Crónica del Sábado 7/10/2017

3r día del Festival. Películas vistas: The Cured y Mom and Dad



Hoy ha sido una jornada llena de eventos en Sitges; se ha celebrado, como cada año la Sitges Zombie Walk. Este año la cabalgata de los no-muertos ha tenido su punto de inicio en la ermita de Sant Sebastià. Robert Englund, inolvidable Freddie Kruger entre otros papeles, ha dado el pistoletazo de salida. Angel Sala, el director del Festival, ha tenido una palabras de recuerdo al padrino de los zombies, George A. Romero, fallecido este año.

Susan Sarandon ha estado todo el día en Sitges. Acompañada por los actores catalanes Sergi Mateu y Àlex Casanovas, como representantes de la Asociación de Actores y Directores Profesionales de Catalunya, Sarandon ha comentado que "hoy en día es difícil y lleva mucho tiempo encontrar un guion realmente bueno”; y ha compartido su método de trabajo: "cuando recibo un papel que me convence intento construir y añadir cosas que pueden enriquecer a mi personaje, hablo mucho con el guionista y con el director para saber qué es exactamente lo que quieren”. Por la noche ha recibido el vitados del Festival, la actriz Susan Sarandon ­–que recibe esta noche el Gran Premi Honorífic del Festival en la sesión de medianoche de The Rocky Horror Picture Show, su debut en el cine.

Yo empiezo el día en el Auditorio viendo la película irlandesa The Cured, de David Freyne. El director estuvo presente en la sala para presentar la proyección. La película tiene lugar en una Irlanda que ha sufrido, como el resto de Europa, los efectos del virus Maze. El virus provoca una psicosis violenta y canibalismo incontrolable a sus víctimas y se transmite con gran facilidad con las mordeduras. Tras meses de caos y multitud de víctimas, la enfermedad logró controlarse en gran parte gracias a la cura encontrada por la doctora Joan Lyons (Paula Malcolmson). No obstante la cura sólo funciona aproximadamente en el 75% de los enfermos. El 25% restante, los llamados ‘Resistentes’, es mantenido preso en cárceles-hospital a la espera de una solución. Los curados tienen recuerdos pesadillescos de lo que hicieron cuando estuvieron enfermos y la mayor parte de la población no afectada no logra perdonarlos por lo que hicieron, aunque en ese momento no pudieran controlarse. Tras dos intentos iniciales no muy exitosos, el gobierno irlandés libera a la tercera ola de enfermos curados para que se intenten adaptar de nuevo a la vida normal, aunque tengan que enfrentarse a los miedos y ataques de la mayoría de la población. Mientras tanto cobra fuerza la idea que se practicará la eutanasia a los enfermos resistentes a la cura.

El protagonista de la película es Senan (Sam Keeley), un curado atormentado por el recuerdo de haber matado a su propio hermano cuando estaba enfermo. Senan tiene la oportunidad de irse a vivir con Abbie (Ellen Page), la viuda de su hermano. Abbie es una periodista norteamericana que ha decidido quedarse en Irlanda para criar a su hijo y que ofrece a Senan la oportunidad de vivir con ellos. Otros curados no tienen tanta suerte; viven en dormitorios comunes donde son víctimas de insultos y agresiones. Entre ellos está un amigo de Senan, Conor (Tom Vaughan-Lawlor), un abogado cuya rica familia lo ha dejado de lado y sólo encuentra trabajo como conserje. Conor y otros como él están llenos de rabia por su situación, y aliados con gente contraria a la eutanasia de los Resistentes, crearán un grupo cuasi terrorista dispuesto a todo.

Como el mejor cine de zombies, The Cured ofrece una alegoría política y social aparte de sustos y muertos vivientes (en este caso enfermos-zombie). La película de hecho es más un drama que una película de terror, a pesar de un final movido y lleno de acción. Su mensaje es lo bastante ambiguo como para poder ser leído en multitud de claves, todas ellas de rabiosa actualidad: puede ser vista como alegoría de la inmigración, el racismo y la religión en sociedades occidentales; como alegoría de la situación en Irlanda del Norte tras el proceso de paz e incluso me hizo pensar en lo que se vive en Catalunya estos días.

