Crónica del cuarto día del Festival de Sitges. Películas vistas: Leonor Will Never Die, Unicorn Wars y A Man of Reason
Uno de los platos fuertes de hoy ha sido la entrega del premio Golden Honorary Award a Dario Argento, el legendario director italiano que popularizó el género del giallo en los años 70 con títulos tan emblemáticos como Suspiria o Rojo oscuro. El director presenta su última película Occhiali neri, un thriller protagonizado por su hija Asia Argento.
Yo empiezo el día en la sala Tramuntana viendo la película filipina Leonor Will Never Die, escrita y dirigida por Martika Ramirez Escobar. La Leonor del título es Leonor Reyes (Sheila Francisco) una mujer que fue una vez una parte importante de la industria del cine filipina después de crear una serie de exitosas películas de acción en la década de 1980. Ahora vive distraída, acompañada por su hijo Rudy (Bong Cabrera), que quiere emigrar pero está preocupado por ella. Su vida quedó marcada por la pérdida de su otro hijo Ronwaldo (Anthony Falcon) en accidente con arma de fuego en un rodaje. Aún ahora su fantasma se aparece a toda la familia. Cuando lee un anuncio que pide guiones, ella piensa en un que dejó inacabado sobre el joven Ronwaldo (Rocky Salumbides), decidido a vengar la muerte de su hermano a manos de matones. Leonor juega con la idea hasta que un accidente la deja en coma y la transporta dentro de su película inacabada, donde podrá vivir sus sueños más salvajes y decidir cómo acaba su historia.
Leonor Will Never Die es una película inclasificable que mezcla temas como lidiar con la pérdida de seres queridos, envejecer y el amor al cine y a las historias. La película mezcla con arte realidad y ficción, fantasmas, personajes y vivos en un cóctel tan personal como bien narrado. Porque la película no cuesta de seguir en ningún momento. Su reparto, encabezado por una encantadora Sheila Francisco está estupendo, regalando interpretaciones naturales. Y el ajustado presupuesto resulta suficiente para contarnos la historia que nos quiere contar Martika Ramirez Escobar. Si se entra en ella la película garantiza una hora y media fantástica.
A media tarde me voy al Auditori para ver la película franco-española de animación Unieron Wars, de Alberto Vázquez. El director estuvo en el Auditori para presentar la película e hizo subir a una gran parte del equipo que la llevó a cabo al escenario para que recibieran el reconocimiento del público. La película transcurre en un mundo en el que los ositos, todos masculinos, con vanidad increíble, están en guerra con los unicornios del bosque encantado, todos femeninos. Los ositos están decididos a acabar con los unicornios, mientras que estos sólo se limitan a defenderse de ellos si los atacan. Esta disparidad es debida a la profecía que los ositos creen a pies juntillas según la cual el que beba la sangre del último unicornio recibiría inmortalidad y belleza sin igual. Los protagonistas de la película son los hermanos Azulín y Gordi, reclutas del Ejército Osito durante la Guerra. Azulín está obsesionado con la perfección física y tiene grandes inseguridades que intenta compensar con una gran agresividad. Gordi en cambio es apacible y bondadoso. Ambos se integrarán en un pelotón que irá a reunirse con otro en la profundidad del bosque.
Unieron Wars es una película densa, que mezcla temas de películas antibélicas que examinan la locura inherente de los conflictos como Apocalypse Now con el control social de las religiones a través de la figura del capellán militar que acompaña al pelotón. Aparte de la trama de los ositos, el bosque está habitado por unos simios que parecen vivir al margen del conflicto y un unicornio huérfano que descubre un misterioso templo.
Unieron Wars tiene imágenes potentes y mezcla temáticas muy serias con fragmentos de humor algo absurdo (pero divertido). El gran problema que le encontré es que plantea más cosas de las que cierra, y argumentalmente se queda algo coja. De todas formas creo que merece la pena su visionado sólo por la originalidad del planteamiento.
Acabo el día en el Retiro para ver el thriller surcoreano A Man of Reason, ópera prima del actor Jung Woo-sung (El bueno, el malo y el raro o Hunt, vista en este Sitges). El actor y director presentó la cinta junto al actor Kim Jun-han y comentó las dificultades de un rodaje realizado en plena pandemia. Su-hyuk (Jung Woo-sung) es un ex convicto que ha pasado diez años en la cárcel sin delatar a ninguno de sus antiguos socios. Ahora sólo aspira a llevar una vida normal, con suerte con su ex novia Min-seo y su hija In-bi. Pero sus lazos con el mundo criminal son difíciles de cortar. Su antiguo compañero, ahora jefe de la organización (Park Sung-woong) se ha intentado dar un aire de legalidad a sus negocios; ahora su banda roba y asesina en nombre del desarrollo urbanístico. Y quiere que Su-hyuk se les una, pero el se niega, quiere llevar una vida ordinaria. Uno de los esbirros del jefe (Kim Jun-han) se extralimita e ordena a una pareja de extraños asesinos (Kim Nam-gil y Park Yoo-na) que acaben con él, algo que sólo traerá caos para todos.
A Man of Reason es un thriller estilizado, rodado con clase que recuerda -en clave menor- a títulos como A Bittersweet Life. La película cuenta con escenas de acción y persecución rodadas de forma impecable, al servicio de un trama sencilla pero efectiva. Gracias a esa buena factura técnica y a unas interpretaciones sólidas, encabezadas por el carismático Jung Woo-sung, la película funciona muy bien. No pasará a la historia del cine pero seguro que gustará a los amantes del thriller venido de Corea. Personalmente lo pasé en grande viéndola. Echaba de menos este tipo de producciones en el Festival.
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