STAR TREK: PICARD

La franquicia de Star Trek, tan longeva gracias a su capacidad para reinventarse sin perder su identidad, ha vuelto a hacerlo con Picard. Han retomado al personaje más carismático de Star Trek: La nueva generación, y lejos de disimular su avanzada edad, la han aprovechado para crear una serie de diez episodios autoconclusiva con un tono algo más oscuro y reinvindicativo que el usual y una calidad que la convierte en uno de las mejores aportaciones al universo trekkie.

La franquicia de Star Trek es una de las más longevas y de las que más y mejor se ha reinventado para continuar viva. De la serie de televisión original creada por Gene Roddenberry, estrenada en 1966, con una producción de serie B pero con algunas ideas de primera línea, se pasó a una saga de seis películas protagonizadas por el reparto original, con el mítico capitán Kirk y su no menos mítico oficial científico Spock a la cabeza. Las películas se hicieron en primer lugar gracias al éxito de Star Wars, pero desde el principio se labraron su propio espacio en el mundo de la ciencia-ficción, con un universo que se consolidó gracias a novelas, comics y juegos y una base de fans (los llamados trekkies) muy fiel. En 1987 se estrenó Star Trek: La nueva generación, ambientada 100 años después de la serie original y con un reparto completamente nuevo encabezado por Patrick Stewart, cuyo capitán Jean-Luc Picard tenía la difícil labor de tomar el relevo del capitán Kirk. La serie funcionó muy bien, se mantuvo en antena durante siete temporadas y su reparto protagonizó cuatro películas, consolidando la franquicia en la década de 1990 y principios de la de 2000. Aparte de esta, se hicieron otras series ambientadas en lugares y momentos distintos: Star Trek: Espacio Profundo Nueve Star, Trek: Voyager y Star Trek: Discovery. Cuando parecía que la saga habia perdido actualidad, en 2009 J.J. Abrams la reinició en Star Trek>/i> usando una especie de universo alternativo para presentar a los personajes originales en su juventud. A pesar de la ira de algunos fans puristas, la película estaba muy bien y aportaba humor y frescura. Sus secuelas, Star Trek Into Darkness (2013) y Star Trek Beyond (2016) perdieron algo de fuelle, pero continuaron siendo entretenimientos más que decentes.

Cuatro años después, Star Trek vuelve a reinventarse con Picard. La serie vuelve a uno de sus personajes icónicos pero con un tono distinto al que tenía la Nueva Generación. Con un Patrick Stewart brillante, mostrando sin tapujos sus 79 años -muy bien llevados, eso sí-, la serie crea y cierra un arco argumental con un tono mucho más reflexivo y oscuro que la serie original sin renunciar a los valores progresistas y humanistas que ha mantenido desde el principio. Entre los creadores y escritores de la serie están Alex Kurtzman, productor de las últimas películas de la saga; Akiva Goldsman, productor de múltiples películas de género y series como Fringe; y Michael Chabon, un escritor que me encanta. Todo esto me llamó la atención lo suficiente como para darle una oportunidad a la serie, porque debo confesar que no soy un gran fan de La nueva generación. En su día me pareció que le faltaba algo del sentido de la aventura y de la originalidad de la serie original. También que caía frecuentemente en el buenismo y la autocomplacencia; la humanidad que presentaba, tan evolucionada como para haber resuelto todos los problemas que tenemos ahora, me parecía poco realista. También tenía muchos capítulos de relleno, perfectamente prescindibles. No todo era malo; muchos de los nuevos personajes funcionaban bien, aún había buenas historias y se introdujo a un enemigo muy interesante, el colectivo Borg.