Esto, junto con el buen trabajo actoral, suponen las principales bazas de una película que me pareció interesante pero no del todo redonda. En mi opinión la cinta tiene problemas de ritmo narrativo. Al principio me pareció demasiado lenta, las cosas tardan en suceder y las situaciones se alargan en exceso; su tramo final en cambio es algo precipitado. Las cosas suceden demasiado rápido y el final de la película es algo abrupto. Tampoco me gustaron los sustos fáciles creados a partir de subir el volumen de la banda sonora al máximo; me parecieron innecesarios y fuera de lugar en el conjunto de la narración. Con todo The Cured tiene suficiente elementos interesantes como para que merezca la pena su visionado.

Termino el día viendo Mom and Dad, una cinta norteamericana de Brian Taylor, en el Auditori. Antes de la proyección, el productor y realizador italiano Sergio Martino ha recibido el premio Maria Honorífica del Festival a su trayectoria. Martino contribuyó decisivamente a la popularización del giallo italiano durante la década de 1970 como productor y director de películas como Tutti i colori del buio o Il tuo vizio è una stanza chiusa e solo io ne ho la chiave. En plena forma a sus 79 años, el italiano demostró su ironía y saber estar con un discurso en el que afirmó que sus tiempos de juventud fueron más sencillos que los que vive la juventud actual. Su generación esquivó los peores estragos de la Segunda Guerra Mundial, vivió una etapa de optimismo europeo y auge del cine italiano y no conoció el SIDA ni otras enfermedades de transmisión sexual modernas. Según él, trabajar en cine es mucho más complicado ahora que cuando él empezó.

Mom and Dad es una película que rompe un tabú muy arraigado en nosotros: la violencia contra los niños. Por eso la escena inicial de la película, en la que una madre conduce con su bebé hasta encima de las vías del tren y luego sale para que el tren lo arrolle, ya augura una cinta poco convencional. La acción transcurre en una zona residencial de clase media-alta tan convencional como aburrida. Kendall (Selma Blair), una ama de casa muerta de tedio y el desilusionado Brent (Nicolas Cage) son un matrimonio con dos hijos: la adolescente Carly (Anne Winters) y el aún niño Josh (Zackary Arthur). Sus vidas transcurren con completa normalidad hasta que un extraño fenómeno empieza a afectar a todo el mundo: los padres se empiezan a volver contra sus hijos con rabia asesina. Por eso Carly y Josh deben luchar por sus vidas cuando Kendall y Brent empiezan a perseguirlos por toda la casa con la intención de asesinarlos.

Mom and Dad, es desde su primer plano, una película desenfadada que convierte su chocante y amoral propuesta en una broma con tintes de serie B con alma de ‘midnight movie’. Sin tomarse nunca en serio a sí misma, la película pone en imágenes la fantasía nunca expresada de algunos padres de acabar con sus hijos, causada por inquietud por la juventud pasada (¿perdida?) y la ingratitud que muestran a veces los hijos. Con conexiones con otros filmes como The Purge, pero aún menos pretensiones, tras su divertida introducción donde se muestra cómo afecta esta extraña epidemia a la escuela donde van los niños protagonistas, la película entra en el terreno de las ‘home invasion’, con la acción transcurriendo dentro de la casa familiar.

Brian Taylor, responsable de las adrenalínicas y divertidas películas Crank, dirige con gran sentido del ritmo y divertida perversidad una película llena de escenas impactantes como la de un parto sangriento (con la canción de Roxette It Must Have Been Love de fondo) o un grupo de padres observando tensos y expectantes a sus hijos nonatos tras el cristal de una sala de hospital. Como sus anteriores trabajos, Mom and Dad es caótica, pero en un sentido positivo. El sentido perverso del humor y la diversión se mantiene a lo largo de toda la película, convirtiéndola en un divertimento fantástico para los aficionados a la acción y al humor negro.

Los actores son otro gran acierto de la película; Selma Blair es una actriz carismática, capaz de transmitir perfectamente el aburrimiento inicial y la rabia contenida posterior y Nicholas Cage es la elección ideal como padre. Cage es un actor cuyas interpretaciones últimamente oscilan entre la inexpresividad y el histrionismo extremo. En esta película pone su volumen interpretativo al 11 (sobre 10), con un repertorio de expresiones faciales tan extremas que parecen una autoparodia y que resultan perfectas para lo que requiere esta película.

Mom and Dad no es una película excelente, ni para todos los públicos. Pero es una película ingeniosa, bien realizada y divertidísima para el público correcto. Perfecta para Sitges, en general el público (yo incluido) nos lo pasamos de miedo viéndola.

(c) 2017 Jordi Flotats

Guardado en el menú Festival de Sitges 2017
Subido por Jordi Flotats con fecha 16/10/2017 10:44:10