Crónica del cuarto día del Festival de Sitges. Películas vistas: Belle, Historias para no dormir: Freddy y El Asfalto y Dead & Beautiful
Hoy se ha presentado la película islandesa Lamb, una de las propuestas más extrañas de este Festival. La película sigue a una pareja de granjeros que han perdido a su hijo que adoptan un extraño cordero y lo crían como si fuera humano. El director Valdimar Jóhansson y la actriz Noomi Rapace -que ya presentó ayer The Trip- han estado en Sitges presentando esta historia triste con toques de folk-horror.
Hoy Mamoru Hosoda ha sido unos de los protagonistas del día en el Festival. Por la mañana ha impartido una clase magistral donde exploró el espacio entre el mundo virtual y el real, un tema presente en buena parte de su filmografía. Por la tarde ha recibido el Gran Premio Honorífico en el Auditorio de manos del director del Festival, Ángel Sala. Hosoda ha comentado que hacía treinta años que tenía ganas de hacer su propia versión de La Bella y la Bestia y también ha remarcado la evolución del rol de la mujer del cuento original, pasando por la versión de Disney a la actualidad. Ha manifestado que la animación debería cruzar fronteras y producirse colaboraciones entre creadores japoneses, estadounidenses y europeos y se ha declarado fan del animador irlandés Tomm Moore. Ha comentado que en su película, como en la actualidad, hay dos realidades, la "real" y la que ofrece el mundo virtual y que se centró en dotar de verosimiltud a ambas. Se ha mostrado optimista en que las nuevas generaciones sabrán adaptarse a esta situación.
Empiezo mi día en la sesión de las 9:00 en El Retiro de The Boy Behind the Door, de David Charbonier y Justin Powell. La película empieza con dos niños que están cruzando un campo de camino a un partido de baseball. Antes que puedan llegar alguien les secuestra y los mete en el maletero de su coche. Los conduce hasta una casa aislada en el campo, se lleva a uno de ellos y deja al otro encerrado en el maletero. Éste logra abrirlo y liberarse; empieza a huir pero finalmente decide quedarse para intentar liberar a su amigo. La persona que los ha secuestrado ha encandenado y encerrado al niño en una habitación del piso superior de la casa y parece que lo ha "alquilado" a un pederasta y se ha ido. Su amigo tendrá que enfrentarse primero a él para poder liberarlo. Pero ese será sólo será el primer obstáculo en una noche tan larga como horrible.
The Boy Behind the Door es una película con un planteamiento muy simple pero muy bien realizada. La historia que nos plantea no va mucho más allá de las peripecias que sufre el niño protagonista para liberar a su amigo y sobrevivir a una situación terrible, pero está muy bien contada. Las decisiones que toman los personajes no siempre son muy lógicas, a veces parece que las tomen para que la película pueda proseguir, pero eso no perjudica demasiado al argumento. Me pareció espectacular la interpretación de Lonnie Chavis, el niño protagonista. La dirección me pareció muy efectiva; dota a la cinta de ritmo y tensión en todo momento y engancha a la historia. Aunque no creo que pase a la historia The Boy Behind the Door, está bien realizada y resulta muy entretenida.
Sin tiempo que perder me dirijo al Auditori para ver la versión en 4K del clásico del fantástico español El día de la Bestia, de Álex de la Iglesia. Pude constatar que si no fuera por los efectos especiales, la película, realizada en 1995, podría haber sido estrenada hoy mismo. Su imaginario, su humor y su mala leche continuan completamente vigentes. El trío de actores protagonistas, Álex Angulo con su cura obsesionado por evitar el Apocalipsis, Santiago Segura, su colega heavy y Armando de Razza, el ocultista televisivo, realizan grandes interpretaciones y tienen una química increíble juntos. Su edición en 4K pone de relieve las transiciones en las escenas de efectos visuales de un modo tan brutal que casi es alucinógeno. Su banda sonora, encabezada por el temazo de Def Con Dos, me continúa enganchando igual que el primer día. Que rato más bueno he pasado.
