Crónica del sexto día del Festival. Películas vistas: Bacurau, Corporate Animals y El Hoyo
Hoy se a presentado una de las películas más esperadas del Festival, El Hoyo, del director Galder Gaztelu-Urrutia. Aparte de su director, buena parte del reparto y del equipo de producción ha estado en Sitges para presentarla. Galder Gaztelu-Urrutia ha declarado que "Me gusta decir que un thriller de ciencia ficción con mensaje y no al revés. Las películas con sólo mensaje me sugieren aburrimiento. Con esta historia teníamos claro que no debíamos ser doctrinarios ni dar lecciones a nadie. Por eso la idea fue llevarlo más hacia el thriller. Hacia el punto onírico y oscuro que tiene la película y que se entiende en todas partes, como ha pasado en Toronto o Austin". Su productor Carlos Juárez ha comentado que la película, a pesar de ser financiada con dinero público, había llegado a un acuerdo con Netflix para su incorporación en la plataforma tras su estreno en salas entre noviembre y diciembre.
Dentro del marco del Industry Hub Talks se ha celebrado la tercera edición de Taboo’ks, la iniciativa del Festival que busca acercar la literatura y el cine fantástico, eligiendo cuatro obras literarias y un study-case de un proyecto en vías de adaptación. La guionista Nicole Perlman, responsable de las adaptaciones de Guardianes de la Galaxia (James Gunn, 2014) y Capitana Marvel (Anna Boden y Ryan Fleck, 2019), ha sido la invitada especial encargada de abrir el acto con una charla sobre el proceso de adaptación del comic al cine con un Q&A posterior con todos los asistentes. A continuación se ha celebrado la mesa redonda “From Books to Movies: Film Festivals as Matchmakers”, un encuentro con los principales responsables de los programas de adaptaciones del libro a la pantalla con Nathalie Piaskowski (Festival de Cannes), Chiara Marin (La Biennale di Venezia) y Mònica Garcia (Sitges) y moderada per Elena Neira. Después se han celebrado las presentaciones de los cuatro proyectos seleccionados: Iménez, de Luis Noriega, L’últim esmolet, de Aniol Florensa, Els àngels ens miren, de Marc Pastor y Rojo, una trilogía de novelas vampíricas de Carlos Sisí (Los caminantes), publicada por Ediciones Minotauro. La jornada ha finalizado con la presentación del study-case “L’altre costat del mirall: adaptacions screen-to-book” hecho por Javier Sanz Grajera, director de la agencia literaria del Grupo Planeta, que ha tratado casos contrarios: productos audiovisuales que se llevan al papel, y que ha explicado con ejemplos gracias al acuerdo que Planeta ha negociado con Netflix.
Yo empiezo mi día en el Auditori para ver la película brasileña Bacurau, de Juliano Dornelles y Kleber Mendonça Filho. La película tiene lugar "dentro de unos años", en una región situada al noreste del país, árida y poco poblada. La historia empieza con Teresa (Bárbara Colen) volviendo a Bacurau, su pueblo natal. En el viaje hacia allí en camión cisterna, se entera que el pueblo aún no tiene agua porque cortaron el caudal del río y el alcalde corrupto no hace nada para arreglar el problema; la gente está tan harta que algunos habitantes de la región se han armado y echado al monte. También se encuentran un camión volcado lleno de ataúdes, quizás una profecía de lo que vendrá. En Bacurau se celebra la ceremonia fúnebre de la abuela de Teresa, una matriarca que contaba con el respeto de todos. Al día siguiente descubren muertos a los habitantes de una granja cercana y los dos hombres que fueron a investigar lo sucedido también son asesinados. Los móviles dejan de funcionar e incluso el pueblo ha sido borrado de los servicios de mapas online. Por lo que parece, un grupo de visitantes estadounidenses está dedicándose a cazar a la gente con la complicidad de las autoridades, buscando emociones fuertes y sabiéndose impunes. El "safari" está organizado por Michael, interpretado por el siempre siniestro Udo Kier. Pero la gente del pueblo ofrecerá una resistencia que cogerá por sorpresa a los cazadores.
Bacurau es una película muy curiosa, una mezcla de denuncia sobre los complicados problemas de Brasil con exploitation, con claras influencias del spaghetti western. Por un lado la película pone de manifesto el olvido de las zonas rurales del país, desconectadas del mundo, regidas por autoridades corruptas y olvidadas por el gobierno, retratando una comunidad que no tiene más remedio que autoorganizarse para sobrevivir, donde la ley significa poco. Por otro la película nos cuenta una historia con aires de Sergio Leone -esos ataúdes, los movimientos de cámara-, que transcurre en una zona árida muy de western y que enfrenta a unos malos que son exageradamente supremacistas con un grupo de locales, que, lejos de ser buenos, al menos son solidarios y no se han metido con nadie. Y curiosamente la mezcla funciona gracias a un reparto coral y a la combinación de un argumento exagerado con detalles de la vida cotidiana de la gente que son muy creíbles.
