RABID DOGS

Fallido remake de la película de 1974 de Mario Bava

El director francés Eric Hannezo ha debutado con Rabid Dogs, remake de Canni Arrabbiati (titulada en España Semáforo Rojo), una película italiana de Mario Bava que tuvo escasa distribución pero que se ha convertido en un film de culto para los amantes del giallo. Con esto, supongo que Hannezo ha realizado una declaración de cuáles son sus influencias. Rabig Dogs es un thriller que gira alrededor de un atraco con rehenes con una larga huida y donde nada es lo que parece. Por desgracia la película resultante está muy por debajo de las expectativas.

La acción arranca con el robo a un banco; cuatro atracadores, tres dentro (Franck Gastambide, François Arnaud y Laurent Lucas) y uno esperando en un coche. Sólo vemos al conductor (Guillaume Gouix), nervioso. Cuando salen sus compañeros se desata un tiroteo, tras el cual huyen por toda la ciudad mientras les persigue la policía. Los despistan, pero sólo temporalmente; son descubiertos en un centro comercial y allí toman a una rehén, una atractiva mujer recién casada (Virginie Ledoyen) y uno de ellos resulta fatalmente herido. Lo dejan atrás y desesperados paran un coche en marcha y lo usan para huir. En él viaja un hombre (Lambert Wilson) y su hija pequeña. Les suplica que les dejen ir, porque la niña está gravemente enferma, la está llevando al hospital para que le realicen un transplante. Ignoran su petición y empiezan a conducir a un destino que sólo uno de los atracadores parece conocer. Mientras, el cerco policial sobre ellos se va estrechando.

Tras un inicio decente, donde se mantiene la tensión del atraco y de la trepidante huida por las calles de una ciudad, la película empieza a decaer rápidamente por culpa de un guion que abusa de los estereotipos y no es capaz de humanizar a los personajes para hacerlos creíbles. Tenemos al líder callado pero lleno de rabia interior (indefinida, no sabemos por qué); al depravado que no pierde ocasión para drogarse o acosar a la rehén; al cobarde de gatillo fácil; a la indefensa y atractiva mujer recién casada -no sabemos más, se la presenta en una gratuita e incongruente escena de lencería- y finalmente al grave y preocupado padre. Los diálogos me parecieron muy malos, a veces casi risibles.

La parte principal de la película es una suerte de road movie en que los personajes van huyendo en un Volvo familiar cada vez más estropeado. Se van encontrando con situaciones que siempre terminan mal, algunas de ellas con mucho potencial sino para el dramatismo, al menos para la comicidad absurda, como cuando se ven atrapados en un pueblecito que celebra la fiesta nocturna del oso. Pero no, la película no está para bromas; todo el mundo se lo toma todo muy en serio, todo es muy negro y los más inocentes siempre se llevan la peor parte. El final, cuando por fin llega, da un giro sorpresivo que pretende que veamos la historia desde una nueva luz (todo es aún más negro) que me pareció particularmente absurdo.

A quien haya leído hasta este punto ya le habrá quedado claro que la película no me ha gustado. El guion me ha parecido tan malo que hace imposible juzgar con justicia a los actores; parece que lo hacen muy mal, exceptuando a Lambert Wilson, que gracias a su carisma sólo lo hace mal. Pero claro, tampoco es que tuvieran mucho con lo que trabajar. La dirección tampoco me ha entusiasmado; sabe darle tensión y ritmo a los primeros quince minutos, pero después cae en la apatía.

Aún habiendo invertido mucho más dinero, el resultado final es my inferior a la película original de Mario Bava, mucho más modesta pero mucho más intensa y mucho mejor dirigida. Es un producto de serie B con aspiraciones, lo único que no soy capaz de perdonar a estas producciones. No tengo nada contra la seriedad y la ambición, pero si el resultado queda corto muchas veces acaba resultando ridículo. Su total ausencia de humor y unos diálogos muy malos dan como resultado un film casi indigerible. Creo que necesitaré volver a ver Reservoir Dogs para limpiarme por dentro.

(c) 2015 Jordi Flotats