TITANE

Julia Ducournau vuelve a demostrar que le interesan las pulsiones corporales extremas con Titane, una película donde además explora las relaciones entre padres e hijos

La directora francesa Julia Ducournau debutó en 2015 con Crudo, una película sobre un adolescente vegetariano que acaba desarrollando un apetito incontrolable por la carne humana. En su siguiente trabajo, Titane, continua manifestando su fascinación por las vulnerabilidades, los apetitos de nuestros cuerpos y los intentos que hacemos por controlarlos, con una historia extraña con toques fantásticos que logró convencer en Cannes, llevándose la Palma de Oro.

La protagonista de Titane es Alexia (Agathe Rousselle), una joven que lleva implantada una placa de titanio en el cráneo, que lleva rapado por ese lado para que resulte visible. La película empieza con ella de niña, yendo en coche con su padre; está molestándolo con sus ruidos hasta que al final se distrae y tienen el accidente que lleva a la colocación de su implante. Pero lejos de coger miedo a los coches desarrolla por ellos una extraña filia. Ya de adulta se dedica a los bailes exóticos en ferias de automóviles tuneados. Aunque su papel allí sea de mujer-florero, está lejos de serlo. Su filia erótica con los coches le hace disfrutar de su trabajo, y a aparte de eso tiene una veta homicida que la lleva a cometer una serie creciente de asesinatos. Por mucho que intente que no la descubran, pronto circula un retrato-robot con su cara. Además descubre que está embarazada, aunque sólo haya mantenido sexo con coches. Eso hace que huya de su ciudad sin mirar atrás. En una estación ve un cartel con la imagen generada por ordenador del aspecto que tendría hoy un niño desaparecido años atrás. En un impulso, se rapa, se rompe la nariz y se presenta como el desaparecido. El padre, Vincent (Vincent Lindon), se presenta a un reconocimiento visual y lo identifica como su hijo, rechazando además un análisis de ADN. Vincent, un tipo musculoso de mediana edad, es jefe de bomberos de una ciudad de provincias adicto a los esteroides, que se pincha regularmente para no perder su forma física. Vincent se lleva a Alexia (ahora Adrien) con él al cuartel donde vive y allí se ocupará de cuidar de ella quiera o no quiera.

Titane tiene dos partes muy diferenciadas; en la primera se presenta a Alexia, totalmente desapegada de sus padres, sin prácticamente relaciones humanas que no acaben en ella matando a alguien. Ducournau narra esta parte con ritmo, energía y a veces con un oscuro sentido del humor, en escenarios casi siempre nocturnos. Pero todo este planteamiento parece tener el triple objetivo de dejar a la protagonista en manos del jefe de bomberos, explorar las urgencias corporales de la gente y de provocar al respetable.

En la segunda parte se explora la paternidad y qué significa realmente cuidar de alguien a través de la obsesión de Vincent por ser padre y cuidar de su hijo. Aunque no sea su hijo, sea una mujer y esté embarazada de un Cadillac, Vincent se ciega por completo. Pero le demuestra a Alexia un amor y una paciencia sobrehumanas, haciendo que poco a poco ella le empiece a coger afecto y por un breve tiempo estén bien el uno con el otro. Aunque claro, uno de los temas de la cinta parece ser la fragilidad de nuestros cuerpos, por lo que nada dura mucho tiempo. Esta segunda parte tiene menos humor (algún momento tiene) y menos ritmo, pero mucho más contenido. Me dio la sensación que esto es lo que realmente nos quería contar la directora.

Titane tiene una realización muy cuidada; me encantó cómo usó la directora los entornos y la iluminación para contar y matizar las imágenes. Por ejemplo, dentro del entorno ultramasculino del cuartel de bomberos la luz tiene un matiz rosado que complementa bien con la gran vulnerabilidad que esconde su jefe bajo su exterior autoritario. Su música también me gustó mucho.

Los dos actores protagonistas están muy bien. Agathe Rousselle, cuyo personaje tiene muy poco trasfondo, usa su carisma y fisicidad en la primera parte para transmitir fuerza. En la segunda parte logra atenuar ese carisma por completo hasta hacerse muy pequeña, continuamente asustada por la posibilidad de ser descubierta y entregada. Vincent Lindon, cuyo personaje tiene mucha más miga, está estupendo. Es un actor muy expresivo que no sobreactúa en ningún momento y está creíble tanto en los momentos en los que saca la parte más dura y autoritaria de su personaje como en los que hace salir a la luz su enorme vulnerabilidad.

En conjunto Titane me ha parecido una buena película. Pienso que los temas que explora los podría haber explorado con más efectividad sin las partes más epatantes del argumento, que a mi a ratos me parecieron algo gratuitas. Pero la realización, los actores y muchas de las escenas tomadas por separado me han absorbido. No sé si se merecía la Palma de Oro pero sí que es una película diferente.

(c) 2021 Jordi Flotats