LA FAVORITA

Olivia Colman, Rachel Weisz y Emma Stone brillan en una película histórica que narra un perverso triángulo entre tres mujeres que mantienen una relación tan complicada como tormentosa. El director Yorgos Lanthimos le da a la película un tono oscuro, usando una fotografía y un diseño de producción impactantes.

Yorgos Lanthimos es un director griego que practica un cine muy personal marcado por una estética muy cuidada, una profunda misantropía y unas tramas no siempre fácilmente accesibles. Habitual de los festivales internacionales, sus películas siempre han recibido el aprecio de la crítica y han llamado muy pronto la atención fuera de su país. Tras Canino (2009), tanto Langosta (2015) como El sacrificio de un ciervo sagrado (2017) cuentan un con reparto internacional con grandes actores como Nicole Kindman, Colin Farrel o Rachel Weisz. Algunos de ellos repiten en su última película, La favorita, una historia de los perversos juegos de poder entre tres mujeres en la corte inglesa del siglo XVIII. Por primera vez en su carrera Lanthimos no se ha encargado del guion, aunque al parecer se pueden reconocer sin problemas sus señas de identidad en el resultado final.

La película transcurre durante el reinado de la reina Ana de Inglaterra (Olivia Colman). Ana es una mujer enferma; sufre terriblemente de gota, lo que la obliga a ir en silla de ruedas gran parte del tiempo; tiene problemas estomacales y sus diecisiete partos (casi todos ellos finalizados en aborto), le han dejado secuelas físicas y psicológicas. Ana es una mujer débil, deprimida e insegura. Su principal sostén es su amiga de toda la vida Sara Churchill (Rachel Weisz), la Duquesa de Marlborough. Sara es su reverso; es inteligente, enérgica, organizada y extremadamente mandona. Está implicada de lleno en el gobierno del país, es partidaria de los Whigs, el partido que apoya la implicación de Inglaterra en la Guerra de Sucesión. No en vano las tropas británicas están lideradas por su marido, el Duque de Marlborough. Su posición única con la reina le permite mangonearla para que haga lo que ella quiere. Pero su relación va mucho más allá; aparte de apoyar a Ana y ofrecerle siempre opiniones sinceras, para ella la reina es amante, instrumento y paciente. Todo cambia cuando Abigail Hill (Emma Stone) llega a la corte. Abigail es una prima lejana de Sara cuya rama de la familia se ha arruinado y la ha dejado en la calle debiendo buscarse la vida para sobrevivir. Sara la emplea en las cocinas de palacio, pero su ambición e inteligencia la llevan a ascender en el servicio hasta servir a la propia Ana y rivalizar con ella por el afecto de la monarca. Para librar esa guerra, Abigail no dudará en emplear todo tipo de trucos sucios.

La favorita es una película muy peculiar; la combinación de guion, dirección y diseño de producción la hacen una obra tan personal como arriesgada. La historia presenta personajes reales, pero aparte de los hechos más relevantes, no busca el rigor histórico, ni en los hechos ni en la ambientación. El guion presenta a unos personajes complejos entregados a juegos de poder y egoísmo que viven en una corte llena de crueldad, aburrimiento y maquinaciones políticas. La humanidad en general resulta malparada en esta película; todos los personajes hacen lo que sea para aumentar o al menos mantener su estatus y todos maltratan a los que tienen por debajo, desde las cocineras hasta la reina . Pero este retrato tan desolado está lleno de toques brillantes de humor negro; una situación terriblemente dramática puede pasar en un suspiro a ser presentada de forma cómica y también a la inversa; el drama puede degenerar en farsa. También tiene momentos algo absurdos, como una escena que presenta un baile en la corte, que a pesar de todo funcionan y resultan divertidos.

Visualmente la película es magnífica. Fiona Crombie, la directora de producción, ha realizado un trabajo espléndido, diseñando un vestuario usando sólo blanco y negro, a juego con los suelos de Hatfield House, la impresionante mansión donde se rodó la película. No ha dudado en emplear una extravagancia y una vulgaridad de nuevo rico con la ropa que usa buena parte de la nobleza. Toda la fotografía se ha realizado usando iluminación natural, creando preciosos claroscuros en las escenas nocturnas. La luz de las escenas diurnas es fría, muy acorde con el tono de la narración. Lanthimos ha creado muchas tomas rodadas con lentes de ojo de pez y grandes angulares que muestran a los personajes aislados, perdidos en grandes espacios.

A pesar de todas estas virtudes, lo que en mi opinión hace que la película funcione son las tres magníficas actrices que encabezan el reparto. Olivia Colman, una mujer capaz de realizar cualquier papel, borda la interpretación de un personaje a ratos odioso, a ratos patético, casi siempre digno de compasión a pesar de sus múltiples defectos; una mujer insegura de humor mercurial y con claros síntomas de depresión. Colman logra que todos sus sentimientos se transparenten en su cara con total naturalidad y hacer que nos creamos a su personaje en todo momento. Rachel Weisz imprime una gran fuerza a su interpretación. Aunque resulta más habitual verla interpretando mujeres más compasivas y empáticas que esta, Weisz recrea con total convicción una persona ambiciosa, dura y organizada; el poder detrás del trono. También deja ver momentos de vulnerabilidad en la complicada relación que mantiene con la reina Ana. Emma Stone, otra magnífica actriz, ofrece una interpretación llena de matices de una mujer desesperada por progresar socialmente. Al principio su situación es desesperada, pero pronto se descubre como una persona fría y llena de dobleces, que haría lo que fuera por ganarse el favor del poder; primero el de su prima y luego el de la propia reina.

El grandioso trabajo de las actrices protagonistas y lo brillante de la puesta en escena logran que una película que arriesga mucho logre ser grande. La combinación de todos esos elementos, junto con una adecuada banda sonora con música barroca que da el contrapunto perfecto a la narración han dado lugar a una película brillante. Eso sí, su tremenda misantropía, bien envuelta en humor negro, puede que sea demasiado para algunos. Vale la pena arriesgarse a verla.

(c) 2019 Jordi Flotats