STRANGERLAND

Extraño thriller australiano con el desierto como protagonista

Kim Farrant debuta en la dirección con Strangerland, una producción australiana ambientada en una localidad situada en una de las extensiones desérticas del continente con un reparto de excepción encabezado por Nicole Kindman, Joseph Fiennes y Hugo Weaving. Heredera de películas como Walkabout, Wake in Fright o Picnic en Hanging Rock, en Strangerland el desierto es un personaje más.

El matrimonio formado por Catherine y Matthew Parker (Nicole Kindman y Joseph Fiennes) se acaba de mudar al remoto pueblo de Nathgari con sus dos hijos, Tommy (Nicholas Hamilton) y Lily (Maddison Brown). Lily, una joven quinceañera, preocupa a sus padres porque flirtea provocativamente con todo el mundo a pesar de las broncas que tienen por ese motivo. Un día, justo antes que una masiva tormenta de arena azote el pueblo, ambos chicos desaparecen. Cuando cesa, todo el pueblo se pone a buscarlos ayudando al policía local, David Rae (Hugo Weaving). Como no aparecen en un primer momento, se empieza a sospechar que algo muy malo puede haberles pasado y los rumores empiezan a culpar a los padres de la desaparición. Ellos son algo reluctantes a contar cosas sobre su pasado, cosas que pudieron forzarles a mudarse al pueblo, algo que hace sospechar al policía. Pero a pesar de todo, tanto uno como otro están más desesperados a cada día que pasa sin noticias, pero reaccionan de formas opuestas a la desaparición y se van distanciando cada vez más, cúlpandose mutuamente.

El guion hace de Strangerland un film muy curioso, pero en mi opinión no del todo satisfactorio. Tras presentar a una familia bastante disfuncional, con un matrimonio aparentemente distanciado, sin demasiada química y unos hijos problemáticos, el chico retraído y la chica que flirtea patológicamente con cualquier cosa que lleve pantalones, la rompen del todo haciéndolos desaparecer. A partir de ese punto se alternan momentos en el policía, que tiene sus propios problemas y relaciones en el pueblo, investiga qué puede haber pasado, con otros que muestran como se van desintegrando los padres. Ella se desespera cada vez más, primero encerrándose en sí misma y luego convirtiéndose en una versión madura de su hija, pasando por las sospechas de que su marido pueda haber abusado de ella. Él, despreciando (con cierta base) la labor de búsqueda, se dedica a buscar por su cuenta y riesgo.

La historia parece jugar a potenciar los subtextos de las situaciones, sin llegar a concretarlas del todo al espectador. Incluso llega a apuntar a la culpa que sienten de los habitantes blancos de la zona, que de alguna forma parecen creer que la misma tierra los está castigando quitándoles a sus hijos por habérsela robado a los aborígenes, poniendo este temor en boca de un personaje que cuenta a la madre la historia de la Rainbow Serpent.

La fotografía muestra el desierto que rodea al pueblo en largas tomas aéreas que muestran su desolación y también su belleza. Todas esas tomas, aunque hermosas, restan tiempo de narración a la película. La dirección de Farrant resulta también en algún momento demasiado morosa, creo que la película es demasiado larga para lo que cuenta. Los actores realizan un buen trabajo a pesar de que sus personajes no están del todo bien definidos (al menos no siempre se comportan de forma completamente comprensible). Nicole Kindman, que aparece haber abandonado el abuso del botox, vuelve a ser la actriz expresiva a la que nos tenía acostumbrados, creando a una mujer cuya desesperación va en crescendo hasta prácticamente hacerla enloquecer. Joseph Fiennes interpreta a un tipo algo más centrado que tiene muy poca química con su esposa. Hugo Weaving representa al policía preocupado por los chicos, también por el ambiente progresivamente cargado de los habitantes del pueblo, pero en última instancia capaz de hacer nada útil.

Strangerland me ha parecido bien realizada, con una fotografía bonita y buenos actores pero en conjunto no me ha acabado de gustar, la historia no se acaba de definir, así como los personajes, a veces mostrados de forma poco conexa. Con un guion un poco mejor y algo menos de metraje se podría haber hecho una muy buena película.

(c) 2015 Jordi Flotats