Tras la proyección, el director Álex de la Iglesia que también presenta en Sitges Veneciafrenia, su último trabajo, estuvo en el Auditori para responder algunas preguntas del público. El director contestó con gran fluidez, generosidad y sentido del humor a las preguntas del público. Habló de lo precario del rodaje de la película, en un Madrid invernal muy frío en el que Santiago Segura se pasaba horas en camiseta de manga corta, en el que pasaban hambre y dormían varios en la misma habitación para recortar costes. Pero también del proceso de aprendizaje de lo que significaba hacer una película y contar una historia. El personaje del heavy amigo del sacerdote nació por la necesidad de dotar al cura protagonista de alguien al quien pudiera contar su historia para no transformarla en un monólogo interno. Inicialmente se lo ofreció a Javier Bardem y a Gabino Diego, quien sugirió que lo interpretara su amigo Santiago Segura, en el que no había pensado porque sus gustos musicales estaban a las antípodas del metal. También habló del inesperado éxito de la cinta, que fue presentada en el Festival de Sitges, donde fue mal recibida por la crítica -le llegaron a sugerir que eliminara la escena en el cartel de Schweppes-. Se estrenó en una sala pequeña de Madrid, donde el boca a boca acabó provocando colas para verla hasta que acabó despegando comercialmente. Incluso recibió catorce nominaciones a los premios Goya, de las que se llevó seis: mejor dirección, mejor actor revelación para Santiago Segura, mejor dirección artística para José Luis Arrizabalaga y Biaffra, mejor maquillaje y peluquería para José Quetglas y José Antonio Sánchez, mejor sonido para Miguel Rejas, Gilles Ortion, José Antonio Bermúdez, Carlos Garrido y Ray Gillon y mejores efectos efectos especiales para Reyes Abades, Juan Tominic y Manuel Horrillo.
Cuando le preguntaron si hoy en día se podría rodar una película tan gamberra, el director evitó entrar en el tema; prefirió reivindicar unas declaraciones que había oído a Jose Luis Garci en las que -curiosamente- reivindicaba el presente y renunciaba a la nostalgia por el pasado; el nuevo cine se tenía que enfocar hacia el futuro. En la misma línea el director comentó que hoy en día se tenía que intentar hacer la película que se hará en 2030, no la que se hizo en 1995, algo muy difícil que quizás sólo ocurre una o dos veces en la vida.
Finalizó la charla respondiendo a un espectador que le pidió consejo para iniciarse en la dirección de cine. El director contestó que "paciencia, paciencia y además paciencia". Comentó que cuando había empezado tenía dudas sobre si un grupo de profesionales con un montón de películas a sus espaldas le haría caso a un director novel y le había sorprendido constatar que sí. Los profesionales realizan su trabajo, pero delegan la responsabilidad de las decisiones en el director, sea quien sea. Y es el director el que tiene que lidiar con los mil problemas que surgen en un rodaje, que tal como comentó, era como una experiencia vital condensada en pocos meses, con todo lo bueno y lo malo. Por eso lo imprescindible es la paciencia.
Por la tarde vuelvo al Auditori para ver los dos primeros episodios de Historias para no dormir, Freddy y El asfalto. La serie, producida por Amazon Prime y RTVE, está compuesta por cuatro episodios dirigidos e interpretados por grandes nombres del cine español que revisitan algunas de las mejores historias que se vieron en la mítica serie creada por Narciso Ibáñez Serrador que se emitió entre 1966 y 1982. El Festival programará los cuatro episodios en dos sesiones. La sesión de hoy fue presentada por los productores Alejandro Ibáñez (hijo de Narciso Ibáñez Serrador) y Victor García, el director y reparto de Freddy, Paco Plaza, Adriana Torrebejano y Miki Esparbé y la directora y reparto de El Asfalto, Paula Ortiz, Inma Cuesta y Dani Rovira. Todos se mostraron encantados con el resultado de la serie y con su proyección en la pantalla grande en el Festival. La anécdota la protagonizó Alejandro Ibáñez, que justo antes de que todos bajaran del escenario volvió a pedir el micro porque había olvidado los agradecimientos a las compañías que produjeron la serie.
