MARGIN CALL

Una acertada radiografía de Wall Street

Supongo que todas las empresas grandes se parecen mucho: tienen muchos departamentos enfrentados en una intricada maraña de rivalidades y mezquindades con multitud de cargos intermedios hasta la lejana cima. Una interminable pugna por el ascenso personal que conduce hacia unos aumentos de salario y disminución de carga de trabajo que crecen exponencialmente cuanto más alto se llegue. Si encima la compañía cotiza en bolsa, todo vale para mantener el valor de sus títulos, de ello dependen los bonus de los grandes cargos; eso sí: mientras no te pillen. Si encima la compañía es un gran banco de inversiones, uno de bastantes, enmarcado en un sistema legal que les deja a ellos decidir el grado de moralidad de sus acciones, eso es pura y simplemente la receta del desastre.

Margin Call muestra esto de una forma clara y meridiana. Sus protagonistas son empleados de todos los niveles de un banco de inversiones, su marco temporal sólo dos días; los dos antes del desastre financiero que hundió el mundo en una crisis ecónomica que aún hoy parece lejos de desaparecer. La película cuenta como un joven analista del departamento de riesgos (Zachary Quinto) decide continuar el trabajo que estaba realizando su jefe (Stanley Tucci) antes de ser despedido en una cadena de recortes de compañía, víctima de la rivalidad con su jefa (Demi Moore). Analizando los datos que dejó su jefe, el analista descubre que su empresa está al borde del desastre con un altísimo riesgo de tener que quedarse (y por tanto asumir las pérdidas) de unos paquetes de deuda hipotecaria sin valor. Asustado, levanta el teléfono y llama a su nuevo jefe inmediato (Paul Bethany), que acude de inmediato a la oficina. Vista la gravedad de la información, toda la cadena de mando va llegando a la oficina: el máximo dirigente del departamento de ventas (Kevin Spacey); un superejecutivo por encima suyo (Simon Baker), que trae a más jefes de departamento, culminando con la llegada, en helicóptero y acompañado de un gran séquito, del máximo responsable (Jeremy Irons). A medida que van llegando, el analista tiene que expresar con simplificación creciente la naturaleza del problema a unos responsables que conocen cada vez menos los entresijos técnicos de su negocio pero que son cada vez más despiadados y ambiciosos, culminando en el máximo responsable que le pide que se lo cuente "como se lo contaría a un niño o a un golden retriever". Durante la noche se deberá decidir qué hacer con la información, cómo salvar la propia posición y la de la empresa (en este orden).

Margin Call es un película que cuenta con dos grandes bazas a su favor: unos conocimientos muy sólidos sobre el funcionamiento de los bancos de inversión y la dinámica de las empresas en general y un reparto perfecto. Cierto es que los hechos básicos que suceden en la película son ya de dominio público; son los detalles, los personajes y la forma en que se describen los hechos lo que hizo que me creyera lo que vi. Los personajes también están perfilados con esmero, con carne y huesos; gente capaz de llorar amargamente por la muerte de su perro y luego engañar y causar la ruina a miles de personas; gente con peluches y fotos familiares sobre el escritorio capaces de despedir a decenas de personas injustificadamente; gente con gran capacidad a la que le gustaría dedicarla a hacer cosas tangibles y útiles que no son capaces de renunciar a sus enormes sueldos para hacerlo; en definitiva, gente cualquiera.

Los actores están simplemente perfectos en sus papeles, reforzando el ya sólido personaje que les ofrece el guion. El siempre brillante Kevin Spacey compone quizá el más completo, representando a alguien que, aunque no los suela tener en cuenta, sabe lo que son los escrúpulos y el orgullo profesional. No se puede decir lo mismo del que interpreta Simon Baker, exclusivamente centrado en defender su posición en la empresa y buscar cabezas de turco, ni del que interpreta magistralmente Jeremy Irons, un ser despiadado con ojos fríos e inexpresivos, que entiende su trabajo como inevitable, una pieza más del inexorable capitalismo. Demi Moore, Stanley Tucci, Paul Bethany, Zachary Quinto y Penn Badgley también tienen ocasión de lucirse en papeles significativos, una muestra diversa de gente que puede trabajar en un lugar así; algunos conscientemente despiadados pero ofendidos al ser comparados con la gente "normal", que les critica pero luego se beneficia de las burbujas que ellos ayudan a inflar; otros simplemente incapaces de renunciar a unos sueldos que sólo estas empresas son capaces de pagar.

No todo es bueno en Margin Call, la dirección de de J.C. Chandor, sin ser mala, no es especialmente inspirada. J.C. Chandor juega a lo seguro, aprovecha a sus actores usando intensivamente plano-contraplanos y prineros planos. En mi opinión tampoco le ha sabido dar un buen ritmo a la narración en todo momento, se estanca un poco hacia el final, algo demasiado largo y anticlimático para mi gusto. Su guion en cambio es encomiable, al parecer su conocimiento de los entresijos de este tipo de negocios los sacó de su padre, que trabajó durante décadas en un banco de inversión.

En conjunto Margin Call me ha parecido una buena película, valiente y necesaria, que, huyendo del planfleto y la simplificación pone de manifiesto muchos de los males de nuestra economía y de nuestra sociedad y porqué, a pesar de todo, nada significativo se ha hecho hasta el momento para ponerles remedio. Un complemento perfecto en clave de ficción de Inside Job.

(c) 2011 Jordi Flotats