AVES DE PRESA (Y LA FANTABULOSA EMANCIPACIÓN DE HARLEY QUINN)

Parece que DC vuelve a intentar seguir la senda del éxito de Deadpool con una película que usa a Harley Quinn, el único personaje salvable de Suicide Squad. El resultado es mucho mejor, una película entretenida, bastante gamberra y refrescantemente feminista.

Cuando se estrenó Escuadrón Suicida en 2016, una película que agrupaba diversos villanos "menores" del universo de los comics DC en una historia donde tenían que trabajar para el gobierno estadounidense, pocos discreparon que su mayor (¿y único?) acierto era el personaje de Harley Quinn, una psiquiatra que se enamoró de Joker y se unió a él en su carrera criminal. Interpretado por una fantástica Margo Robbie, el personaje eclipsó por completo a los demás, por eso no me extraña que Warner lo haya recuperado para Aves de presa, una historia de orígenes de un grupo de heroínas menor dentro de DC Comics donde la auténtica protagonista es Harley Quinn. La película es ligera, humorística, gamberra y refrescantemente feminista, lejos de la seriedad habitual de las adaptaciones de DC, pero también un poco tontorrona y olvidable.

La película retoma la acción después de lo sucedido en Suicide Squad. Harley está libre, de vuelta en Gotham y tras un periodo de violenta adaptación, acepta que su relación con el Joker ha finalizado. Cuando el submundo criminal de la ciudad se entera, Harley tiene un problema; hasta el momento su asociación con el criminal más infame le permitía más o menos hacer lo que le daba la gana con los demás, que no respondían por miedo. En el momento que los numerosos agraviados se enteran que va por libre, es como si se levantara la veda y parece que media ciudad va a por ella. Esto la cruza con Roman Sionis (Ewan McGregor), el rico propietario de uno de los night clubs más exclusivos. Sionis, junto a su siniestro sicario Victor Zsasz (Chris Messina), está intentando controlar el el mundo del hampa de la ciudad. Para ello busca un diamante que pertenecía a una familia mafiosa que fue eliminada y que esconde códigos de cuentas numeradas. Sionis también quiere ajustar cuentas con Harley, le ha hecho todo tipo de destrozos en su club, el último fue romperle las piernas a su chófer, pero le permite buscar el diamante a cambio de clemencia. El diamante fue robado por la carterista Cassandra Cain (Ella Jay Basco), una chiquilla que va de casa de acogida a casa de acogida a Zsasz y a Dinah Lance (Jurnee Smollett-Bell), una cantante a la que Sionis ha convertido en su nueva chófer. Lance, aunque teme a Sionis, no comparte su crueldad y acaba contádoselo a la detective Renee Montoya (Rosie Perez), una veterana policía ninguneada por sus superiores. Montoya también investiga una serie de asesinatos de delicuentes que parecen ser obra de la misteriosa Cazadora (Mary Elizabeth Winstead), una recién llegada a la ciudad que parece tener sus propios planes y que se acabará cruzando con las demás.

Con Suicide Squad DC pareció haber tomado nota del éxito de Deadpool para intentar una película con el mismo tono y en mi opinión Aves de presa se acerca mucho más a ese objetivo que el anterior intento. Como Deadpool, la película es rápida, tiene un sentido del humor gamberro y no demasiado sofisticado, rompe la cuarta pared con el espectador, su protagonista es carismático y no precisamente un modelo de virtud, no pretende ser para todos los públicos (PG-13 en Estados Unidos) y su argumento concreto es un poco lo de menos. Y en gran parte entrega lo que promete: Cathy Yan dirige la película con un ritmo trepidante, enlazando acción y contenido sin prácticamente pausas expositivas que permitan darle un poco de carne y huesos a los personajes. Para ser justos, tampoco lo pretende demasiado; el propio guion de Christina Hodson bromea con el hecho que el personaje de Rosie Perez hable como los policías de las películas de acción de los ochenta. Lo que sí tiene en común con Suicide Squad es que intenta ser una historia de orígenes; nos cuenta como esa policía desencantada, la vengadora ninja y la cantante se cruzan para acabar formando una especie de grupo de justicieros. Pero al igual que en Suicide Squad, el protagonismo se lo lleva Harley Quinn, que vuelve a eclipsar a todos los demás. Y es que el personaje, con una cara que mezcla a partes iguales la alegría y la rabia, una actitud nihilista que parece encerrar un colapso mental controlado, sumado a una cuidadosa puesta en imagen y al compromiso total de Margo Robbie con su interpretación, resulta mucho más potente que los demás. Sólo Mary Elizabeth Winstead destaca lo suficiente como para pensar que su personaje podría protagonizar una película sin Harley Quinn. Y no es por problemas de reparto; Rosie Perez y Jurnee Smollett-Bell tienen carisma y sentido del humor, pero sus papeles resultan muy planos y su intervención algo anecdótica. Ewan McGregor y Chris Messina sobreactúan con gusto en su caracterización de unos malos que tiene que serlo mucho para parecerlo más que Quinn.

Las escenas de acción me gustaron mucho; las coreografías resultan variadas e imaginativas y no rompen con el ritmo narrativo. En cierto modo, el estilo de cada lucha determina la personalidad del personaje que protagoniza las peleas. Me gustó mucho la escena en la que Quinn asalta una comisaría con una escopeta de bolas cubiertas de brillantina y la apoteósica batalla final donde todas protagonistas se lucen.

Aves de presa me ha parecido un entretenimiento muy digno; no es una película para pasar a la historia pero sí para pasar un buen rato si se es aficionado a la acción. La película es frenética, desenfadada y gamberra. Su humor y forma de romper la cuarta pared no me parecieron tan logrados como en Deadpool, pero me divirtieron. La estética y la banda sonora sonora me parecieron muy buenas y el feminismo de su historia poco sutil (como todo lo demás) pero refrescante y necesario en un género donde hasta hace poco todos los héroes (o antihéroes) eran hombres.

(c) 2020 Jordi Flotats