2o día del Festival. Películas: vistas: Creep 2, Wind River, The Osiris Child y The Endless
Hoy auténticos invitados de lujo han estado en Sitges. William Friedkin, aún vital a sus 82 años, ha manifestado su intención de seguir trabajando en el mundo del cine hasta que su salud lo permita. En una rueda de prensa con la sala absolutamente llena, el director de El Exorcista ha repasado la historia de Hollywood, afirmando que Chaplin, Buster Keaton, Ford y Orson Welles son sus grandes maestros. Susan Sarandon, otra leyenda de Hollywood, ha llegado al pueblo. Sarandon ha comentado cómo las redes sociales han cambiado el concepto de fama; según la estrella de Hollywood, muchos jóvenes actualmente no quieren ser músicos, actores o directores de cine: simplemente quieren ser famosos. También ha destacado cómo las series de televisión han cambiado el panorama para los actores, ofreciendo papeles más arriesgados e interesantes que el cine.
Guillermo del Toro ha presentado la inauguración de la tercera edición del Sitges Pitxhbox, hablando de cómo ser director de cine. Ha afirmado que para ser un creador es básico saber decir que no en el momento adecuado. Tras este evento, el realizador se ha desplazado junto al director del Festival, Ángel Sala, al Centre Cultural Miramar donde han inaugurado la exposición 50 Aniversario Sitges - Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya 1968 - 2017. Memòria del Fantàstic, comisariada por Diego López, uno de los programadores del Festival.
Empiezo el día temprano yendo a ver Creep 2 al Retiro, al que por desgracia no han cambiado sus sufridas, rotas y más que amortizadas butacas aún. La película es una continuación de Creep, de 2014, dirigida igualmente por Patrick Brice y protagonizada de nuevo por Mark Duplass. Como en la entrega anterior, Duplass se ha implicado mucho en la cinta, colaborando en el guion y en la producción de la película. En Creer 2 la protagonista es Sara (Desiree Akhavan), una aspirante a documentalista que está produciendo una serie de reportajes distribuidos gratuitamente a través de la web, Encounters, que consisten en seleccionar anuncios inusuales dentro de Craigslist e intentar mostrar qué mueve a las personas que los han puesto. Su serie, de nueve episodios, no está teniendo éxito alguno, y ella misma se ve obligada a admitir que no ofrecen nada que tenga un auténtico interés. Antes de tirar la toalla decide hacer un último programa; para ello contesta a un anuncio que ofrece 1000$ por un día entero de rodaje. Su empleador es Aaron (Mark Duplass), un hombre que la recibe en una casa situada cerca de un bosque. Afirma ser un asesino en serie que disfrutaba al máximo de su obsesión hasta que se convirtió en algo casi rutinario ahora que está a punto de cumplir los cuarenta. Quiere que le entreviste durante todo un día, prometiendo no matarla; si no acepta se puede ir inmediatamente. Sara no cree una palabra de todo eso, pero decide quedarse oliendo por fin una buena historia.
Continuar Creep supone un reto considerable. La primera película jugaba fantásticamente con las expectativas del espectador mostrando un hombre que contrataba a alguien para que le hiciera un video diario para su hijo nonato, al que no conocería debido a su enfermedad. La interpretación fantástica de Mark Duplass de ese personaje le añadía intriga, humor e inquietud a partes iguales a la narración hasta su satisfactorio desenlace. La segunda parte carece necesariamente de la incertidumbre de la primera; ya conocemos al personaje de Duplass. Para suplir esa intriga, Creep 2 añade considerables dosis de humor, mostrando irónicamente a un asesino en la crisis de la mediana edad al que aburre repetir una y otra vez sus muertes. Su evidente narcisismo le lleva a planificar una puesta en escena que explique de forma grandiosa su vida e inquietudes, pero la inexorable realidad se entromete en sus planes cómicamente.
Al igual que su predecesora, esta es una película de dos personajes; pero Sara no puede ser más distinta del anterior protagonista. Al igual que el espectador, ella sabe quien es Aaron, aunque otra cosa es que se crea sus afirmaciones. También es mucho más dura y tiene muchos más recursos. Duplass, como en el anterior trabajo, realiza una gran interpretación, esta vez acentuando más su vis cómica y Desiree Akhavan lo secunda a la perfección, logrando una química amuy buena con él. Como en la película anterior se establece un juego perverso entre ambos personajes, pero en este caso se trata de ver hasta qué punto está dispuesta a llegar Sara para conseguir buenos contenidos.
