CATFISH

Un documental que gira alrededor de las relaciones virtuales

A finales de 2007 los cineastas Henry Joost y Ariel Schulman empezaron a rodar un documental siguiendo la relación a través de Facebook del hermano de Ariel, Nev, con Abby, una niña de ocho años de Michigan y su familia. Nev es fotógrafo y trabaja en el mismo estudio de Nueva York que su hermano y Henry Joost; cuando recibió una pintura de Abby de una de sus fotografías publicadas en una revista, Nev empezó a relacionarse a través de la red social con toda su red de contactos: su madre, Megan, su hermana mayor, con quien empezó una relación a distancia y con muchos de sus amigos.

Al cabo de un cierto tiempo y de que la relación con Megan empezara a ir en serio, Nev empieza a encontrar algunas inconsistencias en lo que le cuentan, lo que provoca que él y los directores del documental aprovechen un trabajo que les cae a medio camino para plantarse sin aviso en casa de Megan.

Aunque la película se presenta con una cierta intriga como si debiera sorprender al espectador, en el año 2010 y con la gran explosión de Facebook y las redes sociales, dudo que sorprenda a mucha gente; estamos empezando a acostumbrarnos a este tipo de contacto a distancia, con sus ventajas e inconvenientes y naturalmente con sus mentiras o embellecimientos de la realidad. Por lo tanto lo que presenta Catfish no puedo decir que me sorprendiera en demasía, pero sí que me gustó su forma, cómo aborda el tema e intenta ir más allá de la anécdota para intentar sacar alguna conclusión.

El montaje de Catfish es ágil y preciso, presenta los hechos de forma sucinta usando todo tipo de material que acercan al espectador a las herramientas que usamos en la comunicación a distancia: vemos los chats, los tablones de facebook, los álbumes de fotos, las consultas a Google Maps y Google Street View para localizar las casas respectivas y cómo se desarrolla una relación sentimental a distancia, un fenómeno social cada vez más frecuente. Nev Schulman, el protagonista del documental, es fotogénico y simpático, lo que favorece la identificación del espectador. Además la película dura exactamente lo que tiene que durar, y en mi opinión cuenta realmente lo que quiere contar, algo siempre meritorio, y más tratandose de una ópera prima. Es imposible decir hasta qué punto es tramposa, qué partes se rodaron cuando realmente pasaron y cuáles después, aunque no lo creo importante; lo relevante es la historia que cuenta y su análisis.

Es precisamente en el enfoque en lo que creo que Catfish sobresale. La película se plantea mediante un caso particular (que creo fácilmente generalizable a mucha gente), uno de los muchos usos de la comunicación a distancia que suponen las redes sociales; la creación de una especie de realidad virtual, la recreación de la vida como quisiéramos que fuera y no cómo es, como vehículo de escape o como sustitución auténtica de la vida "real". Los directores deciden abordar su caso de estudio con sensibilidad y con curiosidad para conocer los hechos y sus motivaciones, huyendo de las bromas fáciles y del humor cruel en el que fácilmente podría haber caído la película.

No dudo en recomendar esta película a todo el mundo, ya que habla de un tema que está entrando en nuestras vidas y ya forma parte integral de la visión de la realidad de una generación. Encuentro su enfoque adecuado, inteligente y su forma de narrar ágil y escueta; sólo por eso ya ni me planteo si el caso es completamente real o no (al parecer lo es), porque a mi entender es pertinente.

(c) 2010 Jordi Flotats