A NUVEM ROSA

La directora brasileña Iuli Gerbase escribió en 2017 y rodó en 2019 una historia en la que la población del mundo tiene que recluirse en sus domicilios. Antes que la realidad nos mostrara cómo es esta experiencia, la película se muestra extrañamente acertada.

El debut en la dirección de la brasileña Iuli Gerbase, A nuvem rosa (la nube rosa), con un guion escrito por ella misma, sólo puede describirse como clarividente. Tan clarividente que la película arranca con un cartel con un descargo de responsabilidad: la historia se escribió en 2017 y se rodó en 2019, por lo que la similutud de las situaciones que describe con la actualidad es pura coincidencia. Y es que Gerbase escribió una película sobre cuarentenas y confinamientos domiciliarios de la población antes del maldito COVID-19 que además acierta bastante con las muchas de las reacciones y situaciones que se están dando durante la pandemia.

En un arranque mudo con una música algo disonante vemos como una misteriosa nube rosa aparece en todo el mundo. La nube mata en unos diez segundos a cualquier persona que la respire (aunque parece no afectar a los animales). Rápidamente las autoridades ordenan el confinamiento domiciliario de toda la población, ya que detrás de las ventanas de una casa la gente está a salvo de la nube. Los protagonistas de la historia son la diseñadora web Giovana (Renata de Lélis) y el quiropráctico Yago (Eduardo Mendonça). Están en el piso de ella tras pasar una primera noche juntos cuando aparece la nube y los obliga a compartir el piso y negociar los términos de su relación a medida que la situación se va alargando sin signos de parar. Pasan por diferentes etapas: amigos, amigos que mantienen sexo casual y eventualmente amantes, pero ninguna termina de cuajar completamente. Cuando más tiempo pasa, más parece que pueden pasar sus vidas allí, y se ven obligados a decidir cosas importantes sobre su futuro.

Mientras tanto la comunicación con el mundo pasa a depender completamente de las pantallas y los teléfonos con la gente menos acostumbrada a las tecnologías de internet. El anciano padre de Yago quedó sólo con su cuidador, lo que lo preocupa sin cesar, mientras que la hermana adolescente de Mariana se quedó con un grupo de amigas de su edad en un piso con el padre de una de ellas. Mariana y Yago reaccionan de formas distintas al encierro; ella se desespera por la falta de contacto social y de espacios abiertos, algo que no puede superar ni en los mejores momentos, mientras que él no se siente tan restringido; su forma de ser más flemática le permite aguantar mejor la situación.

Desde el punto de vista práctico el argumento de A nuvem rosa es un desastre; es imposible mantener en marcha una sociedad (con electricidad, internet, televisión, cadenas de suministros, fábricas, etc.) con todo el mundo encerrado en casa, y en la película llegan a pasar años en esta situación sin que les falte nada de todo esto. Pero claramente no es esto lo que le interesaba explicar a Iuli Gerbase, lo que le interesa son los efectos psicológicos de un encierro "confortable"; con comida, suministros, compañía presencial reducida, y con internet para mantener contacto con el resto del mundo. Vaya, lo que vivimos -los que fuimos afortunados de tener todo esto- durante semanas en 2020 durante lo peor de la pandemia de COVID-19. Y así como en lo práctico fracasa, en lo psicológico acierta de pleno; las reacciones de los tres personajes -dos adultos y un niño- son absolutamente creíbles. La convivencia continuada y forzosa y el aislamiento provocan en ella tristeza, una lenta desesperación y un encierro en si misma. Él se lo toma de otra forma; intenta aprovechar el tiempo para construir una pareja y, sin dejar de ver sus consecuencias negativas, se adapta y se conforma al encierro. Nuestra desgraciada experiencia de primera mano en una situación similar me hizo venir a la cabeza casos parecidos -con grados intermedios- a ambos. Esto convierte a A nuvem rosa en una historia extrañamente presciente, a veces dolorosa de contemplar.

2021 Jordi Flotats