Aunque naturalmente carece de la sorpresa y la frescura de Creep, su segunda parte también me ha parecido una buena película, que tiene claro qué quiere contar y que no tiene paja innecesaria, sus 78 minutos son suficientes para hacer pasar un rato muy divertido al espectador. Al parecer Patrick Brice y Mark Duplass preparan una tercera parte para cerrar la serie en trilogía que sin duda veré; con esta han demostrado ser capaces de continuar la serie sin repetirse.
Continuo el día en el Auditori viendo Wind River, una película norteamericana de Taylor Sheridan. Sheridan es un actor que también ha escrito guiones tan buenos como los de Sicario y Hell or High Water que ahora dirige su segundo largo. Wind River arranca con una joven huyendo descalza a través de una pradera helada en una reserva india de Wyoming hasta que cae muerta al suelo. Su cadáver es encontrado por Cory Lambert (Jeremy Renner), un trabajador del servicio de parques que se dedica a cazar a los depredadores que de vez en cuando amenazan al ganado de la zona. Cuando se descubre a la chica y además se entera que ha sido violada, Lambert queda muy afectado; era la mejor amiga de su difunta hija. Por eso decide ayudar a la agente del FBI Jane Banner (Elizabeth Olsen), enviada de urgencia en solitario para investigar la muerte. Los dos, junto al policía tribal Ben (Graham Greene) tirarán del hilo hasta determinar qué sucedió.
Como en anteriores historias suyas, Sheridan sitúa la acción de Wind River en una zona deprimida de los Estados Unidos. En este caso, el Wyoming que retrata es un páramo glacial y oscuro con pequeños núcleos urbanos dispersos donde habita gente en general pobre y sin perspectivas, donde la droga hace estragos. A través de la investigación vamos conociendo a una serie de personajes desesperados, como el padre de la víctima (interpretado por un carismático Gil Birmingham) o su hermano drogadicto. Del mismo modo, los personajes están muy bien definidos, usando una paleta de grises morales que resulta muy creíble. Aunque en este caso no se excusa a los culpables una vez son identificados.
Sheridan dirige con ritmo firme pero pausado una historia que va desgranando capa a capa sus elementos. La tensión se va construyendo poco a poco hasta que explota en un final violento. La cinta cuenta también con un fenomenal reparto que aporta verosimilitud y que permite al espectador empatizar con los personajes. Jeremy Renner está estupendo; su contenida pero expresiva interpretación de un padre doliente, de un cazador letal pero compasivo, es de las mejores de su carrera. Elizabeth Olsen transmite resolución y vulnerabilidad en su papel de agente novata, nada acostumbrada al ambiente rural pero decidida a averiguar qué ha sucedido. Pero no sólo ellos; todos los secundarios logran parecer gente real.
Wind River me ha parecido una película soberbia; una conjunción virtuosa de un gran guion, buena dirección, grandes interpretaciones, una muy buena fotografía de Ben Richardson y una banda sonora de Nick Cave y Warren Ellis que le va como anillo al dedo a la narración. No hay que perdérsela.
Continuo en el Auditori viendo Science Fiction Volume One: The Osiris Child, una película australiana de Shane Abbess. La película transcurre en un futuro lejano en el que la humanidad ha logrado colonizar las estrellas. La terraformación de los planetas para dejarlos preparados para que los humanos puedan habitarlos corre a cargo de grandes y poderosas empresas privadas, que usan sus flotas y considerables recursos para hacerlo. Aunque también emplean el trabajo prácticamente esclavo de presos, cuyas condenas consisten en trabajar en condiciones durísimas a cambio de una eventual libertad. Uno de los protagonistas de la historia es el teniente Kane Sommerville (Daniel MacPherson), destinado por la empresa Exor a un planeta en vías de terraformación. Kane vive entre el planeta y una estación espacial móvil que lo orbita. Precisamente está allí cuando se produce una crisis en la superficie: al parecer los reclusos de la cárcel se han amotinado y amenazan con volar las centrales de energía y provocar un cataclismo planetario. Pero algo no acaba de encajar en esa historia y además su hija está en el planeta; por eso Kane roba una nave y escapa para salvarla. Una vez en la superficie se tendrá que aliar con Sy Lombrok (Kellan Lutz), un antiguo preso que sabe lo que realmente ha sucedido y con la pareja formada por Bill (Luke Ford) y Gyp (Isabel Lucas), que poseen un vehículo que les permitirá ir hasta la hija de Kane.
