EL EJÉRCITO DE LOS MUERTOS

Zach Snyder vuelve al cine de la mano de Netflix con una superproducción que mezcla el género de zombies con el de atracos y que tiene una ambientación perfecta: Las Vegas. El resultado final tiene las virtudes y los defectos de este director.

Zach Snyder debutó en la dirección con El amanecer de los muertos en 2004, un remake del clásico de zombies de George A. Romero guionizado por James Gunn. La película ponía al día el original con respeto y considerable habilidad, convirtiéndose en una de las mejores películas del género de su década. Tras ese debut, Snyder alcanzó fama y notoriedad con películas como 300 o Watchmen, lo que le sirvió para entrar en la franquicia de películas de DC con El hombre de acero, Batman vs Superman y La Liga de la Justicia, de la cual se acaba de estrenar un montaje de más de 4 horas que se supone que es el que el director quería. Confieso por anticipado que, exceptuando El amanecer de los muertos, el resto de películas de este director no me ha entusiasmado o directamente no me ha gustado. Su preocupación por la estética es indudable, y muchas veces consigue imágenes impactantes, pero la palabra "sutil" no figura en su diccionario, lo que lastra casi todo su trabajo, especialmente Watchmen, la más rica argumentalmente. En general considero sus películas demasiado largas -incluso sin su "director's cut"- y, especialmente las del Universo DC, demasiado serias. Dicho esto, me resulta complicado resistirme a una película de zombies, así que a pesar mis reticencias con su autor, no pensé ni por un segundo que me perdería El ejército de los muertos, realizada por Netflix como su blockbuster veraniego.

La historia arranca con un convoy militar que traslada un contenedor metálico misterioso por el desierto de Nevada de una base secreta a otra. Por el camino chocan con el coche de dos recién casados en Las Vegas y el contenedor se abre. De allí sale lo que parece un zombie evolucionado: rápido, fuerte y listo, que pronto se encarga de los supervivientes del accidente y se dirige hacia Las Vegas, donde se desatará la epidemia zombie. Tras esta pequeña introducción sigue un montaje rapidísimo, casi sin diálogos, con una versión irónica de Viva Las Vegas sonando, donde vemos a los futuros protagonistas de la película intentar salir de la ciudad infestada de zombies mientras ayudan a otras personas a escapar. Al final de ese montaje vemos que la infección se contiene colocando una barrera de contenedores alrededor de la ciudad, dejando a los zombies dentro. Tras pasar un tiempo, algunos de los refugiados aún están en campamentos a su alrededor, retenidos por ser potenciales portadores de la infección. Además el presidente ha decidido tirar una pequeña cabeza nuclear sobre la ciudad para acabar con la plaga. En este contexto, el protagonista de la película, Scott Ward (Dave Bautista), un mercenario que participó activamente en el escape inicial de la ciudad y que ahora trabaja como cocinero en un restaurante de mala muerte, recibe la visita del millonario señor Tanaka (Hiroyuki Sanada). Éste le propone un robo a su propio hotel y casino en Las Vegas: en la cámara acorazada del edificio aún hay 200 millones de dólares, de los que él ha cobrado ya el seguro. El plan consiste en entrar en la ciudad 48 horas antes de que sea bombardeada a través de una de las entradas clandestinas situadas en un campamento de refugiados, ir hasta el hotel, reventar una sofisticadísima caja fuerte, recoger el dinero y huir con un helicóptero situado en la azotea del edificio.

