MANK

David Fincher aprovecha la libertad que ofrece Netflix a los directores de perfil alto como él para crear una historia personalísima sobre Herman Mankiewicz, el atormentado escritor coautor del guion de Ciudadano Kane, la obra maestra de Orson Welles. A través de sus ojos, Fincher nos muestra una visión desencatada pero a la vez luminosa del Hollywood de la década de 1930.

David Fincher es uno de los directores estadounidenses más interesantes de los últimos años; su elección de películas siempre ha sido muy ecléctica, usando, eso sí, casi siempre el thriller como elemento vertebrador. Marcó tendencia con Seven, una de los títulos más influyentes de la década de 1990, pero no repitió estética ni contenido con sus otros trabajos, aunque todos ellos hacen gala de su gran meticulosidad en la puesta en escena. Mi película favorita de su filmografía es La red social, para mi gusto una obra maestra, un retrato demoledor de la ambición de un hombre y del nacimiento de Facebook, un oscuro heraldo de los tiempos de desinformación y superficialidad que vivimos actualmente. Su último trabajo, Mank, supone otro giro temático dentro de su carrera. La película es un canto de amor no desprovisto de espíritu crítico al Hollywood de la década de 1930 y a Ciudadano Kane, una película básica dentro de la historia del cine. Producida por Netflix y con un reparto de lujo encabezado por un comedido Gary Oldman, la película se postula como una gran favorita a recibir muchas nominaciones en los Oscar de este 2021.

Herman J. Mankiewicz (Gary Oldman), más conocido como Mank, es un periodista y escritor neoyorkino que se mudó a Hollywood durante la década de 1920. Se sintió atraído por los buenos salarios que ofrecía la naciente industria del cine a guionistas inventivos capaces de idear y escribir las películas, especialmente tras el paso al cine sonoro. Mank, noctámbulo, alcohólico bastante funcional y poseedor de un ingenio y una mordacidad despiertas, se hizo un hueco en la Metro Goldwin Mayer (MGM), una de las grandes productoras. Formaba parte de un equipo de guionistas reclutados por él mismo un poco a su imagen y semejanza, entre los cuales se encontraba su hermano pequeño Joe (Tom Pelphrey). La película arranca con un Mank con una pierna rota debida a un accidente de coche que se dirige al rancho Monte Verde, una casa aislada. Allí residirá al menos durante 90 días, cuidado por una enfermera alemana (Monika Gossmann) y una tipógrafa británica (Lily Collins). Su encargo es escribir el primer borrador de lo que será el debut cinematográfico de Orson Welles, un joven de 24 años al que todo el mundo considera un genio y al que la productora RKO ha dado carta blanca para que ruede la película que quiera. John Houseman (Sam Troughton), el sufrido productor de la película, se encargará de irlo controlando para que no se dé a los excesos alcohólicos durante el proceso y para que cumpla con el plazo.

La película que está escribiendo será la futura Ciudadano Kane, basada en gran parte en el magnate de la prensa William Randolph Hearst (Charles Dance) al que Mankiewicz conocía personalmente. Hearst empezó siendo liberal, reclamando los derechos del hombre común trabajador y denunciando la corrupción desde su periódico, e incluso llegó a presentarse a cargos electos con ese programa, pero acabó en el extremo contrario del espectro político. Mank ofrece flashbacks de la vida del protagonista en los que se cuenta la relación que tuvieron los dos hombres y de paso la oscuridad tras los focos de Hollywood. Hearst tenía intereses en la MGM y una relación muy estrecha con uno de sus máximos responsables, Louis B. Mayer (Arliss Howard), pintado como un hombre frío sin ningún tipo de escrúpulo, sólo preocupado por la imagen que proyecta y por ganar dinero. A través de MGM, Hearst promovía la carrera como actriz de Marion Jones (Amanda Seyfried), su joven novia. Mank, Hearst y Jones se conocieron casualmente a través de un guionista sobrino de Jones y amigo de Mank y a Hearst le divirtió el ingenio del escritor. Esto le convirtió en un asiduo a sus exclusivas fiestas realizadas a todo lujo en su mansión palaciega, frecuentadas por gente rica e influyente. A través de diferentes episodios de la vida de Mank, vemos como su adicción se complica y como se desencanta de la industria, a la que ve como superficial, obsesionada por el éxito y como instrumento del poder. Se convence de ello en una elección en la que la MGM crea una campaña de desinformación y de miedo para que el público para tema votar a un candidato socialista como gobernador de California. Su espiral descendiente acabará con un desencuentro público con Hearst, que lo considera poco más que un bufón, y le servirá de inspiración final para Kane.

