería lo mejor para el bebé y además podría llevarse una parte del importe de la transacción. Entonces los tres se ponen en camino con el bebé en la maltrecha furgoneta de Sang-hyeon para venderlo. Mientras, las policías deciden seguirlos para intentarlos atrapar in fraganti cuando formalicen la operación. Pero las cosas se complican en varios sentidos. Hacen una parada en el antiguo orfanato de Dong-soo -donde mantiene amigos- y allí Hae-jin, un niño de siete años, se cuela en la furgoneta, haciendo buena parte del trayecto con ellos. Además algunas de las ventas se frustran, por lo que el proceso se alarga, impacientando a las policías y haciendo que ellos acaben desarrollando una relación cuasi familiar que les hace replantearse sus vidas.

Aunque el planteamiento sea de thriller, Broker pronto abandona cualquier pretensión de serlo para convertirse en melodrama y centrarse en los personajes; en sus historias personales y su interrelación. El guion de Koreeda mira con una generosidad casi sorprendente a lo que no dejan de ser traficantes de personas. Por un lado muestra sin tapujos sus motivaciones económicas, pero por otro nos muestra que son personas fundamentalmente buenas cuando tienen que tratar con otros en peor situación que ellos. Su viaje nos permite enterarnos de sus circunstancias. Sang-hyeon, interpretado con una bonhomía y humanidad impresionantes por Song Kang Ho, es un tipo de vida desastrosa que lamenta -y a la vez entiende- que no pueda mantener una relación cercana con su hija, que vive con la madre. No es extraño que acoja tan bien a Hae-jin, un niño tremendamente necesitado de una familia. Su socio Dong-soo, abandonado por su madre y criado en un orfanato, cree en lo que hacen. Inicialmente su actitud hacia So-young, una madre que abandona a su bebé, es hostil, pero poco a poco se irá acercando a ella y comprendiendo sus circunstacias. Todo esto hace que al final del viaje los cuatro se hayan convertido en una unidad familiar, extraña y no totalmente funcional, pero auténtica. Incluso las dos policías que los vigilan acaban suavizando sus opiniones.

En Broker Koreeda realiza su magia. Apoyado por una fotografía magnífica de Hong Kyung Pyo (Parásitos) y un reparto fantástico, en el que destaca la presencia de Song Kang Ho, un actor impresionante, logra crear una historia llena de humanidad y empatía que se nos va contando sin prisas, componiendo escenas antológicas. Como es normal en el director japonés, qué constituye una familia está en el centro de la narrativa. Como también es normal en él, logra mostrarnos alternativas muy lejanas a las convencionales a las que logra dotar credibilidad y calidez.

Pero a diferencia de sus mejores trabajos, Broker no me pareció una película redonda. El final de la película me pareció altamente implausible; no por la parte de los personajes básicamente, sino por la parte de los hechos. También me pareció que el personaje de la policía más veterana, al que se molesta en dotar de trasfondo, con un marido y unas opiniones, me parece poco desarrollado. Me pareció que su cambio de actitud entre el principio y el final de la historia no está suficientemente justificado.

Con todo, una película "de gama media" de Hirozaku Koreeda es una buena película. Broker está muy bien dirigida, fotografiada e interpretada. Logra emocionar cuando tiene que hacerlo y transmite una gran humanidad. No hay que perdérsela.

(c) 2023 Jordi Flotats