Scott acepta, en parte porque está harto de lo que hace y en parte para poder dar el dinero a su hija Kate (Ella Purnell), con la que no se habla desde que tuvo que matar a su esposa tras haberse convertido en zombie y que ahora trabaja como voluntaria en el campo de refugiados. Reúne a un equipo formado por antiguos compañeros de huida como Cruz (Ana de la Reguera), una antigua amante o Vanderoe (Omari Hardwick), un improbable filósofo con gran musculatura y una sierra circular como arma fetiche y nuevos miembros como Dieter (Matthias Schweighöfer), un alemán especialista en cajas fuertes; Guzman (Raúl Castillo) y Chambers (Samantha Win) que cazan zombies como deporte de riesgo y Marianne (Tig Notaro), una veterana piloto cínica y de vuelta de todo. Al grupo el señor Tanaka les añade a un miembro de su seguridad privada, Martin (Darren Dillahunt), cuyas gafas de sol gritan "¡villano!". Scott visita a Kate para aprovechar sus contactos para entrar en el campamento de refugiados y contratar a una "coyote", Lilly (Nora Arnezeder), una mujer los ayudará a entrar en Las Vegas y los guiará hasta el hotel. Kate accede a cambio de que le permitan apuntarse a la expedición para tratar de encontrar a una amiga refugiada que entró días atrás con la esperanza de conseguir dinero para sus hijos. Una vez dentro de la ciudad, se dan cuenta que hay dos tipos de zombies: el lento y letárgico, generalmente adormecido por falta de alimento y un grupo mucho más activo, rápido e inteligente que ha formado una pequeña sociedad presidida por el zombie original que vimos en la introducción. Como es de esperar, el plan original sufrirá los embates de la realidad y el grupo tendrá que luchar muy duro para sobrevivir.

A mi parecer, El ejército de los muertos tiene virtudes y también grandes defectos. Entre las virtudes está el planteamiento de la película: rodado con ritmo y sentido del humor, el inicio nos conduce a una situación que es el sueño de los fans de las películas de zombies: una infección en Las Vegas. Pero la película no va exactamente de eso: un montaje frenético de retazos de las vivencias de los protagonistas de la película y otros hechos aislados nos muestran la evolución imparable de esa infección y la solución de aislar la ciudad. Este montaje en sí constituye una minipelícula cuya versión de 90 minutos me hubiera encantado ver. En este sentido la introducción remite a Zombieland, cuyo magnífico inicio nos cuenta cómo se ha ido todo al carajo y nos introduce al nuevo mundo posterior. Tras el inicio, la propuesta también tiene su interés: mezclar esa Las Vegas llena de zombies -lentos, rápidos, listos, tontos, robots- con el cine de atracos, en el que un grupo de especialistas tienen que llevar a cabo un plan imposible para conseguir un botín imposible.

Zack Snyder tiene sentido del espectáculo y la acción y en El ejército de los muertos hay mucho de las dos cosas: la acción es trepidante y está rodada con crudeza y con ritmo. Cuando empiezan las luchas, la película entretiene y mucho. El casting de la película es muy correcto; Dave Bautista ejerce como estólido héroe de acción bien rodeado por un reparto mucho más expresivo. Destaca la vis cómica de Tig Notaro, que curiosamente fue una adición de última hora a la película: su personaje lo grabó otro actor que se vió afectado por un escándalo y sus escenas fueron regrabadas con Tig Notaro usando croma y sin tener contacto con prácticamente ningún miembro del rodaje.

Entre los defectos de la película llama la atención su excesiva duración: dos horas y media son demasiadas para lo que nos quiere contar Zack Snyder. La trama padre-hija es muy forzada y no aporta demasiado; algunos personajes secundarios sobran, aparecen y luego su trama no se resuelve. En varios momentos se muestran cosas que parece que tendrán su relevancia (como unos zombies desecados) y luego no se vuelven a mencionar. La película hubiera agradecido a otro guionista. Que sea sencilla y previsible no es necesariamente un defecto, pero sí lo es si se alarga demasiado.

La fotografía merece un comentario aparte; Zack Snyder se ha encargado personalmente de fotografiar la película y lo ha hecho con cámaras digitales a las que ha añadido un filtro que provoca que lo que esté enfocado se vea en primerísimo plano y el resto se vea muy desenfocado. En mi opinión en algunas escenas esto queda muy bien, pero en otras se ve extraño. Quizás usado con más mesura el resultado hubiera sido mejor.

En conjunto El ejército de los muertos me ha entretenido bastante a ratos pero me ha parecido una película muy justita a pesar de su presupuesto y de su ambición. Siendo un producto 100% Zack Snyder (escribe, dirige y fotografía), tiene sus virtudes y sus defectos sin ningún filtro

(c) 2021 Jordi Flotats