RED STATE

La resurrección de Kevin Smith

Kevin Smith es un director con una trayectoria cinematográfica que hasta hoy estaba en franca decadencia. Empezó con muy buen pie con la divertidísima comedia independiente Clerks (1994), que se convirtió en película de culto en muy poco tiempo. Con Mallrats (1995), apostó por el mismo tipo de película pero con un giro más comercial, y por lo tanto más suave en todos los sentidos. En 1997 dirigió la que considero su mejor film hasta ahora, la comedia con toques de drama Persiguiendo a Amy, mientras que en 1999 estrenó Dogma, inferior a su anterior trabajo pero aún así una película con detalles interesantes. Y a partir de ahí la decadencia; parodias de sus anteriores comedias pero sin ninguna gracia como Jay and Silent Bob Strike Back (2001) o Clerks II (2006); comedias adocenadas y sin ninguna muestra de personalidad como Zack and Miri Make a Porno (2008) o Vaya par de polis (2010); o la increiblemente noña Jersey Girl (2004). Ahora, cuando poca gente apostaba ya por él, ha sorprendido con Red State, un film muy distinto a todo lo que ha rodado hasta ahora y sin duda su mejor trabajo en mucho tiempo.

Con Red State, Smith cambia radicalmente de tercio con un thriller con toques de horror. La cinta arranca con tres adolescentes con las hormonas revolucionadas que viven en una ciudad periférica estadounidense contestando a un anuncio en que una mujer madura ofrece sexo. La mujer (Melissa Leo), les cita en una caravana, donde les droga la bebida y les secuestra. Cuando despiertan, descubren que han sido apresados por los miembros de una congregación religiosa fanática liderada por el reverendo Abin Cooper (Michael Parks), formada por unas cuantas familias que viven juntas en un gran rancho a las afueras. La secta culpa a los homosexuales y a la gente de moral relajada de todos los males de América, secuestrando a ejemplares de ambos grupos y matándolos en sus ceremonias. Mientras están presos, un accidente pondrá sobre aviso a las autoridades federales, lideradas sobre el terreno por el agente Joseph Keenan (John Goodman).

Red State es una película bastante difícil de clasificar por la mezcla explosiva de estilos que contiene. La cinta arranca como la típica película de terror, con tres adolescentes que tienen que encarar la muerte cuando caen en manos de una secta, pero rápidamente evoluciona al presentar una secta de ideas aparentemente extremas y exageradas (desde mi perspectiva y experiencia, luego resulta que realmente existe gente así en USA) para volver a dar un radical giro de timón cuando entran en escena los agentes del gobierno. Estas tres partes no son en mi opinión uniformemente buenas; la primera es algo floja, con un planteamiento típico y un humor no muy conseguido; el tramo central, elevado por la magnífica interpretación de Michael Parks, mejora mucho y el tramo final me pareció excelente, dejando un muy buena impresión final de la película.

Técnicamente la película es una de las mejores de Kevin Smith; su trabajo de cámara y edición es muy bueno, especialmente en la parte final de la cinta. Smith usa con frecuencia la cámara en movimiento e imprime a la película un ritmo muy alto que engancha al espectador a la acción. Curiosamente, la película carece de banda sonora, prefiriendo crear los ambientes sólo con la imagen y las interpretaciones de los actores, objetivo que cumple con creces. Los actores son básicos para que la película funcione, el casting de la película es muy bueno; destacan poderosamente Michael Parks y John Goodman. El primero interpreta el papel de reverendo fanático con una intensidad terrible pero sin los habituales tics que se suelen dar a este tipo de personajes mientras que John Goodman da vida a un agente federal ya veterano, cansado de la gestión de sus superiores. Goodman está (como siempre) fantástico, dotando de credibilidad al último tramo de la cinta.

Red State no es una película redonda; su primer tramo es algo irregular y de guion algo chirriante, para ir mejorando progresivamente a medida que va cambiando de tercio bruscamente. Pero los puntos buenos superan a los malos: la cinta tiene algunos diálogos muy buenos, algunas escenas espléndidamente rodadas y muy buenas interpretaciones. Y aparte de todo esto, hay que reconocer la valentía de Kevin Smith al rodar esta película, porque realmente es arriesgada y muy incómoda. Smith, usando su característico humor sarcástico no deja a nadie bien parado, ni a fundamentalistas ni al gobierno. Tanto es así que la cinta ha tenido problemas de distribución en Estados Unidos, teniendo que distribuirla el propio Smith y aún está pendiente de ser estrenada en España, espero que ganar el premio a la mejor película en el festival de Sitges ayude a ello. Después de Jersey Girl y Vaya par de polis, yo lo daba por perdido, pero estaba equivocado, espero que esta cinta marque el inicio del retorno del mejor Kevin Smith.

(c) 2011 Jordi Flotats