CÓDIGO FUENTE

Ciencia-ficción como debe ser

Código Fuente es el segundo trabajo del director británico Duncan Jones. Su debut, Moon, una película fuertemente influenciada por algunas producciones de ciencia-ficción de la década de 1970, gozó de buena acogida crítica (consiguiendo el premio en el Festival de Sitges de 2009) y moderado éxito de público, sobretodo si se tiene en cuenta lo pequeño de la producción y su escasa promoción. Este éxito inicial le ha permitido cruzar el Atlántico y emprender su primera producción en Hollywood, otra cinta de ciencia-ficción de presupuesto más bien modesto que también se aleja bastante del estilo actual del género.

El protagonista de Código Fuente es Colter Stevens (Jake Gyllenhaal), un piloto del ejército estadounidense destinado en Afganistán que, sin saber cómo llegó allí, despierta en la cabina accidentada de su avión. Desde allí parece estar colaborando con un programa secreto llamado Código Fuente, que le permite revivir los últimos ocho minutos de vida del profesor Sean Fentress. Fentress está yendo al trabajo en tren acompañado de su colega Christina Warren (Michelle Monaghan); pero en el tren que viaja hay una bomba, el primero de una serie de ataques terroristas a los que se enfrenta la ciudad de Chicago. Los responsables del programa de investigación militar, el profesor Rutledge (Jeffrey Wright) y Colleen Goodwin (Vera Farmiga) hacen revivir una y otra vez los últimos minutos de vida de Fentress a Colter Stevens con la esperanza que se entere de quien está detrás de ese ataque para intentar prevenir los que aún están por venir.

A diferencia de Moon, estética y formalmente influenciada por las producciones de ciencia-ficción de la década de 1970, Código Fuente es una película con una forma mucho más en sintonía con las producciones actuales. Su ritmo narrativo es alto, al servicio de un montaje muy dinámico y de un guion que va muy al grano y evita disgresiones. Su fotografía y trabajo de cámara explotan al máximo lo limitado de los escenarios disponibles, haciendo que el espectador vaya conociendo cada vez más el interior del vagón de tren y los eventos que transcurren en los ocho minutos de los que dispone Stevens para deshacer el entuerto.

A diferencia del aspecto visual, el guion y desarrollo de la película sí se alejan bastante de la ciencia-ficción que se suele filmar en los últimos años. Código Fuente posee una historia sólida y bien planteada, desarrollada de modo inteligente. La idea de partida es buena y la forma en que se desarrolla también; la información y la acción se dosifican muy correctamente para mantener el interés del espectador. La conclusión, aunque previsible en algunos detalles, cierra bien la historia y ofrece una explicación final interesante y más llena de posibilidades de lo que a priori pueda parecer. La solidez argumental se complementa muy bien con las buenas interpretaciones que ofrece el grupo de actores elegido; Jake Gyllenhaal resulta muy convincente, componiendo un personaje más humano y creible que el héroe de acción medio; Michelle Monaghan demuestra ser una excelente elección para un papel que normalmente se reserva a actrices más despampanates, Monaghan aporta frescura y naturalidad a su rol. El único actor que chirría un poco es Jeffrey Wright, en mi opinión exagera su interpretación y la acerca peligrosamente al cliché.

Pero tampoco hay que engañarse, la película no aspira a revolucionar el género, sus referentes son claros: su planteamiento recuerda mucho al de la serie Salto Cuántico (de hecho hay una escena en la película que parece un homenaje directo a ella); y en su desarrollo son muy claras las influencias de la magistral Atrapado en el tiempo. Pero dejando eso a un lado, Código Fuente me pareció una película muy sólida, con buen argumento y buena factura técnica; su presupuesto moderado y la intención de sus creadores la alejan de las producciones más efectistas y en general más inanes tan abundantes en la ciencia-ficción de los últimos años.

(c) 2011 Jordi Flotats