MEN IN BLACK: INTERNATIONAL

Tras tres entregas de calidad decreciente ha revivido la franquicia de los Men in Black. Se han cambiado los protagonistas, introduciendo a Chris Hemsworth y Tessa Thompson, que ya demostraron química en Thor: Ragnarok y se ha intentado adaptar a los tiempos, pero al final la película aporta poco a la saga. La película entretiene, tiene sentido del humor y mucha acción, pero el conjunto se siente genérico y nada personal.

En 1997 se estrenó Men in Black, una película que adapta la idea de un comic de Lowell Cunningham y Sandy Carruthers, dirigida por Barry Sonnerfeld y protagonizada por Will Smith y Tommy Lee Jones. La película es una mezcla de comedia y acción cuyo argumento desarrolla la idea de la agencia de los Hombres de Negro; una organización secreta que se ocupa de controlar a los alienígenas que visitan la Tierra y de ocultarlos al resto de la humanidad. Esta primera Men in Black tiene muchos aciertos; la buena química entre el impasible Jones y el exhuberante Smith; la parodia de las teorías conspiratorias sobre OVNIs; el acertado diseño de producción con gadgets tan geniales como el neuralizador; las abundantes escenas de acción o la gran banda sonora de Danny Elfman. Todos estos factores hicieron que la película funcionara bien y tuviera mucho éxito. Ese éxito cristalizó en una secuela en 2002 y otra en 2012 con los mismos protagonistas. Esas secuelas aportaron poco al mundo creado por la primera película y demostraron el rápido agotamiento de la fórmula. Siete años después Hollywood nos vuelve a demostrar que ninguna franquicia nunca acaba de morir del todo, resucitando a los Men in Black con un cambio de director, de reparto y un guion que se intenta adaptar a los tiempos que vivimos. Para ello han elegido a F. Gary Gray, responsable de éxitos de taquilla como El negociador o Fast & Furious 8, como director y a Chris Hemsworth y a Tessa Thompson como pareja protagonista, confiando en que la química que demostraron en la estupenda Thor: Ragnarok se repita en esta película. El resultado final, Men in Black: International, es desigual; resulta bastante entretenida, tiene buenos momentos de acción y el reparto funciona muy bien, pero cae en la repetición de esquemas y no aporta nada significativo a sus predecesoras.

La película arranca en 1996, donde la pequeña Molly Wright ve como sus padres son neuralizados por los Hombres de Negro (MiB) para que olviden haber visto a un pequeño alien en su casa. Sin que la vean, ayuda a escapar a la criatura. Este incidente la deja obsesionada y 23 años más tarde, ya una joven con un currículum brillante (interpretada por Tessa Thompson), intenta entrar en las agencias que cree que la pueden conducir hasta el departamento secreto. Pero esto sólo sirve para que la traten como a una chiflada. Finalmente logrará localizar la sede de la organización en Nueva York y colarse en ella. La atrapan al momento, pero impresiona lo suficiente a la Agente O (Emma Thompson) como para ser aceptada en los MiB, transformándose en la Agente M (en pruebas). Su primera asignación es en la oficina de Londres, dirigida por el veterano Agente T (Liam Neeson). Unos años atrás, T y el Agente H (Chris Hemsworth) salvaron al mundo deteniendo el ataque de la Colmena, una especie alienígena muy agresiva, en París. La tarea secreta de M es intentar averiguar si las sospechas de O, que cree que la agencia tiene un topo en Londres, son ciertas.

Men in Black: International intenta bromear con el hecho que el propio nombre de la organización sea sexista, quitándole hierro al asunto e incorporando al reparto personajes femeninos de calado para adaptarse mejor a los tiempos que vivimos, en los que el feminismo empieza -por fin- a hacerse oír, incluso en ambientes tan dominados por los hombres como la industria del cine. Pero ese me parece precisamente el menor de los problemas de la película. El inicio de la cinta es bastante prometedor; el tono es ligero y las aventuras de Molly para encontrar a los MiB resultan divertidas. Su posterior reclutamiento y envío a la oficina de Londres nos devuelven a la estética y al humor de las películas de la saga; los aliens graciosos, los trajes negros y las gafas oscuras y las gigantescas instalaciones escondidas casi a plena vista del resto de la humanidad. En las oficinas de Londres M se encuentra a un agente H muy diferente del que hemos visto en un flashback mientras salvaba al mundo en Paris junto T; disoluto y frívolo, parece tomarse muy poco en serio su trabajo. De todas maneras, cuando M logra acompañarlo a una misión en apariencia rutinaria, las cosas se volverán locas y la película hace saltar a la pareja protagonista de localización exótica a localización exótica y de escena de acción a escena de acción. Todo ese movimiento hace que la película no aburra, pero la falta de chispa en los chistes y un exceso de CGI impidieron que me divirtiera de verdad. El final es tan predecible que se intuye cual va a ser sólo viendo el trailer; eso en si mismo no sería un problema si el guion fuera más ingenioso en los detalles, pero siendo como es, el final de la película se vive como una especie de trámite.

Ese guion impide que el magnífico reparto luzca tanto como podría. A la pareja protagonista se les une un reparto de lujo, con Liam Neeson, Emma Thompson, Rafe Spall o Rebecca Ferguson. Todos ellos están correctos en sus papeles y aprovechan su vis cómica para sacar el máximo provecho de sus escenas. Tessa Thompson y Chris Hemsworth tienen química; la locura de Hemsworth y la ambigüedad de Thompson combinan muy bien y además no son la pareja protagonista típica. Si a este reparto se le dieran gags a su altura la película resultaría mucho mejor.

Men in Black: International es una película de verano, ideal para verla en una sala de cine con buen aire acondicionado, pantalla grande y pocas ganas de pensar mucho. Eso le da unos mínimos de entretenimiento, pero con su presupuesto y su reparto debería aspirar a más de lo que da. Si la franquicia continua con más películas, espero que le pongan algo más de esfuerzo en salirse de la rutina y asuman algo más de riesgo.

(c) 2019 Jordi Flotats