UN HOMBRE LOBO ENTRE NOSOTROS

Comedia de terror que realiza un juego de cluedo con un grupo de vecinos de un pueblo remoto. La película juega con el misterio pero también aprovecha para satirizar la polarización de la sociedad estadounidense actual

Josh Ruben es un actor que debutó como director con Scare me, una ingeniosa historia de terror cuyo paso por Sundance dejó buen sabor de boca. Su segundo trabajo Un hombre lobo entre nosotros, ha sido estrenado en España en el servicio de streaming Amazon Prime Video tras su paso por el Festival de Sitges. La película mezcla con ingenio la comedia, el terror y el misterio poniendo de relevancia la diferencia social e ideológica que divide profundamente Estados Unidos.

La historia arranca con un guardabosques, Finn (Sam Richardson), que viene a ocupar su plaza al pueblo de Beaverfield. El pueblo está situado en una zona remota, montañosa y nevada de los Estados Unidos. Allí conoce a Cecily (Milana Vayntrub), la cartera local, una mujer simpática y cordial que le pasea por el pueblo mientras hace su reparto y le va contando los trapos sucios de todos. Está la propietaria del hotel, Jeanine (Catherine Curtin), una mujer apagada por el reciente abandono de su esposo. Está el matrimonio entre Devon y Joachim Wolfson (Cheyenne Jackson y Harvey Guillén), urbanitas y adinerados, que se han mudado al campo y abierto un estudio de yoga. En total contraposición están los ultraconservadores Trish y Pete Anderton (Michaela Watkins y Michael Chernus), que actualmente se dedican al sirope de arce, pero que sueñan con abrir una tienda de objetos artesanos. También están los extravagantes Marcus y Gwen (George Basil y Sarah Burns), que llevan el garaje local. En el hotel se aloja Sam Parker (Wayne Duvall), un hombre que trabaja en una gran empresa que está en el pueblo para conseguir los permisos de todos los vecinos para construir un oleoducto que sería ambientalmente dañino pero lucrativo. El oleoducto enfrenta a los vecinos amargamente. Los que están en contra han invitado al hotel a la doctora Ellis (Rebecca Henderson), una académica que estudiaría el impacto ambiental. A la mezcla hay que añadir el ermitaño Emerson Flint (Glenn Fleshler), un tipo que vive en una cabaña aislada, intenta vivir de la caza y desprecia todos los demás.

Justo antes de una gran tormenta de nieve que deja al pueblo incomunicado, los vecinos descubren que alguien les ha saboteado sus generadores (usando al parecer enormes garras). Por eso deciden reunirse todos (excepto el ermitaño, claro) en el hotel. Allí descubren el cadáver del marido de su propietaria, que al final resultó que no la había abandonado, con marcas de garras y mordiscos. Durante la noche se producirán ataques que les harán pensar que el responsable de todo es un licántropo. Peor, que el licántropo es uno de ellos.

Un hombre lobo entre nosotros aparentemente se basa en un videojuego, aunque su adaptación me parece muy libre. La película mezcla con ingenio sus diferentes elementos, creado una dinámica muy divertida entre un guardabosques que es genuinamente un buen tipo, siempre intentando concialiar a todo el mundo y un grupo de personajes ridículos, cada uno a su manera, siempre enfrentados por un tema u otro. La relación romántica entre el guardabosques y la cartera también funciona muy bien gracias al buen trabajo actoral de Sam Richardson y Milana Vayntrub, sin duda los más destacados de un buen grupo de actores. El guion de Mishna Wolff introduce dentro de la trama una buena dosis de crítica social y política sobre el horrible grado de polarización social y política en los actuales Estados Unidos. Curiosamente no introduce el que podría ser un obvio tema racial -Finn es el único afroamericano del pueblo-, pero sí que le da una óptica feminista al final de la película.

Un hombre lobo entre nosotros me ha parecido una película muy correcta. Perfecta para pasar una hora y media muy divertida que seguro que gustará a todos los que haya gustado Knives Out, ya que básicamente es una comedia de misterio con un elemento de terror muy suave añadido a la mezcla.

(c) 2021 Jordi Flotats