10º día del Festival. Pelis: A Silent Voice, What Happened to Monday? y Boys in the Trees
Todo lo bueno se acaba. Hoy el Festival ha anunciado su palmarés y ha celebrado su clausura. Mañana domingo se proyectarán las maratones con algunas de las películas más relevantes de esta 50 edición. El húngaro Kornél Mundruczó –director que siempre ha introducido el elemento fantástico de manera inteligente en sus películas– ha conseguido el premio a la Mejor Película con Jupiter’s Moon, una fábula fantástica que cuenta con un deslumbrante diseño de producción. Jupiter’s Moon también se ha hecho con el premio a los mejores efectos visuales. El premio a la Mejor Dirección ha recaído en la francesa Coralie Fargeat por Revenge, una violenta cinta que contiene guiños a los clásicos de los años 70. El palmarés de Sitges 2017 ilustra un Festival que ha conseguido cifras de récord, con un aumento del 10% en la venta de entradas.
La lista de premios de Sitges 2017 reconoce los papeles de Marsha Timothy en Marlina the Murderer in Four Acts y de Rafe Spall en The Ritual. También han sido premiados los realizadores catalanes Pintó & Caye, que han recibido el premio al mejor cortometraje con R.I.P y el premio del público por Matar a Dios. El Premio de la Crítica José Luis Guarner ha resultado ex aquo para dos películas que llegaban a Sitges avaladas por los premios cosechados en los festivales de Austin y Locarno, la brasileña As boas maneiras; y el de mejor guion en el Festival de Cannes, la película del griego Yorgo Lantinos The Killing of a Sacred Deer.
The Lodgers, del director irlandés Brian O'Malley ha clausurado la 50ª edición del Festival. El director del film ha acudido a la gala de clausura acompañado por la actriz protagonista de la película –la madrileña afincada en Sitges Charlotte Vega– y de los productores del film. La película es un cuento de horror gótico situado en la Irlanda rural de principios del siglo XX, con ecos del espeluznante universo de la escritora Shirley Jackson, y narra la historia de los gemelos Rachel y Edward, que viven huérfanos en la decadente casa familiar y arrastran una maldición que se remonta a sus ancestros. En la sesión de clausura en el Auditori Meliá se han entregado los premios de las secciones Noves Visions, Focus Àsia, Anima’t, Méliès, Blood Window, Carnet Jove y de la Crítica.
Los premios de la Sección Oficial se han entregado en la gala realizada en la Fragata, bajo la emblemática parroquia de Sant Bartomeu i Santa Tecla, donde se realiza la gala del 50 aniversario, con la entrega de los premios de la Sección Oficial. El acto lleva el sello de La Fura dels Baus y está producido por la Xarxa per a la Comunicació Local. La magia y el ingenio de la compañía artística queda latente con el gigantesco King Kong que en los últimos tres días ha dominado la Fragata.
Empiezo mi último día del Festival (¡qué rápido pasa!) en el Auditorio viendo la cinta de animación japonesa A Silent Voice, de Naoko Yamada. Yamada es una directora japonesa de cine de animación cuyos dos primeros trabajos, spin-off de series de televisión, K-On! y Yamada Love Story fueron muy bien acogidos por crítica y público en Japón. Su tercer trabajo es A Silent Voice, una adaptación del premiado manga de Yoshitoki Oima guionizado por la experimentada Reiko Yoshida y producido por Kyoko Animation, un estudio emergente en el panorama japonés. La película trata de una forma delicada y sensible el tema del bullying escolar, ofreciendo también el punto de vista -muchas veces inédito- del acosador. De momento la película ha sido un éxito de taquilla en Japón y está logrando llegar a países de Europa, Suramérica y Asia, siguiendo la estela de Your Name, el último gran éxito de la animación nipona.
La película tiene lugar en la ciudad de Ogaki y arranca cuando Shoko Nishymiya, una niña sorda, llega a la escuela elemental transferida desde otra escuela. El profesor anima a la clase a que la incluyan en el grupo, y al principio los niños lo hacen. Pero pronto se cansan de tener que comunicarse con ella escribiendo en una libreta. A través de pequeñas escenas cotidianas, la película retrata como va cayendo progresivamente en el ostracismo; empieza con pequeñas incomodidades que acaban provocando pequeñas irritaciones que acaban desembocando en intolerancia. Shoyo, uno de los niños más populares y más traviesos de la clase es el que más cae en esta espiral y que acaba gastándole bromas que evolucionan progresivamente hasta la crueldad. Algunos de los compañeros de la clase acaban participando de forma pasiva en esto; como Shimada, amigo de Shoyo, que no hace nada pero le ríe las bromas; Naoha Ueno, que colabora en las bromas; o Miki Kawai que aparenta protestar pero disfruta de ellas. Después de haberle roto varios audífonos y haberle hecho algo de daño, la madre de Shoko la saca de la escuela y denuncia la situación. Shoyo es señalado como el máximo acosador y ve como los que le reían las bromas ahora le señalan a él como culpable. Ve cómo cambian las tornas y ahora es él el que cae en el ostracismo.
