INTO THE NIGHT

Quizás estrenar una serie apocalíptica en plena pandemia no parece a priori una idea muy acertada, pero lo cierto es que Netflix ha tenido buen ojo con Into the Night, una serie belga con aire internacional con una premisa interesante, una realización inteligente y un mensaje -la colaboración a pesar de las diferencias- muy indicado para los tiempos que estamos viviendo.

Into the Night es una serie belga creada por Jason George que está distribuida por Netflix en España. No nos llegan muchas series de este país, y sólo por eso ya me pareció intrigante; pero su planteamiento, ciencia-ficción apocalíptica, aunque no muy indicado en tiempos de pandemia, me terminó de convencer para darle una oportunidad. La serie arranca en el aeropuerto de Bruselas, donde está a punto de despegar un vuelo que va hacia Moscú. Los pasajeros ya están empezando a embarcar cuando irrumpe a la fuerza un hombre armado vestido con ropa militar, Terenzio (Stefano Cassetti) que fuerza al piloto, Mathieu (Laurent Capelluto), a despegar sin su copiloto, con sólo parte de la tripulación y unos cuantos pasajeros. Éste le sigue la corriente, a pesar de la aparente incoherencia de Terenzio, que afirma que tienen que huir de la luz solar porque la naturaleza de su radiación ha cambiado y un simple contacto con ella, resulta mortal para las personas. De nada sirve esconderse dentro de edificios, lo único que vale es poner a la Tierra de por medio, huyendo siempre a su cara nocturna. Cuando intentan aterrizar para el repostaje, Mathieu se da cuenta que Terenzio tenía razón; donde ha pasado el sol todo el mundo ha muerto. Esto les lleva a una carrera por la supervivencia en la que tendrán que colaborar para mantener el avión en el aire y aprovisionado para poder huir del día, mientras buscan desesperadamente una alternativa.

Los guiones y la construcción de personajes de la serie son muy inteligentes. A pesar de tener lugar en el marco de un cataclismo global, la serie se centra por completo en un grupo relativamente pequeño de personajes y transcurre en buena parte en un espacio muy limitado, un recurso muy común en el cine de terror de presupuesto limitado, pero que requiere de habilidad para mantener el interés durante seis capítulos. Los personajes constituyen un grupo diverso y muy heterogéneo; aparte del piloto y el soldado están Sylvie (Pauline Etienne), una exmilitar deprimida por la pérdida de su esposo que tomaba el vuelo con la intención de suicidarse en Moscú; Ayaz (Mehmet Kurtulus), un tipo muy competente mezclado en negocios turbios; Laura (Bebetida Sadjo), la cuidadora de un anciano caballero; Rik (Jan Bijvoet), un hombre lleno de prejuicios adorador de la autoridad; Jakub (Ksawery Szlenkier), un miembro del personal de tierra que revisa los aviones entre vuelos, desesperado por haber dejado a su familia en Bruselas; Zara (Regina Bikkinina), una mujer rusa que viaja con su hijo enfermo (Nicholas Alechine) para que lo operen en Moscú; Inés (Alba Gaïa Bellugi) una joven influencer; Osman (Nabil Mallat), miembro del personal de tierra y Gabrielle (Astrid Whettnall), una azafata que mantiene una relación con Matthieu, el piloto. Este grupo forma un conjunto diverso en todos los aspectos; racial, con personas del norte de África, de Turquía, originarias del África subsahariana y blancas, pero también social: en el grupo hay profesionales con alto poder adquisitivo y gente que gana mucho menos, trabajadores de clase media empobrecida e inmigrantes con visiones distintas de su patria de adopción. Todas esas diferencias forman un microcosmos muy parecido a lo que sería una sociedad occidental como la belga, con su racismo, clasismo y desconfianza entre los diferentes estratos sociales. Este pequeño caldo de cultivo tiene un papel tan relevante como las peripecias que vive el grupo de supervivientes, que son variadas y muy entretenidas. Mantener un avión volando con escalas muy cortas y sin personal especializado se demuestra una tarea imposible de mantener mucho tiempo, por eso cuando aparece una oportunidad, todos se intentan sobreponer a sus diferencias para aprovecharla.

Into the Night tiene un buen trabajo de guion que compagina de forma inteligente la trama de aventuras con la construcción de personajes y las dinámicas de grupo. A través de diálogos y de pequeños flashbacks se perfilan unos personajes con sus claroscuros y sus propios problemas. Problemas, que como la serie indica inteligentemente, no se resuelven solos con la catástrofe; la emergencia los aparca temporalmente, pero cada instante de relajación los puede hacer volver. En cada una de las peripecias se demuestra que el grupo tiene que trabajar armónicamente para sobrevivir porque cada vez que alguien persigue sus intereses personales pone en riesgo las vidas de todos. Si la serie tiene algún mensaje para los tiempos en los que nos ha tocado vivir, sería ese.

Aunque el principal valor de Into the Night es el entretenimiento. Cada capítulo está llevado con ritmo y tiene su pequeña historia dentro del conjunto; se ven en un suspiro y están rodados en escenarios limitados pero sin que en ningún momento se sientan baratos. La serie tampoco parece tener muchas más pretensiones, otro punto a su favor. Eso no quiere decir que no tenga unos buenos valores de producción y que los actores no realicen muy buenos trabajos. Su conclusión también me gustó; abierta para permitir siguientes temporadas, pero cerrando la historia principal.

(c) 2020 Jordi Flotats