LA INVENCIÓN DE HUGO

Un homenaje a los pioneros del cine

Martin Scorsese es uno de los grandes directores de cine en activo. Empezó su carrera a finales de la década de 1960, pero fue en la siguiente donde empezó a dejar su huella con un cine oscuro, realista y adulto que, junto con otros compañeros de generación como Francis Ford Coppola, cambió Hollywood. No creo que haya rodado una película que pueda considerarse mala, pero con Taxi Driver, Toro Salvaje, Uno de los nuestros o Casino creó auténticas obras maestras. Paralelamente a su obra de ficción, Scorsese ha demostrado su amor al cine y a la música con documentales como El último vals (1976), Un viaje personal con Martin Scorsese a través del cine americano (1995), Mi viaje a Italia (1999) o No Direction Home: Bob Dylan (2005). Ese amor al séptimo arte se ha puesto de manifiesto con su última película, La invención de Hugo, su primera incursión en el género juvenil y un homenaje a la esencia del cine y a sus pioneros, rodada además en 3D.

La invención de Hugo es la adaptación de la novela La invención de Hugo Cabret de Brian Selznick. La acción transcurre en el París de entreguerras y su protagonista es Hugo Cabret (Asa Butterfield), un niño huérfano con una pasión por los mecanismos de relojería que heredó de su difunto padre. Después la muerte de éste, es adoptado por su tío, una persona amargada y alcohólica que trabaja en una gran estación de trenes manteniendo en funcionamiento todos sus relojes. Un trabajo que acaba recayendo en Hugo, especialmente después que su tío se marche sin despedirse. Hugo vive escondido en los olvidados pasillos de mantenimiento del gran reloj de la estación, cuidando de que esté en hora y de no ser descubierto por el inspector de la estación (Sacha Baron Cohen), el encargado de la seguridad del lugar, por miedo a ser enviado a un orfanato. Su única obsesión es arreglar un complicado autómata que heredó de su padre, robando las herramientas y piezas que necesita de la tienda de juguetes mecánicos del anciano Georges (Ben Kingsley) situada dentro de la misma estación. Cuando Georges lo atrapa y le confisca su libreta de apuntes, las vidas de ambos cambiarán. Hugo y Isabelle (Chloë Grace Moretz), la joven ahijada del anciano, descubrirán mucho sobre su misterioso pasado.

Argumentalmente, La invención de Hugo es una película juvenil, con lo que ello conlleva. La historia y los personajes son tirando a simples; contiene buenas dosis de aventura y la visión del mundo que ofrece, como un enorme mecanismo de relojería donde todos tenemos nuestra razón de ser, es mucho más conservadora y simplista de la que suele verse en el cine de Scorsese. Aceptando esos puntos, también hay que reconocer que, aunque simples, los personajes no son unidimensionales ni especialmente maniqueos y que el guion no subestima al espectador como ocurre frecuentemente en este tipo de cine. La primera mitad del metraje se dedica a la presentación del enigma, los personajes y sus aventuras; un cine juvenil lastrado por una cierta nostalgia y atención por los diálogos. En la segunda mitad la cinta remonta el vuelo con una emocionante declaración de amor al cine y a sus pioneros que parece realmente lo que Scorsese tenía ganas de contar.

Técnicamente la película es un regalo para la vista y el oído; la fotografía aprovecha perfectamente la tecnología 3D para sacar partido de los escenarios, especialmente de la laberíntica estación, y para realzar muchos planos con la sensación de profundidad. El 3D se usa con sabiduría para acercar al espectador a la narración y realzar las escenas, sin buscar efectismos sencillos. Los movimientos de cámara son impresionantes, a veces vertiginosos cuando siguen a Hugo por los recovecos de la estación o muestran París como un gigantesco mecanismo de relojería, a veces mucho más estáticos. Los escenarios y el vestuario, creados para recrear el París de finales de la década de 1920, son preciosos, el resultado de mezclar detalles reales con una cierta idealización de la ciudad. La estación donde se desarrolla buena parte del metraje, meticulosamente diseñada a partir de diferentes estaciones, es prácticamente un personaje más de la película. La banda sonora de Howard Shore es uno de sus mejores trabajos hasta la fecha; como en casi toda su obra, no hay grandes melodías pero sí grandes ambientes y una soberbia orquestación que contribuyen de forma decisiva a aumentar el poder de las imágenes.

La invención de Hugo no es la mejor película para el lucimiento de los actores, pero todo y así el casting es más que correcto. Los dos jóvenes actores, Asa Butterfield y Chloë Grace Moretz, tienen que llevar una buena parte del peso de la película y pasan la prueba airosos. Sus interpretaciones tienen la mezcla justa de naturalidad, inocencia y artificio que se requiere de ellas. Ben Kingsley, como siempre, demuestra lo buen actor que es ofreciendo su carisma a un papel que empieza secundario y que al final adquiere más importancia. El personaje de Sacha Baron Cohen empieza como el villano de opereta que además protagoniza buena parte de los momentos de humor, un rol que interpreta de maravilla, para ir evolucionando, cobrando más matices y humanizándose. El resto del reparto, lleno de excelentes actores como Jude Law, Ray Winstone o veteranísimo Christopher Lee también realizan muy buenos trabajos.

La invención de Hugo no es la mejor película de Martin Scorsese, pero aún así me ha parecido una obra excelente. Sin duda su mejor baza es el aspecto visual con su maravillosa fotografía y escenarios; en mi opinión esta película demuestra por vez primera las auténticas posibilidades del cine 3D. Ojalá la industria se anime, produzca más títulos rodados de esta forma y se olvide de las odiosas conversiones.

(c) 2012 Jordi Flotats