GREEN ROOM

Brutal thriller del director de Blue Ruin

Jeremy Saulnier debutó como director en 2007 con la comedia de terror Murder Party, que tuvo una buena recepción pero pasó bastante desapercibida. Su segundo trabajo, Blue Ruin (2013) despertó una gran atención en el circuito de cine independiente, ganando el premio FIPRESCI en la quincena de realizadores del Festival de Cannes. La película, una fascinante historia sobre una venganza a todo precio que arrasa a dos familias, tiene un gran estilo narrativo que muchas veces puede prescindir del diálogo por su gran uso de la imagen. También resulta impactante su uso de una violencia descarnada, sin coreografías. Con Green Room Saulnier ha cambiado de nuevo de tercio ofreciendo un thriller tenso y violento con gotas de survival horror.

El grupo de hardcore Ain’t Rights formado por el cantante Tiger (Callum Turner), el bajista Pat (Anton Yelchin), la guitarrista Sam (Alia Shawkat) y el batería Reece (Joe Cole), está de gira por una zona rural con su camioneta. No les está yendo muy bien, no tienen dinero ni para gasolina. Por eso se ven obligados a aceptar un concierto en un remoto bar situado junto a una carretera en medio de Oregon. Cuando llegan allí el lugar resulta ser el lugar de encuentro de skinheads racistas y supremacistas. Cabe (Macon Blair), lleva la gestión del local, pero quien realmente manda es el siniestro y elocuente Darcy Banke (Patrick Steward). Los miembros del grupo no salen a dar el concierto especialmente contentos ni tranquilos, pero finalmente se cabrean y antagonizan a toda la audiencia tocando Nazi Punks F*** Off de los Dead Kennedys antes de irse a la sala donde tienen sus cosas (en inglés, las “green room” son las salas destinadas a que los artistas esperen antes de salir a actuar). Cuando llegan allí son testigos accidentales del resultado de un asesinato, en la sala hay un cadáver y varios colaboradores de Gabe. Aterrorizados, logran controlarlos y se encierran en la habitación a la desesperada. Darcy les intenta convencer para que salgan, pero no se dejan engañar. Entonces Darcy vacía el bar, reúne a una banda e intenta que salgan por las malas. Desesperados, deberán resistir allí y finalmente intentar huir para poder sobrevivir.

Como muchas otras películas de los últimos años, Green Room está influenciada por el terror y el thriller de la década de los ochenta, reduciendo la escala de la acción a un espacio confinado, claustrofóbico. Saulnier dirige la película creando una gran tensión, rota por inesperados actos de violencia. Como en Blue Ruin, la violencia se muestra de forma descarnada y visceral, pero a diferencia de Blue Ruin, el ritmo narrativo es más alto, dando más peso a la acción que a la historia. La película dibuja de forma competente a una serie de personajes, los coloca en una situación imposible y muestra como intentan salirse de ella.

Sin embargo la competente dirección y un reparto muy bien elegido disimulan bien esta falta de historia. También me gustó el a veces retorcido sentido del humor que salpica los diálogos y algunas situaciones y la autenticidad de los ambientes que retrata. Entre los actores destaca Patrick Stewart, un actor superlativo que aprovecha la gran ocasión que le brinda esta cinta para dar vida a un tipo despreciable pero muy cerebral, que utiliza sin piedad a una banda de skinheads para perseguir sus propósitos. También me gustaron Anton Yelchin y Imogen Poots por su naturalidad y carisma y naturalmente, Macon Blair, actor fetiche del director, al que regala un personaje con bastantes matices. La banda sonora, salpicada de canciones hardcore acompaña perfectamente a la acción y me encantó.

En conjunto Green Room es una buena película que sin duda gustará a los fans del survival horror y en general a quien guste de los thrillers y no se espante de la violencia. Esperaba otra película de Jeremy Saulnier tras Blue Ruin, pero hay que reconocer que ha elegido romper con las expectativas y cambiar de tercio, mostrando tanto su versatilidad como su gusto por el cine de género.

(c) 2015 Jordi Flotats