Science Fiction Volume One: The Osiris Child es una película con muchas virtudes y muchos defectos. En mi opinión su virtud principal es su ambición: sus creadores querían realizar una película de ciencia ficción sin complejos; una space-opera con naves, viajes interestelares, grandes corporaciones, combates de cazas y zonas de frontera con aventureros de todo calibre. Para realizar todo esto contaban con un presupuesto modesto, pero han sabido exprimir cada dólar para lograr un resultado final muy decente; a veces se nota la falta de dinero, pero en general el considerable ingenio de los cineastas ha logrado conseguir disimular su falta de recursos. La película además tiene un buen ritmo narrativo; no cuenta nada original pero sí que lo hace con bastante frescura y sin entretenerse, la acción se sucede sin pausas en unas secuencias de acción bastante emocionantes y bien rodadas.
Por desgracia no todo es bueno; los actores protagonistas son muy limitados, no tienen mucho carisma ni talento interpretativo, así que no logran que sus personajes pasen del cartón piedra. La excepción a eso es Luke Ford, un secundario que roba todas las escenas en las que interviene. La falta de presupuesto se convierte en dramática cuando se trata de mostrar a unas criaturas monstruosas que invaden las ciudades que, tal como comentó acertamente una amiga mía, parecen un cruce entre los muñecos de Cristal Oscuro y la montaña de basura de los Fraggle.
Con todo, el balance final de la película para mí fue positivo; sus intenciones y su frescura acabaron venciendo a su falta de dinero y factura impersonal. Aunque eso sí, Science Fiction Volume One: The Osiris Child es sólo recomendable a los fans del cine de ciencia-ficción y quizá siendo algo duro, sólo como opción de plan de sofá y domingo por la tarde.
Termino mi día volviendo a entrar al Auditori para ver The Endless, una sesión que contó con los guionistas, directores y actores Aaron Moorhead y Justin Benson para introducir la película. Ambos interpretan a unos hermanos huérfanos que fueron criados en una secta destructiva y de la que pudieron huir gracias al hermano mayor, que huyó antes que grupo intentara un suicidio colectivo. Más de diez años después, la vida no les sonríe; no se han adaptado a la vida ‘normal’, no han logrado establecer relaciones con otra gente y sólo sobreviven a base de trabajos temporales y ayudas gubernamentales. En estas les llega una vieja cinta de video grabada en la comuna de la secta donde una de sus integrantes comenta la inminente ‘Ascensión’ que se producirá en breve. En parte por nostalgia, en parte por infelicidad, deciden visitar de nuevo la comuna, aunque sólo por un día. La comunidad vive en un rincón apartado cerca de un desierto; cultivan casi toda su comida y ganan algo de dinero vendiendo su cerveza artesana. El recuerdo que tienen los hermanos de su etapa allí es muy diferente; el hermano menor recuerda básicamente la vida al aire libre, la comida natural y ambiente armonioso. El mayor al parecer tuvo otras experiencias más perturbadoras allí que motivaron su huida. Cuando llegan son muy bien recibidos, hasta el punto de lograr que el hermano menor empiece a albergar el deseo de quedarse, pero poco a poco van teniendo lugar incidentes extraños que van cobrando intensidad a medida que se aproxima la Ascensión.
The Endless juega con el terror y la ciencia-ficción de una forma muy inteligente; sus directores utilizan hasta el último dólar de su menguado presupuesto de una forma muy creativa para lograr que el producto final no parezca barato ni falto de medios. El estilo visual y el tratamiento formal de la película conecta mucho con otros filmes como Another Earth, Los Cronocrímenes o series como The OA, pero con más toques de terror. El balance entre la construcción de los personajes y sus dinámicas y lo que les sucede, el propio argumento de la película, me pareció muy bueno. La relación entre los hermanos me pareció natural, realista, así como confrontan los recuerdos de unas experiencias que les marcaron de formas diferentes. La trama de la película me pareció muy influenciada por el Lovecraft más cósmico, que mezcla el terror con la ciencia-ficción.
En conjunto The Endless me ha parecido una buena película. En su tramo final reitera un poco demasiado para mi gusto la explicación a toda la extrañeza previa, pero el final, algo abierto a interpretación, me gustó mucho. Las interpretaciones de los protagonistas no me parecieron mal, pero son demasiado mayores para sus personajes, lo que resulta algo incongruente en la película. Aunque hay que reconocer el esfuerzo y la capacidad de Aaron Moorhead y Justin Benson para tirar adelante el proyecto con tan buenos resultados. Aparte de interpretar la película, ambos la han dirigido y participado en su producción; además Benson ha escrito el guion y se ha encargado de la fotografía. Muy recomendable.
(c) 2017 Jordi Flotats