Crónica del 3r día del Festival. Películas: Operation Mekong, The Autopsy of Jane Doe y Trivisa
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Barbara Crampton, una de las más famosas scream-queens del cine de terror de los ochenta, ha recibido el premio Màquina del Temps por su trayectoria. Desde que protagonizó Re-Animator en 1985 (vencedora en el Festival de Sitges de ese año), se la asoció al cine de terror. La actriz se ha tomado con humor y filosofía que se la haya encasillado en ese género. Además de recoger el premio del Festival, Crampton ha formado parte del reparto de Beyond the Gates, presentada en esta edición del Festival, así como de la producción de la cinta. Su director, Jackson Stewart, ha declarado que la presencia de Crampton en el reparto potencia la nostalgia de la década de los ochenta presente en la narración.
Hoy se han presentado en la carpa Fnac los dos libros oficiales de Sitges 2016: Donde nadie ha llegado antes (Star Trek) y Red Planet Marx. La conquista soviética del espacio, editados por Tyrannosaurus Books. El acto ha contado con la presencia de Ángel Sala, junto a una nutrida representación de los autores: Jordi Sánchez Navarro, Cels Piñol, Jordi Ojeda y Luis Rosales, además del editor José Miguel Rodríguez.
Yo empiezo el día viendo la película china Operation Mekong en el Auditori. Dante Lam, su director, estuvo presente en la sala para presentar la película. Lam comentó que el argumento de la película se basa la historia real de unos marineros chinos que fueron asesinados en el río Mekong por unos traficantes y cómo el caso afectó a China. Dante Lam es un auténtico especialista en dirigir filmes de acción, así que esta, aunque se base en hechos verídicos, constituye un tour de force de persecuciones, tiroteos narrados a ritmo trepidante. El río Mekong es una ancha vía de agua que cruza el Sudeste asiático; pasa por China, Myanmar, Laos, Tailandia, Camboya y Vietnam. Gran cantidad de comercio chino baja por el río, pero también, un poco más al sur, está el Triángulo Dorado, una zona donde las fronteras de Tailandia, Myanmar y Laos se tocan y que constituye el terreno de operaciones de traficantes y piratas. En 2011 dos barcos de carga chinos fueron atacados en esa zona; los 13 miembros de su tripulación fueron asesinados y tirados al río. Es el mayor asesinato de ciudadanos chinos fuera de sus fronteras desde hace mucho tiempo. Por eso China reaccionó con firmeza, interrumpiendo el comercio y pactando con los países del Triángulo una patrulla conjunta del río y esfuerzos coordinados contra el narcotráfico que culminaron con la detención y extradición a China del principal responsable de la masacre.
La película arranca justo durante la masacre, mostrando cómo luego los cuerpos son descubiertos y una gran cantidad de droga es encontrada en los barcos. Tras este descubrimiento, el gobierno chino envía a la zona a un grupo de élite de policías especializados en la lucha contra el tráfico de drogas liderado por el capitán Gao Gang (Zhang Hanyu). El oficial de inteligencia Fang Xinwu (Eddie Peng), especialista en inflitrarse en bandas de esa zona, se une también a la organización. Después de descubrir que las drogas en los barcos fueron colocadas allí por un secuaz de Naw Kham, el jefe de un famoso y temido cartel establecido en las selvas de Myanmar, China, Tailandia, Laos y el propio Myanmar crean una fuerza conjunta para atraparlo. Pero no será nada fácil; es muy elusivo y su mano llega muy lejos, incluyendo a policías y gente poderosa.
Al adaptar hechos reales, se podría haber optado por el realismo, lo que podría haber dado como resultado una cinta que mostrara las turbias relaciones entre las naciones que comparten frontera en un río navegable difícil de vigilar y entre las autoridades y las bandas criminales que manejan mucho dinero y ejercen considerable poder en sus zonas de influencia. Pero Dante Lam ha apostado por la superproducción; la película arranca con gran ritmo y un montaje muy dinámico que presenta la situación y a los protagonistas en un santiamén y da paso a largas, espectaculares y muy bien rodadas escenas de acción. La visión que presenta es totalmente china: ellos son los buenos y los demás los malos, sin ninguna ambigüedad. El paralelismo con una película estadounidense en la que los protagonistas se pasean por Sudamérica cazando a narcos malvados a pesar de las corruptas autoridades locales me pareció evidente. Si se pasa por alto, la película entretiene y resulta espectacular.