Tras esto, la acción se mueve cinco años en el futuro; Shoyo va ahora al instituto y es un chaval solitario, que no se relaciona con nadie, ni siquiera mira a la gente a la cara. La película muestra esta situación de una forma muy bella; desde su punto de vista, sus compañeros no tienen cara, una cruz se la tacha. Su situación familiar es peculiar, pero su madre se preocupa mucho por él, especialmente cuando descubre que está considerando el suicidio. Pero lo descarta, y en cambio decide volver a contactar con Shoko para disculparse. Naturalmente, eso no será fácil. En el instituto finalmente hace un amigo, Nagatsuka, un chaval al que acosan. Poco a poco el antiguo grupo de amigos de la escuela preparatoria se reúne y finalmente hablan de lo que pasó y de cómo afecta a sus vidas. Pero no será nada fácil rehacer los puentes.
Naoko Yamada ha dirigido una película de una sensibilidad extraordinaria. La sordera de Shoko es una metáfora perfecta del aislamiento. El hecho de mostrar el punto de vista de los acosadores y de las víctimas le da a A Silent Voice una profundidad que pocas películas que tratan el bullying tienen. La identificación de la película con todos sus personajes es total; sin hacer juicios de valor, vemos las situaciones a través de los ojos de Shoyo, acosador primero y víctima después. El retrato del personaje es genial, lleno de matices que lo convierten en alguien real, con el que el espectador puede identificarse a pesar de sus errores. La película está tan sintonizada a la mentalidad de un adolescente que a veces la narración mezcla las emociones contradictorias tan propias de esa edad.
La película tiene una animación y un diseño de personajes muy buenos. La animación no es realista pero transmite perfectamente la experiencia del crecimiento; en ocasiones el marco vibra, haciéndose eco de la agitación interna de los protagonistas creando una sensación de tensión que ninguna cámara real puede. A pesar que la película podría perder algunos minutos en su parte central, la edición de Kengo Shigemura es atrevida y dinámica.
A Silent Voice es una muy buena película, con un fantástico guion y dirección. Su gran sensibilidad y empatía crea un retrato del bullying y de los adolescentes realista e interesante. Naoko Yamada me ha parecido una directora de gran talento cuya carrera merece la pena seguir de ahora en adelante.
Al salir vuelvo a entrar inmediatamente al Auditori para ver A Silent Voice, de Tommy Wirkola. Pero antes Tony Isbert ha recibido el Premio Nosferatu de la sección Brigadoon. Su carrera ha estado en constante relación con el género fantástico en films como La saga de los Drácula, de León Klimovsky (1973); Nadie oyó gritar, de Eloy de la Iglesia (1972); o La grieta, de Juan Piquer Simón (1990). El actor recibió el premio con modestia; manifestó que se había pasado la vida 'viviendo del cuento' y que no podía compararse con otros miembros de su familia de actores, con nombres como el de su abuelo José Isbert o el de su madre María Isbert. También comentó divertido que había pasado de interpretar a galanes a interpretar a los malos de la película.
El director noruego Tommy Wirkola es un conocido del Festival. Sus películas Dead Snow (Zombies Nazis) y Dead Snow 2: Red vs Dead se pudieron ver en ediciones anteriores Estas películas tuvieron el suficiente éxito dentro de los aficionados al género de terror como para permitirle dar el salto al cine estadounidense. Su primera incursión allí, Hansel y Gretel: Cazadores de brujas (2013), no fue exactamente bien recibida por la crítica pero tuvo un éxito moderado en taquilla, suficiente como para que se haya anunciado una segunda parte. Ahora vuelve con otro trabajo internacional, What Happened to Monday?, una película de ciencia-ficción distópica con buenas dosis de acción.
En un futuro cercano, la superpoblación y el cambio climático llevaron al uso intensivo de los cultivos modificados genéticamente. Esto causó, irónicamente, un número anormalmente alto de partos múltiples, agravando aún más el problema. Por eso los gobiernos establecieron políticas draconianas de hijo único; los hijos adicionales son recogidos - por las buenas o por las malas - y llevados a unas instalaciones donde son congelados a la espera de un futuro mejor, cuando haya recursos para todos. La responsable de este programa de recogida y criogenización es Nicolette Cayman (Glenn Close).
Pero Terrence Settman (Willem Dafoe) decidió desafiar las leyes y esconder a sus siete nietas gemelas del ojo implacable del gobierno. La llamó como los días de la semana (de Monday a Sunday) y las crió en un piso enorme situado en un viejo edificio, entrenándolas para que asumieran una sola personalidad, Karen Settman (Noomi Rapace). Eso les permite a cada una salir un día a la semana, pero tienen que mantener una comunicación perfecta de lo que hacen para poder mantener la continuidad de Karen. Y eso que a pesar de ser genéticamente idénticas han desarrollado personalidades y capacidades muy diferentes. Quizá por eso, a los treinta años han logrado que Karen tenga un importante trabajo en finanzas. Pero un día Monday (lunes), no vuelve a casa y la crisis estalla. ¿Qué le ha pasado?