Por la tarde vuelvo al Auditori para ver la comedia estadounidense Corporate Animals, de Patrick Brice. La película arranca con el anuncio de los cubiertos comestibles de la empresa Incredible Edibles protagonizado por Lucy (Demi Moore), la CEO de la compañía. En él se retrata como la Madre Tierra, propietaria de una empresa que ayudará a salvar el planeta, formada por una plantilla llena de diversidad, formada por mujeres, gente de color y miembros de la comunidad LGBTQ. La realidad es que Lucy es una tirana ególatra que blanquea sus tropelías con el lenguaje corporativo -no roba ideas de sus empleados, usa su "mentorship" con ellos-. Tras el anuncio, vemos que Lucy ha organizado una sesión de team building con sus empleados; los trae a explorar cañones en una montañosa zona desértica. Cuando ve que el guía los quiere llevar por una ruta para principiantes, Lucy exige que los conduzca por una para expertos para que "puedan sacar sus mejores versiones de sí mismos". Tras no pocas penurias, logran descender hasta una preciosa cueva subterránea. Justo cuando están allí pensando que lo peor había pasado se produce un pequeño terremoto que provoca un desprendimiento que bloquea la entrada y mata al guía. El grupo se queda aislado en la cueva, con muy poco para comer y una luz algo escasa. A medida que pasa el tiempo y el rescate no aparece, aflorarán los auténticos sentimientos de todo el mundo y se irán conociendo verdades sobre ellos y sobre la empresa. Cuando pasa algo más de tiempo, aparece el problema de la comida y todo el mundo empieza a mirar con otros ojos al cadáver del guía.
Patrick Brice, director de las meritorias Creep y Creep 2, dirige con soltura esta comedia que satiriza sin piedad la cultura y el lenguaje corporativos puestos de moda por las grandes empresas de Silicon Valley que -tristemente- han cruzado fronteras y han llegado a todas partes. Cualquiera que trabaje en una empresa con ansias de parecer moderna, especialmente en el sector tecnológico, sabrá reconocer toda la liturgia personalizada en Lucy, un ser tan divertido como odiable. Demi Moore demuestra sus grandes dotes para la comedia dando vida al personaje con gran energía. Los actores también destacan; especialmente Karan Soni en su papel de trepa y ex-amante de su jefa y Isiah Whitlock Jr., que da las réplicas con gran ironía. Esta buena química entre el reparto, la brillante actuación de Demi Moore y unos gags muy efectivos hacen que la película sea divertida, pero para ser justos, va muy justa en el apartado de historia; se limita a poner a personajes en una situación hasta que un deus ex machina termina con ella.
Termino el día en el Auditori para ver El Hoyo, la ópera prima del director vasco Galder Gaztelu-Urrutia. Debido a su premio en la sección Midnight Madness de la edición de Toronto de este año y todas las críticas favorables recibidas, esta era una de las películas que más expectaciones me había generado del Festival. Gran parte del equipo de la película ha estado en la sala para presentarla, incluyendo a su director; a los actores Ivan Massagué, Alexandra Masangkay, Antonia San Juan, Zorion Eguileor y Emilio Buale y a los productores Carlos Juarez, David Matamoros, Ángeles Hernández y Raquel Perea. La película transcurre por entero dentro de una instalación, quizás una prisión, quizás un centro de experimentación, donde los internos viven en parejas en una celda sin puertas y con un gran agujero cuadrado en el centro. A través del agujero puede verse que el edificio tiene decenas, quizás centenares de niveles idénticos, cada uno con dos internos. A los internos sólo se les ha permitido traerse un objeto, pero puede ser el que ellos quieran; aparte eso, la celda sólo tiene dos catres, un grifo y un lavabo. La gran diferencia respecto a una cárcel es la comida; se prepara en el nivel más alto, un suntuoso banquete con gran cantidad de platos que se deposita en la plataforma, que va descendiendo de arriba a abajo, parando sólo un ratito en cada nivel. En ese rato los internos tienen que comer, pero no pueden coger comida para almacenarla, pues si lo hacen la temperatura de la celda sube hasta matarlos o hasta que tiran la comida a la plataforma. De este modo los habitantes de los primeros niveles pueden comer bien, aunque apresuradamente, mientras que los que están en los niveles más bajos pueden quedarse literalmente sin nada. Cada pareja de internos pasa un mes de su confinamiento en un nivel diferente, elegido aparentemente al azar, de esta forma puede pasarse de la relativa opulencia al canibalismo. De todo esto se entera el protagonista de la película, Goreng (Ivan Massagué) a través de Trimagasi (Zorion Egileor), su particular compañero de celda. Goreng primero se niega a aceptar el juego, luego lo acepta, pero un descenso a un nivel muy bajo pone al límite su cordura.
El Hoyo es un thriller distópico de ciencia-ficción con una idea central y una puesta en escena geniales. La premisa, simple pero poderosa, junto a un personaje protagonista trazado cuidadosamente y a unos secundarios perfectos para encarnar diferentes reacciones a ella, hacen de la película un estudio apasionante sobre el egoísmo y los límites de la solidaridad. Porque, tal como afirma uno de los personajes, si en cada nivel los ocupantes cogieran sólo lo justo para comer, quizás la comida llegaría para que comieran todos. A diferencia de muchas otras películas, que estudian los efectos de las crecientes desigualdades entre el 1% más rico y el resto -un problema real y de rabiosa actualidad-, el El Hoyo nos muestra como se comporta una gente que un mes pueden estar entre los más privilegiados y el otro pueden estar muriéndose de hambre. Pero el -más bien negro- mensaje de la cinta se embede perfectamente dentro de una trama de thriller donde el protagonista se preocupa por desentrañar el misterio de la instalación y al final intenta batirla.
Todo el hype que rodeaba al El Hoyo está justificado; me ha parecido una película soberbia en todos los apartados. El guion es fabuloso, con grandes diálogos y unos personajes memorables. Los actores se aprovechan de ese guion ofreciendo muy buenas interpretaciones; Ivan Massagué saca una intensidad que yo no le había visto en ninguna otra película; Zorion Egileor, un actor que desconocía, crea a un personaje totalmente memorable y Emilio Buale aporta una energía tremenda a la película desde el momento en el que aparece. La dirección de Galder Gaztelu-Urrutia me parece de libro, a la película no le sobra ni un minuto y nunca pierde el foco narrativo. He salido alucinado del cine.
(c) 2019 Jordi Flotats