Mank es una película rica en contenido, compleja y perfectamente narrada. Su luminosa fotografía en blanco y negro y su modo de narrar la historia a través de flashbacks articulados a través de los recuerdos remiten directamente (y homenajean) a Ciudadano Kane. Su trama se centra en Mankiewicz, dejando a Orson Welles como un personaje secundario y refleja la polémica -que aún hoy en día se debate- sobre si Welles participó en el guion de la película o fue una obra exclusiva de Mankiewicz. Mank parece apostar por lo último, pero ese no es el tema central de la trama. A través de la mirada lúcida de un tipo demasiado ingenioso para su bien, que parece sentirse un extraño en una industria de la que él forma parte integral, vemos las bambalinas de los estudios, lejos del glamour que proyectan. Por tal como se comporta, Mankiewicz parece considerar el cine de ese momento un arte menor del que participa porque reporta dinero, aunque le pese en su conciencia. Mankiewicz mantiene una relación de entrañable amistad con Marion Jones, a quien todo el mundo considera un adorno de Hearst, pero que es mucho más de lo que aparenta. Ambos se consideraban correctamente como personajes secundarios de la corte. Como todos los personajes complejos, tiene sus sombras; su relación con su esposa Sara, a la que apoda "pobre Sara" es prácticamente de abuso. Mank provee, aunque de forma errática, y a cambio Sara tiene que aguantar las infidelidades, el alcoholismo y cuidar tanto de él como de la casa.

Aunque esté basada en personas reales, no hay que olvidar que Mank es una obra de ficción, y tomarla como tal. El guion de Jack Fincher (padre del director David Fincher) usa esas personas reales como personajes para contar una historia que enfrenta el idealismo con el ejercicio del poder, al igual que Ciudadano Kane, a través de un personaje al que esa dicotomía destroza por dentro. Pero no hay que tomarla como evangelio de cómo se realizó realmente una de las películas más importantes del cine ni de quien ideó las campañas de desinformación política, un tema de la película que la conecta directamente con nuestro presente.

La película tiene un reparto muy extenso pero perfectamente elegido. Gary Oldman a priori es demasiado mayor para el papel de Mankiewicz, algo que queda claro cuando uno de los personajes nos recuerda que tiene 43 años (Oldman tiene más de 60), pero su interpretación me pareció de primer nivel. Es un actor con tentencia a los excesos en sus interpretaciones que me gusta mucho más cuando se modera; ganó el Oscar por su Churchill de La hora más oscura, pero me pareció mucho mejor su papel del El topo. Su Mank no es histriónico, es un alcohólico pero pocas veces pierde el control; incluso en la magistral escena en la que, totalmente borracho, se enfrenta a Hearst y a Mayer en una fiesta y les hace un pitch de lo que sería la historia de Kane, comparando a Hearst con Don Quijote, se modera. Esa moderación permite además brillar a sus excelentes compañeros de reparto, en especial a Amanda Seyfried, cuya Marion Jones resulta tan entrañable como interesante.

Mank me ha parecido una gran película, sin duda de las mejores que he podido ver este 2020. David Fincher ha aprovechado perfectamente la libertad que le ha dado Netflix para crear la película que quería. Mank aúna la virtuosidad técnica del director con una historia interesante y un espléndido reparto. Quizás me equivoque, pero tendrá un papel protagonista en los Globos de Oro y los Oscar, porque aparte de su mérito artístico, a Hollywood le gustan mucho las historias que tratan sobre su industria.

(c) 2021 Jordi Flotats