OTRA RONDA

Thomas Vinterberg, creador de Dogma 95, vuelve con un drama que explora la relación de nuestra sociedad con el alcohol a través de cuatro profesores inmersos en una crisis de identidad que deciden realizar un experimento bastante radical. La película, muy bien interpretada y escrita, no ofrece respuestas fáciles ni moralizantes.

Thomas Vinterberg es un director y guionista danés que se dio a conocer como uno de los creadores del manifiesto Dogma 95 junto a Lars Von Trier. El manifiesto apostaba por una forma de hacer películas "sin artificios"; rodada cámara en mano, sin banda sonora añadida, efectos visuales o filtros puestos en postproducción. La primera película producida con estas reglas fue Celebración, del propio Vinterberg, un excelente drama familiar que recibió el respaldo crítico y contribuyó a popularizar el movimiento. Con los años el director danés ha abandonado la rigidez que suponían esas reglas; podían ser un buen modo de rodar pero en ningún caso son el único modo de realizar una buena película. Pero su estilo ha quedado marcado por ellas; nunca ha abandonado la sobriedad a la hora de rodar, poniendo en primer plano a los actores y la historia. Su carrera es irregular, pero con películas tan notables como La caza. Su último trabajo, Otra ronda, está entre sus mejores obras. A pesar de haber recibido críticas bastante polarizadas -en mi opinión una señal de un trabajo fuera de lo común-, ha recibido la nominación a los Oscar en la categoría de mejor película de habla no inglesa. La película explora la difícil relación con el alcohol que tiene nuestra cultura a través de la historia de 4 profesores de secundaria de mediana edad que deciden intentar beber para recuperar su ilusión por la vida.

La película arranca con una tradición arraigada en la localidad: la celebración que realizan los estudiantes que se gradúan de secundaria cada año en una localidad danesa. Consiste en realizar una carrera mientras se beben ingentes cantidades de cerveza, tras la cual los jóvenes se dedican a armarla por todo el pueblo. El protagonista de la película es Martin (Mads Mikkelsen), un profesor de instituto de esa localidad que está pasando por una mala racha; su relación con su esposa Anika (Maria Bonnevie) pasa por un mal momento; han dejado de comunicarse, aprovechan la disparidad de sus horarios para hablar y verse lo mínimo. Y también ha perdido la ilusión por su trabajo; antes solía ser un profesor entusiasta y popular y ahora recibe quejas por su apatía y falta de atención. Sus tres mejores amigos también son profesores del mismo centro: Tommy (Thomas Bo Larsen), el profesor de educación física, que vive solo con su viejo perro; Nikolaj (Magnus Millang), casado y con hijos pequeños y Peter (Lars Ranthe), profesor de filosofía. En una cena de celebración del cumpleaños de Nikolaj, todos acaban bebiendo en exceso y dándose cuenta que no sólo Martin ha perdido su ilusión. Acaban decidiendo hacer un experimento siguiendo las ideas del psicólogo noruego Finn Skårderud, que afirma que el ser humano nace con un déficit del 0,05% de alcohol en sangre. Lo escriben para dar legitimidad al tema: sólo beberán en horas de trabajo, como mucho hasta las 20:00 y usando medidores irán controlando su ingesta de alcohol para mantener ese nivel.

Y al principio parece ser una panacea; los tres, pero sobre todo Martin y Tommy, cambian radicalmente. Martin vuelve a hipnotizar a sus alumnos y a conectarlos con las clases de historia y da pasos para recobrar la relación con su esposa. Y este éxito inicial, sumado al factor adicción, les hace aumentar un poco la dosis del experimento. Poco a poco las consecuencias se harán patentes y se verá el lado oscuro del alcohol.

Releo estas líneas que acabo de escribir y me doy cuenta que tal como lo he contado Otra ronda pudiera parecer un cuento moral: el alcohol tienta con sus cantos de sirena y al final destruye a todo el que toca. Pero la historia que nos cuenta Thomas Vinterberg es compleja como la vida misma. Sin ocultar las nefastas consecuencias de la única droga dura que aceptamos socialmente, también se nos muestra que no todo el mundo reacciona del mismo modo enfrentado a ella; las condiciones vitales y psicológicas del momento que está viviendo cada uno condicionan en gran forma la respuesta. Lejos de ser moralizante, en la historia hay perdedores y supervivientes. Todos se dan cuenta que están jugando con fuego, pero al menos ellos se dan cuenta de eso; mucha parte de nuestra sociedad lo hace sin darse cuenta. Y es que el alcohol forma parte de nuestra vida cotidiana y ha influenciado en buena parte el devenir de las cosas. A través de una de las clases de Martin, les plantea a sus alumnos una hipotética elección: dos de los candidatos son bebedores habituales y el tercero es vegetariano, abstemio y amante de los animales. Los dos primeros son Roosevelt y Churchill y el tercero es Hitler.

Vinterberg cuenta esta historia con la ayuda indispensable de un reparto excelente. Todos están perfectos en sus papeles, pero destaca especialmente Mads Mikkelsen, un actor cuyo rostro anguloso e inquietante le ha llevado a interpretar personajes tan turbios como el Hannibal Lecter de la notable serie televisiva. En Otra ronda Mikkelsen crea un personaje vulnerable, deprimido y en una etapa de su vida en que parece haberse cansado de todo; el alcohol le da, pero también le quita. Su interpretación de la preciosa e icónica escena final de la película es impresionante.

No me queda más que recomendar ardientemente esta magnífica película. Otra ronda es inteligente, divertida a ratos, oscura y triste en otros, pero al final es una celebración de la vida realizada sin ningún noñerío.

(c) 2021 Jordi Flotats