MALOS TIEMPOS EN EL ROYALE

Elaborada mezcla de comedia y thriller en una historia que mezcla personajes muy diferentes en un hotel que esconde muchos secretos. El director de La cabaña en el bosque ha juntado a un reparto extraordinario liderado por Jeff Bridges y con una magnífica Cynthia Erivo en un hotel situado justo en la frontera entre California y Las Vegas.

Drew Goddard tiene una trayectoria muy interesante; empezó como guionista televisivo escribiendo capítulos en series de culto como Buffy o Perdidos, pasando luego al cine en cintas como la interesante Monstruoso y las taquilleras Guera Mundial Z o Marte. También escribió el guion de su debut como director, La cabaña en el bosque, una divertidísima comedia de terror que repasaba con cariño todos los tópicos de las slasher movies y les daba una imaginativa explicación. El crédito obtenido de todo esto le ha permitido ser el showrunner de la serie de Netflix Daredevil, una de las mejores adaptaciones de comic a televisión hasta la fecha (y la competencia es grande). Para su segundo trabajo tras las cámaras, Malos tiempos en El Royale ha creado un thriller con toques de horror, múltiples giros de guion y diálogos afilados donde el escenario -el motel El Royale- es parte central de la narración.

La película empieza en una noche tormentosa cuando un hombre (Nick Offerman) entra en una habitación de hotel que, debido a la vista frontal con la que se presenta, parece un escenario teatral. La habitación es austera y cuidadosamente ordenada; la ropa del hombre y el escaso mobiliario remiten a la década de 1950. El hombre empieza a apartar los muebles, levanta la moqueta, luego parte de las tablas del suelo, esconde allí un maletín y luego vuelve a colocar todo en su sitio. Poco después está muerto. Este inicio de película, sin diálogos, sólo con imágenes y un montaje que va saltando lapsos de tiempo, tiene una atmósfera desasosegante gracias a su puesta en escena.

Tras este excelente inicio, la acción salta unos diez años al futuro, sobre 1969. El motel El Royale, situado justo sobre la frontera entre Nevada y California -pintada en el suelo para mostrar las habitaciones e instalaciones que están a cada lado-, antes lleno de glamour, visitado por celebridades de paso a Las Vegas, ahora está prácticamente abandonado. Su único empleado es el joven Miles Miller (Lewis Pullman). Un día determinado se reúne allí un conjunto de huéspedes muy dispar; un vendedor de aspiradoras (Jon Hamm), un anciano cura católico (Jeff Bridges), una cantante de soul en horas bajas (Cynthia Erivo) y una hippie (Dakota Johnson). Enseguida se ve que ninguno es lo que parece; algunos -John Hamm y Jeff Bridges- están allí con un propósito concreto. Otros -Dakota Johnson y Cynthia Erivo-, aparecen allí por casualidad. Al principio todos mantienen sus fachadas, pero durante la noche, mientras cae una violenta tormenta, se empiezan a poner las cartas sobre la mesa. El cura busca algo en su habitación; el vendedor resulta no ser tal; la hippie tiene raptada a su hermana (Cailee Spaeny) para librarla de la secta liderada por un violento pero actractivo mesías (Chris Hemsworth), una especie de Charles Manson sexy; la cantante vive horas bajas y el empleado del hotel está torturado por hechos de su pasado. Los planes de unos y otros se cruzaran a medida que transcurre la noche; se harán y desharán alianzas y la violencia hará aparición.

Secretos que también esconde el propio El Royale; el motel tiene zonas ocultas a los huéspedes usadas por varias entidades, gubernamentales o no, para conseguir información comprometida. A medida que avanza la acción, el propio motel se convierte en protagonista. Los secretos de los personajes se van introduciendo al espectador con flashbacks intercalados en la historia que permiten entender qué los ha llevado hasta allí. Ocasionalmente el director también juega con los puntos de vista de cada uno, mostrando la misma escena desde diferentes ojos. Este recurso me pareció ingenioso, aunque en algún momento abusó de la reiteración, contando al espectador lo mismo varias veces. Esto, junto con la larga introducción inicial de los personajes mientras llegan al hotel, alarga la duración de la película hasta las dos horas y veinte minutos; algo excesiva para mi gusto.

La principal baza de Malos tiempos en El Royale es el reparto. Los actores son excelentes y además encajan a la perfección en sus roles. Jeff Bridges derrocha carisma y humanidad y aporta su siempre bienvenida veta cómica. Dakota Johnson, Cynthia Erivo y Lewis Pullman tienen papeles más cortos, pero aprovechan al máximo su tiempo en pantalla para dar entidad a sus personajes. Chris Hemsworth parece haberse divertido mucho interpretando su papel, lo que repercute positivamente en la película; pasa de ridículo a peligroso en un suspiro. Me sorprendió muy positivamente Cynthia Erivo, una actriz a la que no había visto aún. Aparte de poseer una notable voz y ser muy buena cantante, demuestra ser una actriz excelente, poseedora de un gran carisma.

En conjunto la película me gustó, a pesar de los problemas de ritmo que adolece en algunos tramos. Drew Goddard ha creado una obra ambiciosa, un ejercicio de cine noir con un cierto aire pulp que reúne en un motel a personajes que representan muchos de los problemas de Estados Unidos a finales de la década de 1960: el racismo, el sexismo, la Guerra de Vietnam, la proliferación de las sectas o la guerra sucia de las instituciones como el FBI de Edgar Hoover contra los propios ciudadanos del país. Muchos de esos temas tristemente no parecen haberse superado aún. Pero esa ambición no la hace pretenciosa; su sentido del humor y los diálogos lo impiden. Aunque me gustó más La cabaña en el bosque que Malos tiempos en El Royale -es más imaginativa, más mordaz y no le sobra un minuto-, el segundo trabajo de Drew Goddard lo consagra como un director muy interesante.

(c) 2018 Jordi Flotats