EIGHT FOR SILVER

Sean Ellis escribe, dirige y fotografía una historia de terror visualmente impecable que le intenta dar un giro distinto al mito del hombre lobo

Eight for Silver es el quinto trabajo como director del británico Sean Ellis, una película de terror cuya génesis ha controlado por completo, ya que también firma el guion y la fotografía. La película nos plantea una historia de licántropos poco habitual, con una ambientación de época y una fotografía impecables, pero que falla un poco en su desarrollo argumental.

La historia arranca durante la Primera Guerra Mundial, donde la cámara sigue a un grupo de soldados franceses que cargan contra la trinchera enemiga rodeados de una nube de gas mostaza. La matanza es brutal; Edward, un de los atacantes es herido de bala y llevado al hospital de campaña donde un grupo de médicos corta hemorragias como puede y amputa miembros a toda prisa. No sobrevive a las heridas, pero una de las balas que le extraen es extraña: es de plata y no ha sido disparada por los alemanes. Es enviada a su familia junto con la noticia de su muerte.

Tras este prólogo, brutal y bien realizado, la historia retrocede 35 años en el tiempo hasta finales del siglo XIX. Allí la familia Laurent vive en una gran mansión en una zona rural. La familia está formada por el patriarca Seamus (Alistair Petrie), su esposa Isabelle (Kelly Reilly) y sus hijos Charlotte (Amelia Crouch) y Edward (Max Mackintosh). En la zona han acampado unas familias de origen romaní que afirman tener derechos legales sobre un pedazo de terreno cercano. Y parece que tienen razón, pero a Seamus y a los otros ciudadanos pudientes de la zona no les hacen ninguna gracia, así que intentan echarlos. Cuando se niegan a irse, les mandan hombres armados para desalojarlos, pero la situación se les va de las manos y acaban matándolos a todos. No antes que una de sus ancianas maldiga a todo el pueblo y a la tierra que los aloja. Pronto los niños de la localidad empiezan a tener pesadillas sobre los romaníes asesinados y sobre criaturas que rondan por la localidad. Encuentran a un niño muerto y el pequeño Edward desaparece. Alarmados, los lugareños traen al famoso patólogo John McBride (Boyd Holbrook) para que investigue qué puede estar pasando, pero la situación empeora cada vez más.

Eight for Silver es una película que se toma su tiempo en arrancar con lo que realmente nos quiere contar. Tras una introducción estupenda, vuelve a realizar una segunda introducción para contarnos el escenario en el que el pueblo queda maldito. El nudo de la historia no empieza hasta pasada más de media hora de metraje, lo que en sí no es necesariamente malo, aunque a mi se me hizo un poco largo. La parte central, en la que se desarrolla la maldición y aparecen las criaturas que la llevan a cabo, me pareció algo reiterativa en los sueños y desapariciones. Ese tiempo no se emplea en el desarrollo de los personajes, que resultan algo planos, lo que dificultó que me importara su destino.

En el apartado visual la película me pareció excelente. La fotografía de Sean Ellis, llena de verdes y grises, con una iluminación preciosa con luz natural en las nocturnas, logra dar a las imágenes un aire de inquietud sin necesidad de sustos fáciles. La dirección de las escenas multitudinarias, como la inicial o la matanza de los romaníes, también me pareció muy buena, con una cámara atenta a los detalles. El diseño de los monstruos, una vuelta de tuerca al clásico licántropo, es novedoso y tiene una estética muy particular pero que funciona muy bien.

Eight for Silver tiene valores de producción muy buenos; dirección, fotografía, vestuario y actores están a gran nivel. Me falló un poco su guion, cuyo desarrollo hace que a la película tenga escenas algo reiterativas y falte desarrollo de personajes. Lástima, porque estéticamente da gusto de ver y con algo más podría haber sido una gran película.

(c) 2021 Jordi Flotats