THE FINAL GIRLS

Fantástica comedia de terror

Aunque sucede en todos los géneros cinematográficos, en el cine de terror hay muchos patrones que se repiten, especialmente en las slasher-movies protagonizadas por jóvenes, un subgénero nacido a finales de la década de 1970, que tuvo su esplendor durante los 80 pero que aún continúa vivo y coleando. Por eso no es extraño que de vez en cuando alguien decida reírse un poco de ello; las exitosas películas de Scream son directamente una parodia del género. Otras, como la fantástica The Cabin in the Woods, ofrece una sátira más fina y aporta además un argumento propio. Sin ser un calco, The Final Girls sigue esa línea para proponer una historia de cine dentro del cine que se ríe con cariño de esas películas de los ochenta, cutres pero entrañables.

La película empieza con la joven Max (Taissa Farmiga) que acompaña a su madre actriz (Malin Akerman) después de que salga de un casting. Está molesta porque, por mucho que haya luchado contra ello, sólo es famosa por haber aparecido veinte años atrás en una película de terror, Camp Bloodbath, que ahora es una película de culto. De repente, un desafortunado accidente de tráfico pone fin a su vida.

Tres años más tarde Max, que aún no ha acabado de superar esa pérdida, es convencida por Duncan (Thomas Middleditch) para que asista a un pase especial de Camp Bloodbath en un cine local. Duncan, un fan total de la película, es el hermanastro de Gertie (Alia Shawkat), la mejor amiga de Max. Al pase se les unen Chris (Alexander Ludwig), un chico que se siente atraído por ella y para fastidio de todos Vicki (Nina Dobrev), su posesiva ex. Durante la proyección se produce un incendio accidental en el cine y Max y sus amigos intentan huir rajando la pantalla de proyección. De pronto, de forma inexplicable se ven transportados dentro de la película. Allí los monitores del campamento de verano, el salido Kurt (Adam Devine), la tontita y también bastante salida Tina (Angela Trimbur), el representante de las minorías raciales Blake (Tory N. Thompson), la dura monitora jefe Paula (Chloe Bridges) y la inocente Nancy, la madre de Max, serán eliminados uno a uno por el temible Billy Murphy (Dan Norris), un asesino enmascarado que se rumorea que vaga por esos bosques buscando venganza por un agravio sucedido en el campamento años atrás.

Primero deciden no intervenir y dejar que la historia siga su curso, pero pronto este curso de acción se demuestra inviable. Por un lado Max, que ve a su madre en Nancy (a pesar que es un personaje que no tiene ninguna conciencia de ello), quiere salvarla de Billy, y es de las primeras víctimas. Por otro lado descubren que ellos mismos no están a salvo de su machete. Esto les convence de actuar, intentar tender una trampa a Billy y salvar a los monitores. Para ello, la norma esencial de los slasher: prohibido tener sexo, eso es como un imán para el asesino.

El guion de M.A. Fortin y Joshua John Miller es realmente divertido e ingenioso. Coloca a los personajes en un mundo donde sólo aplican las reglas de la película; no pueden salir del campamento porque el film se rodó sólo en esa localización; cuando hay un flashback al pasado, el mundo se derrite y pasa a verse en blanco y negro; las letras de los textos en pantalla son sólidas como si estuvieran hechas en cemento y otras ideas igualmente ingeniosas. También juega un poco con la interacción entre personajes de épocas distintas, aunque esta parte está menos explotada. La historia de Max, en la que tiene que aprender a aceptar la pérdida de su madre, sirve como contrapunto serio al resto de la película. Taissa Farmiga realiza una convincente interpretación dramática de la chica afectada por la traumática pérdida que sirve como perfecto contrapunto a las actuaciones en clave de comedia de Thomas Middleditch, Alia Shawkat, Adam Devine, Angela Trimbur y Nina Dobrev todos muy graciosos y cómodos en los registros cómicos que la historia les exige. También me gustó Malin Akerman en el doble papel de madre/jovencita inocente, creo que balancea muy bien la comedia con los registros más serios.

La dirección de Todd Strauss-Schulson da a la película un ritmo estupendo, la fotografía de Elie Smolkin y la banda sonora de sintetizadores de Gregory James Jenkins dan a la cinta el aspecto ochentero que precisa.

Exceptuando algún momento sobrante en los tramos dramáticos, la película me pareció prácticamente redonda; una comedia de terror que demuestra conocer los entresijos y convenciones del género y que se ríe de ellos con cariño, desde dentro, con final antológico, perfecto. Es un título imprescindible para los aficionados al género.

(c) 2015 Jordi Flotats