EL ÚLTIMO DUELO

Ridley Scott demuestra con El último duelo que a sus 83 años continúa activo como siempre. La película, con un guion en el que participan Matt Damon y Ben Affleck, relata una historia inspirada en hechos reales sobre un duelo entre dos caballeros

Ridley Scott es un director que tiene en su haber una trayectoria larguísima, donde hay un poco de todo; desde clásicos del cine como Alien o Blade Runner; películas que dejaron huella en su momento como Thelma y Louise o Gladiator y películas muy olvidables. A sus 84 años se mantiene en activo con un ritmo de trabajo muy alto, estrenando casi cada año. En El último duelo vuelve a la ambientación medieval que ya trató en El Reino de los Cielos con un guion que firman Matt Damon, Ben Affleck y Nicole Holofcener. Damon y Affleck no firmaban juntos un guion desde El indomable Will Hunting por el cual ganaron el Oscar en 1997. La película se inspira en hechos reales que sucedieron en la Francia del siglo XIV para contar la historia de dos hombres egocéntricos hambrientos de poder y reconocimiento que usan a una mujer como peón de sus disputas usando el honor, la lealtad y la piedad como excusas.

La película arranca con un prólogo que presenta un duelo a muerte entre el caballero Jean de Carrouges (Matt Damon) y el escudero Jacques Le Gris (Adam Driver), celebrado delante de toda la Corte de Francia en París. Tras eso la película nos cuenta cómo se ha llegado a ese punto a través de los puntos de vista de Carrouges, Le Gris y de Marguerite (Jodie Comer), la esposa del primero. Al estilo de Rashomon, se nos presentan tres segmentos que se complementan para formar un mosaico.

El primer punto de vista es el de Carrouges, hijo del capitán de una fortaleza cuyo señor, Pierre d’Alençon (Ben Affleck) no le tiene en gran estima. Carrouges es un tipo simple pero ambicioso a su manera; su objetivo es la gloria militar y, a pesar de no ser un gran estratega, sí que es brutal y un gran combatiente. No es muy despierto, ni administra muy bien sus tierras, lo que le lleva a ir siempre corto de dinero, pero respeta las cadenas de mando y lleva una vida formalmente pía según los estándares de su tiempo. Se hace amigo de Jacques Le Gris durante el sitio de Limoges, cuando le salva la vida en un combate. Le Gris es su polo opuesto; su familia no tiene menos peso social, pero es un hombre inteligente, un buen administrador y un gran libertino, tres cualidades que le ganan el aprecio y la amistad de Pierre d'Alençon. Con el tiempo Carrouges empieza a resentir el favor de su señor hacia Le Gris, especialmente cuando lo nombra capitán de la fortaleza en su lugar cuando muere su padre. La cosa empeora cuando se casa con Marguerite, la hija de un traidor, un noble que se alió con los ingleses y volvió al redil. Unos terrenos correspondientes a la dote de su esposa pasaron a Le Gris en lugar suyo alegando que eran el pago de una deuda. Todo estalla cuando Marguerite acusa a Le Gris de violación. Tras la negativa de Pierre d’Alençon a acusar a Le Gris, Carrouges acude a la corte real de Paris y pide un juicio por combate. Si pierde Carrouges, Marguerite será quemada en la estaca. Si gana será exonerada y Carrouges adquirirá prestigio.

El segundo punto de vista es de Jacques Le Gris. Tal como lo ve él, Carrouges es petulante e incompetente; siempre tiene que cubrir sus errores y sus salidas de tono ante el señor Pierre d’Alençon. Su gusto por la fiesta licensiosa y el dinero que le proporciona se ganan su amistad y la propiedad de los terrenos a los que aspiraba Carrouges. Afirma estar enamorado de Marguerite, y que ese "amor" le da derecho a todo con ella. Tras violarla (aunque bajo su punto de vista la resistencia que ofrece Marguerite es sólo de cara a la galería), se confiesa de adulterio con un sacerdote. Cuando llega la acusación, Alençon lo defiende; cuando llega la amenaza del juicio por combate, decide seguir adelante por orgullo, ya que de ser declarado culpable sería sólo de un "crimen contra la propiedad".

La pieza final es la de Marguerite. Carrouges piensa que él es tierno y considerado con su esposa. Ella lo recuerda negociando incansablemente con su padre por la dote, o dejándola con su amargada suegra durante larguísimo tiempo mientras se va a disputar sus batallas, tiempo que ella aprovecha para intentar arreglar sus defectos en la gestión de sus tierras. También intenta que su marido no se enemiste con Le Gris porque no le conviene, pero sin llegar nunca a enamorarse de él. Su recuerdo de la violación es doloroso de contemplar. Ese hecho la rompe y decide plantarse; prefiere arriesgarse a arder que callar. Su marido la apoya al principio por orgullo y en última instancia por ambición. Si vence el duelo su prestigio aumentará.

El último duelo me ha parecido una película notable en muchos aspectos. Su trama combina elementos de blockbuster histórico, con batallas y un duelo final tan brutal como espectacular, con un argumento centrado en los personajes que pone de manifesto el horrible machismo medieval y los paralelismos que aún hoy persisten. Porque ya no celebramos juicios por combate, pero muchas agresiones sexuales quedan impunes por el temor de sus víctimas al escarnio público. En un curioso giro, la película tiene un extraño momento #MeToo, en el que Marguerite sólo logra el juicio por combate tras una campaña de acusación pública a Le Gris.

El reparto en general me parece excelente. La elección más sorpresiva, Matt Damon como Carrouges, se demuestra acertadísima. Damon, maquillado con numerosas cicatrices, transmite muy bien la fuerza bruta y la amenaza física de su personaje, pero también sus matices más sutiles. Adam Driver crea con su competencia habitual a un personaje con una vida interior más interesante, con más luces, pero con grandes sombras. Jodie Comer también está espléndida, transmitiendo mucho en poco tiempo. La elección que me pareció más discutible es la de Ben Affleck, un actor que me parece discreto -pero en cambio un gran director y guionista-. Teñido de un rubio muy falso, Affleck da vida a un noble libertino, satisfecho en general con su vida y sus privilegios.

Visualmente Ridley Scott realiza un gran trabajo, como casi siempre. La película tiene unos colores más bien grises y apagados que pegan muy bien con un periodo medieval presentado con crudeza y con la propia historia. Los escenarios, tanto reales como los que son resultado de efectos especiales, también están a la altura de la fotografía. Los combates, especialmente el duelo final, son brutales y están rodados de forma impresionante.

El principal defecto a mi parecer de la película es que es muy larga. Los tres puntos de vista tienen demasiados puntos comunes que alargan la trama hasta las dos horas y media y le añaden reiteraciones innecesarias. Aparte de esto, la historia y la realización me han gustado mucho. Me ha parecido uno de los mejores trabajos de Ridley Scott en los últimos años.

(c) 2021 Jordi Flotats