RED HILL

Un western actualizado

Red Hill es el primer trabajo del australiano Patrick Hughes, hasta ahora dedicado al mundo de la publicidad. Hughes también ha realizado algunos cortos, entre ellos el exitoso Signs, con más de cinco millones de visionados hasta la fecha en YouTube. Hughes ha realizado una mezcla de western y thriller de acción con vocación de salir al mercado internacional ambientada en una zona montañosa e inhóspita de Australia, muy cuidada en el aspecto visual y estético y algo menos en el apartado argumental.

Toda la acción de la película sucede en 24 horas, las del primer día de trabajo del agente Shane Cooper (Ryan Kwanten) en el remoto pueblo de Red Hill, en las Highlands australianas. Cooper se ha mudado allí buscando tranquilidad para su esposa embarazada, pero su primer día no va a ser fácil: se acerca una gran tormenta y para colmo Jimmy Conway (Tommy Lewis), un asesino local, acaba de huir de una prisión de máxima seguridad y Old Bill (Steve Bisley), el sheriff, teme que vuelva para buscar venganza de los que le detuvieron.

La película tiene dos partes bastante diferenciadas, la primera, algo más larga, narra las horas diurnas utilizando el lenguaje del western, aprovechando al máximo los grandes paisajes semidesérticos y montañosos, retratados de forma espectacular con gran angular, buscando transmitir al espectador el aislamiento del lugar y del protagonista, recibido con recelo por una comunidad muy cerrada. Esta parte tiene todo el aspecto y aroma del western clásico; grandes espacios vacíos, un pueblo casi abandonado, un sheriff duro, un terrible forajido con ansias de venganza y la creación de un ambiente tenso, expectante. Esa tensión se libera en la segunda parte de la película, cuando cae la noche, estalla la tormenta y Jimmy Conway empieza a ejecutar su sangrienta venganza. La segunda parte tiene un ritmo y un tono muy distintos a la primera, mucho más cercanos al cine de acción de John Carpenter con un cierto sentido del humor macabro e incluso algún guiño al spaghetti-western. Esta parte transcurre en entornos oscuros, confinados, con bruscos contrastes entre luz y oscuridad; el ritmo de la acción aumenta al irse sucediendo las escenas de lucha y persecución hasta el desenlace final, donde se cierra la historia con flashbacks para acabar de darle la vuelta a la situación presentada inicialmente.

Sin duda Red Hill es una obra controlada al 100% por Hughes, responsable del guion, la dirección, el montaje y parte de la producción. Técnicamente me ha parecido irreprochable; su magnífica fotografía hace un gran uso de los fantásticos escenarios naturales, incorporándolos a la trama, pero también retrata de forma por completo eficaz los claroscuros nocturnos. Los actores realizan buenos trabajos en sus personajes; Ryan Kwanten, conocido por su papel en la serie True Blood afronta la interpretación del personaje con más cuerpo de la película; Kwanten crea un personaje normal, algo urbanita y pacífico, un contraste brutal con el del sheriff interpretado por Steve Bisley. Bisley, uno de los actores australianos más reconocibles, realiza un papel muy en su línea: un hombre cerrado, agresivo, ansioso de mantener el poder sobre su comunidad a toda costa, incluso si eso implica su progresivo declive; pero su control no es completo: deberá enfrentarse a Jimmy, su némesis. Jimmy, un aborigen de rostro desfigurado y pétreo, de astucia, fuerza y capacidad casi sobrehumanas representa al ángel vengador, huido para castigar al sheriff por sus acciones y al resto del pueblo por su cobardía e inacción.

Sólo por su impecable factura, Red Hill me pareció una película meritoria. Patrick Hughes ha realizado un ejercicio de estilo, dejando claros sus referentes cinematográficos; en Red Hill se aprecia la influencia del western clásico, el de los enormes espacios y personajes de una pieza, con toques de spaghetti western e incluso del Clint Eastwood de El jinete pálido; pero también se puede apreciar en ella el cine de John Carpenter de Asalto a la comisaría del distrito 13, en el fondo otro tipo de western. Pero la película flojea un poquito en la historia y los personajes; me parecieron algo arquetípicos, demasiado genéricos. Quizá por problemas de presupuesto, quizá por problemas de guion, el pueblo también estaba demasiado "vacío": sólo aparecen los personajes estrictamente relacionados con la historia, casi literalmente; dejando de lado cualquier historia secundaria y la posibilidad de enriquecer el retrato global y dar más fondo al cuerpo principal de la cinta.

Debido a esta falta de personalidad en el guion disfruté y me entretuve con la película pero no logró dejarme huella, me pareció un muy buen ejercicio de estilo, una sólida película de acción y un placer para la vista en muchos momentos. No me cabe duda que Patrick Hughes es un gran narrador en el plano visual y un muy buen director de cine, Red Hill es sin duda la prueba de ello. Espero ver sus próximo trabajo, si consigue un guion con más calado puede resultar una magnífica película.

(c) 2010 Jordi Flotats