CISNE NEGRO (BLACK SWAN)

Crónica de un descenso a la locura

En mi opinión Darren Aronofsky es uno de los cineastas americanos más interesantes de la actualidad. Iniciado en el cine independiente, Aronofsky tiene una trayectoria sólida, sin grandes tropiezos y con dos películas que considero magistrales; Requiem por un sueño  (2000) y El luchador (2008). Una de sus grandes virtudes es la preocupación por ajustar la forma narrativa y el aspecto visual de sus películas a la historia que explican, consiguiendo películas muy distintas entre sí. Quizá el peor defecto que le encuentro, especialmente en sus primeros trabajos, es una cierta pretenciosidad y pedantería. Con su último trabajo, Cisne negro, ha creado una película absorbente y de difícil clasificación, el retrato de un descenso a la locura narrado desde el punto de vista de su protagonista.

Cisne negro cuenta la historia de Nina Sayers (Natalie Portman), una bailarina de ballet clásico que lleva unos años en una compañía de Nueva York. Su director, Thomas Leroy (Vincent Cassel) toma la decisión de cambiar a la hasta ahora bailarina principal, Beth Macintyre (Winona Ryder) e inagurar la nueva temporada con un nuevo montaje del clásico El lago de los cisnes. Tras unos cuantos cástings toma la decisión de ceder el papel protagonista a Nina, aunque no está muy convencido de su encarnación del cisne negro. Nina, perfeccionista, tímida y controlada, es perfecta para la parte del cisne blanco, pero le falta soltarse y adquirir carisma y sex-appeal para la parte del cisne negro. La vida de Nina se convertirá en un infierno durante los ensayos, en los que tiene que aguantar la sobreprotección de su madre (una maníaca del control y bailarina frustrada), la presión inmisericorde de Leroy y la competencia de una nueva bailarina, Lily (Mila Kunis), que es casi su reverso perfecto, tanto en lo personal como en el ballet.

Cisne negro es una película en la que se pueden apreciar elementos de anteriores trabajos de Aronofsky; de El luchador ha sacado su fotografía granulosa, su enfoque visual orientado hacia el realismo, con muchos planos rodados con la cámara siguiendo a la protagonista por su espalda, como si se tratara de un documental; de Réquiem por un sueño su intensidad narrativa, su visceralidad y lo angustioso de muchos momentos. La protagonista absoluta de la cinta es Nina Sayers, un personaje obsesivo, una chica reprimida e infantilizada sin piedad por una madre sobreprotectora que pretende vivir el éxito de la carrera de su hija para olvidar la mediocridad de la suya; Barbara Hershey, magnífica en su papel, transmite muy bien el retorcido amor de esa mujer por su hija, tremendamente manchado por la envidia. La represión de Nina se refleja en el propio ballet; debe encontrar su "cisne negro" para llegar a hacer su trabajo con la excelencia que pretende, y para eso debe soltarse. Pero no es nada fácil, Nina se resiste a la transformación, dando lugar a una pugna entre el cisne blanco y el cisne negro, tanto en su interior como en el exterior, con la creciente rivalidad entre ella y la nueva bailarina. Un rivalidad enmarcada en la salvaje competitividad de las bailarinas para progresar dentro de la compañía. El guion de Aronofsky explica con gran habilidad este conflicto, usando a la perfección medios visuales y de diálogo, abriendo una ventana a la mente y a las percepciones de su protagonista, creando así escenas realmente angustiantes, algunas de ellas dignas de David Cronenberg por su uso del horror más físico y visceral. En lo visual, se usan extensivamente y con inteligencia los blancos y los negros para caracterizar a los personajes según la escena, así como también los juegos de espejos, uno de los campos de batalla del conflicto interior de Nina.

El trabajo de los actores es fantástico, en especial el de Natalie Portman, la protagonista absoluta de la película. Portman, una actriz espléndida que no siempre elige aparecer en películas espléndidas, realiza la interpretación más brillante y completa de su carrera. Su trabajo es increíblemente expresivo y lleno de matices, logrando crear un personaje muy extremo y desequilibrado sin hacerlo caer en tópicos o exageraciones gestuales que podrían haber arruinado la película. Su Nina, aunque extrema y al límite, es creíble y coherente, tanto en su faceta de cisne blanco, reprimida, temerosa y anclada en una especie de infancia; como en su faceta de cisne negro, peligrosa, desinhibida y sensual. Su interpretación es tan buena que hace imposible imaginar a otra actriz interpretando el papel. Barbara Hershey, en el papel de la madre de Nina, le da una réplica perfecta con un personaje patético y desagradable. Hershey llena la pantalla con su afán de protección, su envidia y su avidez por vivir el éxito a través de su hija, pero también muestra destellos de auténtica preocupación materna.  Vincent Cassel también borda al director del ballet, un personaje bastante desagradable: ambicioso, manipulador y narcisista que domina por completo a las bailarinas. La joven Mila Kunis también interpreta con verosimilitud al reverso de Nina y modelo de cisne negro para ella.

Como en casi todos los trabajos de Darren Aronofsky, la banda sonora está firmada por Clint Mansell, aunque esta ocasión destaca menos de lo habitual por la natural inclusión de muchos fragmentos de El lago de los cisnes de Pyotr Ilyich Tchaikovsky en los momentos más álgidos. De todos modos, aunque discreta y poco melódica, la banda sonora de Mansell ayuda mucho a realzar los momentos de angustia de la película y a crear el ambiente que supongo perseguía su director.

En conjunto Cisne Negro me ha parecido una película completísima en todos los ámbitos: guion, realización, interpretaciones y banda sonora. Como el trabajo denso y obsesivo que es, quizá no enganche a todo el mundo, realmente es necesaria la inmersión y la fascinación del espectador por la historia para poder disfrutar plenamente de ella. Quien no acepte la propuesta de la película le puede achacar una cierta previsibilidad y maniqueismo. Personalmente a mi me gustó, y aunque me llegaron más Réquiem por un sueño y El luchador, creo que Cisne Negro está a su altura en cuanto a calidad. Eso sí, independientemente de lo más o menos que haya gustado, dudo que nadie apunte a su hija a ballet después de ver la cinta.

(c) 2011 Jordi Flotats