RURONI KENSHIN

Adaptación a imagen real del manga de samurais

Rurouni Kenshin es la primera película en imagen real de lo que constituye una auténtica franquicia. Todo empezó en 1994, cuando Nobuhiro Watsuki creó el manga homónimo, cuyas 255 entregas, que comprendían tres arcos argumentales distintos, fueron publicándose semanalmente hasta 1999. El manga se ambienta en el Japón de la Era Meiji (1868-1912), cuando el país se vio forzado a abandonar su aislamiento y tiene como protagonista un espadachín errante con una cicatriz en forma de cruz en la cara que durante la Bakumatsu (los acontecimientos que marcaron el final del shogunato Tokugawa) fue un temible asesino. Cuando llegó la paz se dedicó a recorrer los caminos armado con una espada con los filos invertidos para evitar matar a nadie más y ayudar a la gente en lo que pueda. A partir de 1998 se creó una serie de anime para televisión de la que se hicieron 95 capítulos, seguida de una película y una serie de dos OVA que pretende ser más realista y fiel al material original.

La película al parecer cubre los dos primeros arcos argumentales del manga. Arranca con un flashback del final de la batalla de Toba-Fushimi entre las tropas partidarias del shogunato y las del emperador; allí Himura Kenshin (Takeru Satoh), harto de muerte y al ver a su bando victorioso, abandona su espada y se va. Años después llega a un barrio de Tokyo donde un traficante de opio, Takeda Kanry? (Teruyuki Kagawa), está intentando introducir una variante mucho más adictiva de la droga. Uno de sus sicarios utiliza su antiguo apodo, Batt?sai, lo que le acarrea problemas con la justicia. Por si fuera poco, el mafioso también pretende arrebatar un dojo a Kamiya Kaorula (Emi Takei), la huérfana de su antiguo propietario para poder usar el terreno. Al tomar contacto con el conflicto, Kenshin no dudará en ponerse de parte de su propietaria y defender el dojo, a pesar de verse asediado por personajes de su turbulento pasado. Por fortuna podrá contar con la ayuda de Sagara Sanosuke (Munetaka Aoki), un temible luchador callejero.

La verdad es que no he leído los mangas originales, por lo que no puedo juzgar la fidelidad de la adaptación. Sin tener en cuenta este aspecto, Rurouni Kenshin me pareció una película de aventuras y samurais muy apreciable. La historia que cuenta es interesante, y aunque a veces la cuenta con una cierta exageración en el dibujo de los personajes y ocasionalmente cae en lo pomposo, se hace perdonar incluyendo las suficientes gotas de humor en la mezcla. El casting de la película es muy correcto, los actores llenan bien sus personajes y los interpretan con convicción. La producción es muy buena; el vestuario es realmente suntuoso y la ambientación muy lograda, todo ello realzado por una espectacular fotografía. Las luchas, una parte básica de la cinta, me gustaron mucho; las coreografías de los combates son muy buenas, rápidas y entretenidas. Se usan cuerdas pero sólo para realzar algunos movimientos, se busca un cierto realismo y los efectos digitales se limitan a la sangre. Keishi Otomo dirige la cinta con energía, imprimiéndole un buen ritmo narrativo y ofreciendo una buena variedad de recursos visuales y de iluminación.

Rurouni Kenshin es un entretenimiento fantástico que estoy seguro que gustará a todos los fans del cine de aventuras. Su ambientación en un periodo increiblemente movido de la historia de Japón, favorito del cine y la literatura por su choque entre la tradición centenaria cuasifeudal y la modernidad impulsada por las sociedades industriales de Europa y Estados Unidos, despierta la imaginación del espectador y es caldo de cultivo ideal para todo tipo de historias. En este caso se ha optado por una mirada fantasiosa al periodo y un enfoque orientado a la acción y aventura, consiguiendo un entretenimiento de lujo.

(c) 2012 Jordi Flotats