Picard empieza con un almirante Jean-Luc Picard retirado en una idílica villa rodeada de viñedos en Francia. Pero no es un retiro buscado ni pacífico; él mismo decidió abandonar su amada Flota Estelar porque creyó que había traicionado sus propósitos básicos. Veinte atrás el Imperio Romulano sufrió una pérdida terrible; una supernova acabó con su planeta de origen. La Flota Estelar preparaba una gran misión de apoyo para ayudar a la evacuación liderada por Picard, pero un extraño ataque a las naves en la base de Marte ejecutado por sintéticos de la propia Flota provocó su cancelación. Además la Federación impuso la prohibición absoluta de los sintéticos y en general de las inteligencias artificiales que los hacían posibles. Picard vive ahora una existencia tranquila, aunque con un fondo de amargura por todo esto; siente que abandonaron a su suerte a millones de seres vivos y que sólo el miedo impulsó la prohibición. Todo cambia cuando lo visita Dahj (Isa Briones), una chica de apariencia humana, pero en realidad resulta ser un androide que tiene algún tipo de relación con Data (Brent Spiner), su tan añorado amigo. Dahj no es consciente de su naturaleza hasta que un grupo individuos armados intenta acabar con ella, De algún modo sabe que puede pedir ayuda a Picard. Éste la acoge e investiga, pero no puede impedir su posterior asesinato. Con la ayuda de la doctora Agnes Jurati (Alison Pill), una experta en inteligencia artificial, descubre que Dahj tiene una hermana gemela y decide buscarla. Para perseguir su mejor pista deberá salir de la Tierra; la Flota le niega su ayuda, pero eso no detiene: gracias a la ayuda de su antigua colaboradora Raffi (Michelle Hurd) alquila la nave de Cristobal Rios (Santiago Cabrera), un antiguo miembro de la Flota con un misterioso pasado. En paralelo, la hermana de Dahj, Soji, una investigadora que tampoco es consciente de ser un androide, está en un cubo Borg desconectado del Colectivo controlado por los romulanos. Allí se realizan investigaciones y se mantienen a los individuos que han sido desconectados. Allí Soji es controlada por Narek (Henry Treadaway), un agente romulano que quiere relacionarse con ella para obtener información.

Picard tiene diez episodios de entre 45 minutos y una hora donde desgrana un arco argumental que concluye satisfactoriamente al final de la temporada. Durante las diez entregas los escritores desarrollan una historia donde han incluido elementos que supongo que los fans de Star Trek esperan; como el tipo de aventura, los cameos de personajes de la Nueva Generación -en concreto Will Riker (Jonathan Frakes), Deanna Troi (Marina Sirtis) y naturalmente Data (Brent Spinner)- y los combates espaciales. Pero también han introducido elementos que encontré refrescantes; los nuevos personajes son más ambiguos, tienen más claroscuros. Todos ellos en mayor o menor medida hacen cosas cuestionables, se equivocan y -es Star Trek- intentan rectificar. Me gustó mucho la doctora Jurati, interpretada fantásticamente por Allison Pill; su expresividad hace que su personaje sirva a ratos de respiro cómico, pero también concentra en sus acciones uno de los temas centrales de la serie: como el miedo lleva a malas decisiones sobre cómo tratamos a la gente a la que tememos. También me gustó Raffi, a quien Michelle Hurd dota de mucho carisma y humanidad; es brillante pero obsesiva y testaruda, y eso tiene un precio, tanto profesional como familiar. Me hizo gracia la incorporación de Siete de Nueve (Jeri Ryan), un personaje que aparecía en Star Trek: Voyager, una mujer con parte de su cuerpo cibernético por haber sido parte de un colectivo Borg. Incluso alguno de los villanos tiene un poco más de miga de lo habitual, algo que se agradece. Patrick Stewart, protagonista absoluto, se luce. La serie no intenta rejuvenecerlo, y eso es un acierto; su personaje es anciano, incluso en una época en la que la gente vive más que ahora. Stewart aporta su gran carisma y expresividad a su personaje, incluso para mostrar su timidez. No es dado a efusiones y huye de las grandes manifestaciones de emoción, pero Stewart siempre transmite a la audiencia lo que siente. En cierto sentido el Picard de esta serie adquiere más sustancia como personaje que en la serie y las películas de la Nueva Generación. Todo este desarrollo adicional de los personajes y el mayor cuidado en la escritura tiene algunos problemas también. No todos los capítulos son trepidantes ni todos los personajes interesantes, esto me provocó la sensación que quizás con seis o siete capítulos la serie sería mejor. Algunas de las intrigas son previsibles, pero eso está en la linea tradicional de Star Trek. De todos modos, aunque probablemente muchos trekkies estarán en desacuerdo conmigo, a mi me pareció que los valores de producción, guion y reparto de Picard mejores que los de cualquier otra serie de Star Trek hasta la fecha.

Problemas de ritmo aparte, Picard me gustó por lo oportuno que resulta su mensaje en el tiempo en el que vivimos. El miedo que parecen sentir las sociedades occidentales, traducido en una oleada de populismo que lo aprovecha para alentar la discriminación del diferente, es parecido al que sienten las razas orgánicas por los sintéticos en Picard y que ha provocado su erradicación. Pero también conectó conmigo por su reivindicación de la ancianidad, en una época de epidemia en la que mucha gente parece considerar que si "sólo" mueren los ancianos no habremos perdido tanto. Picard reivindica no dejar nadie atrás, aunque pueda ser peligroso.

(c) 2020 Jordi Flotats