Por la tarde vuelvo al Auditori para ver The Autopsy of Jane Doe, una película británica dirigida por el director noruego André Øvredal, que en 2010 presentó con éxito Trollhunter en el Festival. El director estuvo presente en la sala para introducir la proyección. The Autopsy of Jane Doe, su primer trabajo rodado en inglés, es una película de terror con una premisa muy imaginativa realizada con medios modestos pero suficientes. Sus protagonistas son el veterano forense Tommy Tilden (Brian Cox) y su hijo Austin (Emile Hirsch), que regentan una pequeña morgue privada situada en el sótano de la casa de Tommy. Una tarde de tormenta les traen el cadáver de una joven sin identificar (Jane Doe en terminología policial) para que realicen su autopsia urgente. Ha sido encontrada semienterrada en una casa con varios cadáveres más que aparentemente habían muerto tratando de salir del lugar. Mientras fuera ruge una tormenta, empiezan lo que parece ser una autopsia de rutina. Pero al abrir el cuerpo, que por fuera luce aparentemente intacto, empiezan a descubrir cosas raras: sus órganos y tejidos internos muestran signos que indican que fue torturada de forma sistemática. Mientras los forenses van sumando descubrimientos extraños, cosas raras empiezan a suceder en la morgue y para más inri la tormenta parece haberlos encerrado dentro con ellas.
La película empieza muy bien, mostrando paso a paso la investigación de los dos forenses, mientras de paso construye ambos personajes y cuenta su historia. En esa fase, mientras se construye el misterio, el ritmo es ágil, la trama interesante y salpicada de humor negro. Poco a poco se pasa a una narración más propia de una película de terror convencional, con sustos y una trama que vira directamente hacia lo paranormal, ofreciendo al final una explicación que cierra la película. La segunda parte me pareció mucho menos interesante que la primera, la historia flojea un poco. La dirección de André Øvredal es muy competente, sabe cómo mantener la tensión y no abusa de los trucos de dirección típicos del cine de terror para hacer saltar al espectador de la butaca. Poco a poco crea una atmósfera tensa y opresiva que resuelve perfectamente en el clímax final de la cinta. Eso, junto con las muy buenas interpretaciones de los protagonistas, hacen que el resultado final sea bueno.
Termino el día de películas en la sala Tramuntana viendo la cinta de Hong Kong Trivisa. La película ha sido producida por Johnny To, uno de los directores más influyentes del cine de esa parte del mundo. Su estructura es curiosa; tres jóvenes directores han rodado un historia independiente y se han montado juntas, mezclándolas y formando un todo. La acción de las hsitorias tiene lugar en 1997, cuando Hong Kong dejó de ser independiente y pasó a formar parte de China, aunque con un régimen especial. El título se ha sacado de la noción budista de los tres venenos que conducen a la infelicidad: la codicia, la ira y la ignorancia para retratar a sus tres protagonistas, tres delincuentes para los cuales los tiempos han cambiado.
Los tres protagonistas de la película son Kwai Ching-hung (Gordon Lam), Yip Kwok-foon (Richie Fon) y Cheuk Tse-keung (Jordan Chan), tres notorios y ya veteranos delincuentes sin relación entre sí. El primero es un delincuente buscadísimo con bastantes muertes a sus espaldas y una recompensa por su cabeza; por ese motivo mantiene su identidad en secreto, lo que le dificulta encontrar buenos golpes. Para planificar su siguiente trabajo se instala en casa de un amigo y antiguo socio que desconoce su identidad real y que actualmente está enfermo y malvive con su esposa e hija en un minúsculo piso. Yip Kwok-foon lideraba una banda de atracadores fuertemente armada hasta que decidió dejarlo para realizar una actividad más lucrativa y legal: comprar mercancía en Hong Kong y venderla en China sacando un gran beneficio. Pero para que esto funcione debe sobornar y humillarse ante una gran cantidad de burócratas chinos, algo que pesa cada vez más en su orgullo. Cheuk Tse-keung es un tipo extravagante que actualmente se dedica al secuestro de gente rica y que a pesar de tener la policía pisándole los talones siempre parece ser capaz de evadirla. Pero está aburrido, cada golpe debe ser mayor que el anterior; de repente decide que lo que le motivaría más sería un golpe conjunto con Kwai Ching-hung y Yip Kwok-foon, a los que no conoce. Para encontrarlos decide pagar una recompensa para quien logre contactar con cualquiera de ellos.
El hecho que se hayan mezclado los tres segmentos que componen la cinta tiene sus ventajas y sus inconvenientes. La parte buena es que un hábil montaje logra darle bastante unidad, ligar las tres historias entre sí y ofrecer una visión desencantada del estatus de Hong Kong en China mostrando el punto en el que el cambio empezaba. Las partes que no me gustaron tanto son que ni con el montaje se pueden eliminar del todo las diferencias entre los estilos de los directores, dando lugar a lagunas en el ritmo. Tampoco las tres historias me parecieron igual de interesantes; la del delincuente extravagante me pareció bastante absurda y su protagonista no me entusiasmó; la del fugitivo está bien interpretada, pero tiene algunos tiempos muertos que me aburrieron un poco. La mejor historia es la del antiguo bandolero que ya está harto de humillarse ante burócratas de medio pelo; quizás ella sola podría constituir una película, porque su final es demasiado precipitado.
En conjunto Trivisa, aunque tiene algunos puntos buenos, no me entusiasmó. Es irregular, tiene bastantes momentos aburridos y alguno absurdo. Me pareció un buen intento, con buenas intenciones pero con un resultado final cuestionable.
(c) 2016 Jordi Flotats