TAILGATE

Película holandesa que usa un incidente de "rabia en la carretera" para confrontar a un psicópata muy civilizado con una familia normal que en el fondo lo es muy poco.

Tailgate es una película holandesa dirigida por Lodewijk Crijns que lleva el concepto de "rabia en la carretera" a sus últimas consecuencias, proponiendo una historia que no hace demasiadas concesiones al espectador, presentando unos protagonistas casi tan odiosos como al psicópata que los persigue. Cargada de adrenalina y humor negro, la película ni simpatiza con la sociedad holandesa ni tampoco ofrece un mensaje particularmente edificante.

La película arranca con dicho psicópata, Ed (Willem de Wolf), persiguiendo a un ciclista por una carrera rural holandesa. Va en una furgoneta blanca y quizás es exterminador de plagas, puesto que cuando baja del vehículo se viste con un traje protector y saca un fumigador para atacar al pobre desgraciado. La acción se traslada luego a una familia de clase media-alta que se dispone a realizar un viaje en coche para visitar a los abuelos. El padre, Hans (Jeroen Spitzenberger), es un individuo nervioso y chulesco que busca afirmar su autoridad paterna todo el rato (con éxito desigual); la madre, Diana (Anniek Pheifer), no tiene especiales ganas de visitar a sus suegros y es clasista en extremo y las dos hijas adolescentes, Milou (Roosmarijn van der Hoek) y Robine (Liz Vergeer) se están peleando todo el rato. Van tarde, la carretera va bastante llena y Hans es un conductor agresivo; se pasa del límite de velocidad, adelanta continuamente y se pega, pita y hace luces a los vehículos que van por el carril rápido que circulan demasiado lento para su gusto. Es en estas cuando se encuentra con Ed, que circula por el carril rápido adelantado a unos camiones demasiado despacio para el gusto de Hans, que se le pega e incluso está a punto de chocar con él. Finalmente lo adelanta -con insultos de por medio-, pero se lo vuelve a encontrar en una estación de servicio donde ambos han parado. Allí, Ed, sin perder la educación pero de forma tajante, exige a Hans que se disculpe por su comportamiento. Hans primero se acobarda, luego se hace el gallito y se niega en redondo, pero sale por piernas de la estación de servicio. Una vez en la carretera, se da cuenta que Ed lo está siguiendo con su camioneta. Cuando se paran un momento se dan cuenta que Ed quiere matarlos, lo que los aboca a una carrera para salvar sus vidas.

Los valores de producción de Tailgate son excelentes; la inspirada dirección de Lodewijk Crijns nos sitúa dentro del coche con la familia, la película es tremendamente inmersiva y los tramos de persecución son magníficos; tensos y trepidantes. También me pareció una gran idea que Ed condujera una furgoneta blanca, quizás el vehículo anónimo por definición, algo que la película explota muy bien. En el apartado de guion, hay que reconocer que la familia está retratada de forma creíble; es fácil que conozcamos a alguien como ellos y es fácil que hayamos vivido situaciones en la carretera como las que dan inicio a la película. El hecho que Hans sea un tipo tan repelente -chulesco, clasista, sólo simpático cuando las cosas van como él quiere- y su esposa sólo esté un paso por debajo en la escala de la antipatía, hace difícil la identificación con ellos. Si no fuera por las niñas, repelentes pero inocentes, a ratos casi iríamos a favor del psicópata, un tipo carismático y siempre correcto en el trato. Quizás esa era precisamente la intención del director, cuyo psicópata se considera una especie de vengador, alguien que castiga comportamientos de los que nadie, ni sus perpetradores, se hace responsable.

Esa falta de identificación con los protagonistas, junto con el otro mensaje que puede sacarse de la película, que sería que más vale hacerle caso al hombre amenzador cuando te pide algo, son los dos principales problemas que le encontré a Tailgate. Unos problemas que pude perdonarle gracias al gran nivel de la película; tiene un ritmo trepidante, que engancha a la silla durante buena parte de su metraje, con un breve interludio central, muy buenas interpretaciones y una dirección impresionante. La verdad es que lo pasé en grande viéndola.

(c) 2020 Jordi Flotats