EL NUEVO NUEVO TESTAMENTO

Dios existe y vive en ¿Bruselas?

El director belga Jaco Van Dormael se prodiga poco; debutó en 1991 con Toto el héroe cosechó mucho éxito de crítica, premio en Cannes incluido. Tuvieron que pasar cinco años para su segundo trabajo, El octavo día, también muy bien recibido. Su tercer trabajo, Mr. Nobody le llevó siete años y tuvo un pobrísimo éxito de taquilla, a pesar que de ser, en mi opinión, una auténtica obra maestra. Seis años después nos llega su cuarta película, El nuevo nuevo testamento, una comedia metafísica con un punto de absurdo y surrealista con la que vuelve a dar en el clavo.

La premisa de la película es ciertamente curiosa: Dios (Benoit Poelvoorde) existe y vive en Bruselas. En un Génesis francamente original, empezó por crear Bruselas y luego la fue poblando con animales hasta que decidió crear uno a imagen suya, el hombre. Entonces el hombre se multiplicó y pobló la Tierra, pero eso no trajo satisfacción a Dios. Vive amargado, todo el día en bata y zapatillas encerrado en una suerte de apartamento destartalado con su esposa (Yolande Moreau), a la que ningunea sin piedad y con su hija pequeña Ea (Pili Groyne), harta del encierro y de su crueldad. Reparte su tiempo entre ver la televisión, siempre sintonizada en canales de deportes, y crear desastres naturales y leyes mezquinas en su ordenador (como por ejemplo que las tostadas siempre caigan por el lado untado) para hacer sufrir a la humanidad. Su hijo mayor JC se fue de casa, pero la cosa no terminó muy bien. Ea, harta de todo, decide rebelarse; envía a todos los habitantes de la Tierra la fecha de su defunción, bloquea el ordenador sin el que su padre no puede hacer casi nada y huye al mundo. Allí decide completar la labor de su hermano, reclutar al azar seis apóstoles para completar los doce existentes y realizar un nuevo nuevo testamento, escrito por un homeless, la primera persona con la que se cruza. Su padre, furioso e impotente, la sigue para devolverla a casa y castigarla.

La película se divide en dos partes muy diferenciadas; en la primera introduce la historia y a la familia divina; la segunda narra la estancia de Ea en Bruselas, cómo recluta a cada apóstol y explora lo que la película llama 'Deathleaks', qué pasaría si la gente conociera el tiempo que le queda de vida. Algunos continúan con su vida como si nada; otros cambian radicalmente para intentar aprovechar al máximo lo que les queda; alguno pone a prueba la fecha de su muerte realizando actos suicidas y sobreviviéndolos. Los nuevos apóstoles son muy distintos entre sí; Aurelie (Laura Verlinden), una hermosa mujer que perdió su mano en un accidente en el metro; Jean-Claude (Didier De Neck), un hombre de espíritu aventurero que vive alienado en un trabajo de oficina que abandona para seguir a una bandada de pájaros; Marc (Serge Lariviere), un obseso sexual obsesionado por su primer enamoramiento no correspondido adolescente; François (Fraçois Damiens), un vendedor de seguros de vida con espíritu de asesino; Martine (Catherine Deneuve), una infeliz ama de casa que abandona a su marido para irse con su alma gemela, que resulta ser un gorila; y Willie (Romain Gelin), un niño moribundo cuyo deseo es ser una chica.

El nuevo nuevo testamento es una cinta llena de imaginación y de un humor surrealista que en momentos me recordó al de los Monty Phyton, absurdo y bien intencionado. A pesar de su patente humanismo, la película no pretende ser un ataque a la religión, aunque se meta con el severo patriarcado que impera en muchas religiones mayoritarias, mostrando a un dios padre mezquino y cruel. Como en casi todos los trabajos de Jaco Van Dormael se plantea el conflicto entre la predestinación y el libre albedrío, un destino imaginado de forma visual como una habitación con techos que se pierden de vista, con archivadores en sus cuatro paredes llenas de las fichas de cada persona y un ordenador en el centro. De los muchos enfoques que se podían dar a esta historia, la película opta por la amabilidad y el optimismo pero sin caer en la sensiblería. La construcción de los personajes, especialmente de los apóstoles, es sólida y conmovedora a ratos, apoyada por un reparto magnífico en el que destacan Benoit Poelvoorde, que usa su considerable carisma para transmitir antipatía y enojo y la jovencísima Pili Groyne en el papel de su hija, que contempla el mundo sin juzgarlo y está resuelta a cambiar el orden de las cosas.

Visualmente imaginativa, con una fotografía estupenda de Christophe Beaucarne y con una dirección inspirada de Jaco Van Dormael, El nuevo nuevo testamento me ha parecido una gran película, una comedia con un humor delicioso y un ritmo narrativo casi perfecto que sabe cerrar con éxito una historia que empieza con las apuestas muy altas.

(c) 2015 Jordi Flotats