Freddy, dirigido por Paco Plaza, se separa un poco del capítulo original de la serie, ambientando la acción en la década de 1970 durante un rodaje de Narciso Ibáñez Serrador, que aparece como personaje. El actor protagonista (Miki Esparbé) interpreta a un ventrílocuo con un muñeco demoníaco, pero el rodaje va muy mal; está nervioso, nada convincente y el reparto murmura que está allí por sus conexiones familiares. Entonces Chicho le da un nuevo muñeco muy especial, que afirma que viene de Italia para que le ayude a motivarse y puedan empezar de nuevo el rodaje con mejor pie. Cuando llega ese momento, el nuevo muñeco cobra vida y de algún modo controla al hombre; cuando termina la escena él no recuerda nada, pero el equipo está encantado con su genial improvisación. Por este motivo decide disimular y permitir que el muñeco se salga con la suya. Así las cosas mejoran para él, pero cuando se enamora de una de las actrices (Adriana Torrebejano), todo toma un giro perverso.
La idea de convertir Freddy en un rodaje del propio Narciso Ibáñez Serrador me parece fantástica. La dirección de Paco Plaza también me ha parecido muy buena, así como su guion, lleno de momentos de humor gamberro muy divertidos y que crea personajes con reacciones muy vívidas y creíbles. El giro final de la historia también es muy bueno y está plenamente en sintonía con el material original. Un gran inicio de serie.
El asfalto, dirigido por Paula Ortiz, sigue a un repartidor en bicicleta ya cuarentón (Dani Rovira) cuya esposa (Inma Cuesta) está a punto de tener un hijo. Han quedado por la tarde para la última ecografía antes del parto, así que se preocupa de la hora durante toda la ruta. Pero en un momento dado, mientras circula por un callejón, su bicicleta se traba. Asombrado, ve que sus ruedas se están hundiendo en el asfalto de la calle. Mientras mira qué puede estar sucediendo él mismo empieza a hundirse de forma lenta pero inexorable. Empieza pidiendo ayuda a los transeuntes, pero nadie le hace mucho caso. A partir de cierto punto le empiezan a tirar monedas, como si fuera un espectáculo callejero. Desesperado, llama a emergencias, publica su situación en las redes sociales y finalmente llama a su mujer. Cuando ella llega, ya está muy hundido y por fin llegan los bomberos para ayudar, pero también la televisión, que acaba de convertir la situación en un espectáculo.
El asfalto sigue el espíritu de la historia original, basada en un relato de Carlos Buiza, pero adaptándola a nuestra época actual. Su protagonista es observado por todos, ya sea directamente, por las redes sociales o la televisión, pero no tomado en serio por nadie excepto por su esposa. Su trabajo, repartidor a domicilio, encima le sitúa dentro de la "gente invisible", omnipresentes en nuestras ciudades pero ignorados por todos. Dani Rovira realiza un trabajo muy bueno dotando de humanidad, humor y desesperación a su personaje. Otro gran capítulo de esta antología.
Termino el día en el Casino Prado viendo la película taiwanesa Dead & Beautiful, dirigida por el director holandés afincado en ese país David Berbeek. Los protagonistas de la historia son cinco jóvenes veinteañeros, tres chicos y dos chicas, pertenecientes al 1%, hijos de familias con fortunas gigantescas. Dos están casados y otros dos son pareja, mientras que el quinto se dedica más a viajar por el mundo. En su relativamente corta vida consideran que ya han probado casi todo y para entretenerse se dedican a realizar "retos", actividades organizadas por uno de ellos que otros tienen que seguir obligatoriamente. La película arranca con la llegada del viajero a la ciudad, al que han convencido que uno de ellos había muerto para revelarle tras unas horas que estaba vivo. El seguiente reto los lleva a una selva cercana, donde un extraño chamán les da a beber una bebida que los deja fuera de combate. Cuando despiertan tienen los dientes afilados y el chamán está muerto, con marcas de colmillos en el cuello. ¿Son vampiros? Intrigados, los jóvenes empiezan a explorar su nueva no-vida.
Dead & Beautiful es una película con una fotografía muy buena, visualmente agradable de ver pero con un argumento que me pareció muy justito. Los personajes, en su mayoría ricos aburridos con poca vida interior -al menos en apariencia-, ni me parecieron interesantes ni pude empatizar mucho con ellos. Los giros de guion imprevistos no me lo parecieron demasiado y el ritmo narrativo me pareció demasiado lento. En demasiados momentos me pareció estar viendo un videoclip. De momento lo peor que he visto en esta edición del Festival.
(c) 2021 Jordi Flotats