What Happened to Monday? es una película con sus puntos fuertes y débiles. Su principal problema está en la premisa argumental, que personalmente encontré muy floja y manida. Tampoco me sorprendieron demasiado los giros "sorpresivos" de una historia que ya nos han contado mil veces antes. El mundo que nos presenta la película no resulta muy creíble, y de hecho la película hace poco para explicarlo. Quizá estos problemas son debidos a que el guion original de Max Botkin, que entró en la Black List de 2010, fue reescrito por completo y al parecer muy modificado por Kerry Williamson. Dicho esto, la película no se toma demasiado en serio, quizá gracias a la dirección de Tommy Wirkola, que siempre ha introducido humor en sus películas. Esto hace que me recuerde en cierta manera a películas de la década de los 80 como Perseguido, sin complejos ni seriedades excesivas.
Wirkola ha realizado un muy buen trabajo de dirección, que junto a al gran trabajo de Noomi Rapace interpretando a siete personajes distintos convierte a la película en un gran entretenimiento. La cinta tiene un ritmo narrativo alto y un buen montaje, no le sobra ni un minuto. Wirkola dirige con gran acierto unas escenas de acción tan brutales como trepidantes que ayudan mucho a mantener el interés y la emoción.
En mi opinión What Happened to Monday? no funciona como distopía seria, pero lo hace magníficamente como thriller de acción. Tommy Wirkola le añade la dosis perfecta de acción gamberra y sentido de la diversión para que el resultado final sea un gran divertimento.
Acabo el Festival viendo la película australiana Boys in the Trees, de Nicholas Verso en la sala Tramuntana. El director estuvo en la sala para presentar la película, comentando que la música les resultaría muy familiar a quienes hubieran crecido en la década de 1990. La película es una melancólica historia de crecimiento ambientada en 1997 con influencias de Spielberg, Richard Donner y Joe Dante y sus películas de la década de 1980, pero con un tono más serio. La película mezcla diferentes géneros sin complejos para narrar de forma muy sincera una historia que hemos visto en otras películas.
La acción transcurre durante la noche de Halloween de 1997. Ese es el último día de instituto para Corey (Toby Wallace), Jango (Justin Holborow) y su banda de skaters, los Gromits. En Australia ese día marca el fin del curso escolar y el inicio de las vacaciones que en el hemisferio norte se celebran en verano. Pero Corey, un apasionado de la fotografía, tiene cuentas pendientes con su pasado que necesita aclarar antes de encarar su futuro. Cuando por la noche se encuentra con Jonah (Gulliver McGrath), muy amigo suyo cuando eran niños, pero del que se separó al entrar al instituto, accede a caminar con él hasta su casa por los viejos tiempos. Jonah es un chico menudo y tímido, víctima habitual de Jango. Durante la noche, Corey también se cruza y aclara sus sentimientos hacia Romany (Mitzi Ruhlmann), una chica inteligente que también quiere salir del pequeño pueblo y salir al mundo. El paseo por calles suburbanas desiertas que empieza de forma normal se va tornando poco a poco en algo mágico a medida que se cuentan historias de fantasmas y sus miedos salen a la luz.
Es evidente que Nicholas Verso se ha implicado por completo en su debut. Ha escrito la historia, la ha dirigido e incluso se ha ocupado del montaje de la película. Viéndola resulta evidente que conoce perfectamente el tema, la época y el lugar. También que el director posee un estilo propio y que aparte de en el cine ha trabajo diseñando escenarios para teatro. La película juega de forma preciosa con la luz y sus contrastes con la oscuridad; la música, formada por canciones de la década de 1990 liga perfectamente con las escenas. La escena, perfectamente editada y fotografiada, en la que un grupo de chicos pasea en bicicleta con máscaras de payaso siniestro mientras suena The Beautiful People de Marilyn Manson resulta memorable. También me gustó mucho una escena ‘de balcón’ con la música de Garbage.
Los actores en general realizan buenas interpretaciones, especialmente Toby Wallace y Mitzi Ruhlmann. Ambos resultan muy naturales y creíbles en sus papeles. Y aunque los personajes tengan algo de tópico - el aspirante a fotógrafo que sueña con Nueva York, la muchacha madura que quiere ver mundo, el geek acosado por los 'chicos populares', el rey del instituto que es suficientemente listo para darse cuenta que acaba de pasar por el momento álgido de su vida - también tienen suficiente carne y huesos para que nos podamos identificar con ellos. Corey, el protagonista se da cuenta de su cobardía al no proteger a Jonah para integrarse mejor en el grupo al darse cuenta que si quiere perseguir sus sueños debe afirmarse como individuo.
El principal problema de la película me pareció que le sobra un poco de metraje. Si sus 112 minutos se convirtieran en 90, la película sería fantástica. Con todo Boys in the Trees es una buena película, sincera, honesta y muy imaginativa. Su forma de mezclar y fusionar géneros me pareció modélica.
(c) 2017 Jordi Flotats