12 HOUR SHIFT

La comedia de enredo no es un género fácil, requiere una coordinación de guion, montaje y dirección muy precisas para encontrar un ritmo alto y apilar coincidencias y cruces de personajes que acaben en situaciones improbable pero divertidas. Pero eso no ha amedrentado a la actriz Brea Grant para escribir y dirigir su segundo largo, 12 Hour Shift, una comedia de enredo con toques de horror y mucha sangre que transcurre durante una noche muy movida en un hospital donde a nadie le gustaría terminar.

Brea Gran ha desarrollado la mayor parte de su carrera como actriz, tanto en televisión como en cine, especialmente en producciones de género como Dexter, Heroes o Halloween II, pero también ha demostrado talento detrás de las cámaras como guionista y directora. Este 2020 está siendo un año muy activo para ella, ya que ha escrito y protagonizado la película de terror indie Lucky y ha escrito y dirigido 12 Hour Shift, una comedia muy negra de enredos. La película transcurre en una noche de pesadilla en un hospital de pesadilla donde una enfermera muy cansada de todo intenta deshacer unos entuertos que no dejan de complicarse.

La protagonista de la película es Mandy (Angela Bettis), una enfermera que trabaja en un hospital en Arkansas en 1999. No es una persona honesta; forma parte de un grupo de enfermeras que se dedican a traficar con órganos. Ellas los extraen de los cadáveres recientes y luego los venden. Aparte de esto tiene un problema serio de drogadicción con la medicación que sisa a los pacientes. Se dispone a entrar a un turno de 12 horas que empieza con la entrega de un riñón a su prima Regina (Chloe Farnworth), una mujer tan tonta como enérgica. Regina lo tiene que llevar a los compradores, pero se le olvida meterlo en la nevera portátil y lo deja en el suelo delante de una máquina de bebidas. Cuando llega en momento de la entrega los compradores se ponen muy nerviosos y la amenazan; o trae un riñón o se lo sacan a ella. Regina se lo dice a Mandy, pero a su vez se dispone a recoger un órgano ella misma, sin desanimarle el hecho que no tiene ni idea de cómo es un riñón. Si esto fuera poco para Mandy, su hermano, también drogadicto, ingresa en el hospital con una sobredosis que lo deja en coma. Además ingresan a un preso que está en el corredor de la muerte que se ha intentado suicidar y a una mujer con demencia a su cargo. Mandy intentará conseguir un órgano convenciendo a su cómplice, esquivando a su supervisora, intentando que sus compañeras no la descubran, que su prima no se meta en mayores embrollos, que la policía, cuando finalmente aparece, no descubra el pastel y que los gangsters que quieren el riñón no les hagan daño.

La película es una comedia de enredos, pero en lugar de poner equívocos sentimentales como las al uso, usa un hospital de pesadilla y una trama de trata de órganos para crear los embrollos. Brea Grant ha escrito un guion estupendo, dibujando a unos personajes con la dosis justa de estereotipo para que los conozcamos al instante y la justa de personalidad para que nos los creamos mínimamente. Su sentido del humor es negro carbón, pero funciona perfectamente, así como la improbable combinación de circunstancias cruzadas que hacen que el grado de locura en el hospital vaya escalando a lo largo de la noche. La dirección de Grant es también muy buena para dotar a la película de ritmo de comedia, la acción no para nunca, sólo hace pequeñísimas pausas para que conozcamos mejor a nuestra protagonista, un personaje memorable. Angela Bettis está memorable en su composición; su personaje es amoral -y sabe que lo es-, pero también competente, siempre intenta mantener la máxima calma para resolver los entuertos que van surgiendo en su camino e intenta causar el mínimo daño para sacar sus chanchullos adelante. Bettis logra transmitir todo eso sumado a un cansancio, físico pero también existencial, inmenso, que contrasta con los nervios y la energía del resto del reparto. También me encantó Chloe Farnworth, que pone una enorme energía en el papel de su prima, una auténtica psicópata metida dentro del estereotipo de la rubia tonta.

Si al guion, la dirección y las interpretaciones sumamos una ambientación impecable, con un hospital, un vestuario y unas caracterizaciones muy creíbles y una buena fotografía, tenemos una película prácticamente redonda. Pasé un rato genial viéndola, y la recomendaría a todo el mundo, especialmente a los fans del terror que no se echarán atrás con la sangre y las vísceras.

(c) 2020 Jordi Flotats