UP IN THE AIR

Una comedia agridulce a la medida de George Clooney

Jason Reitman, hijo de Ivan Reitman, un peso bastante pesado en Hollywood desde los años 80, con sus tres películas hasta la fecha se está labrando uno de los currículums más exitosos de los últimos años entre los cineastas que intentan combinar calidad e independencia con éxito y reconocimiento del gran público. Su debut en 2005 Gracias por fumar, una comedia muy ácida sobre el turbio mundo de las tabacaleras, le grangeó el favor de la crítica, pero fue con su segundo trabajo, Juno (2007), con el que consiguió el reconocimiento internacional, múltiples premios e incluso nominaciones a los Oscar. Con su tercera película, Up in the air, parece que continúa por la misma senda.

Igual que sus dos primeros trabajos, Up in the air trata un tema muy serio en clave de comedia; si en Gracias por fumar eran las maquiavélicas estrategias de las tabacaleras, en Juno los embarazos de adolescentes, este caso la película trata sobre los despidos masivos que ha provocado la actual crisis económica mundial. El protagonista de la película, Ryan Bingham (George Clooney), trabaja en una empresa que se ofrece sus servicios a otras para despedir gente; sus empleados se trasladan a la sede de la empresa contratante y se entrevistan con los trabajadores para despedirlos con el mínimo perjuicio. Bingham es un hombre feliz con su vida, se siente como pez en el agua viajando de forma continua, pasando los días en hoteles, y aviones (de los que tiene todas las tarjetas VIP posibles). Su elección vital es llevar una vida sin ataduras de ningún tipo, ni materiales ni personales. Ese desprendimiento, que él ha elevado a filosofía vital, le permite llevar a cabo su trabajo con elegancia, eficacia y sin piedad. Pero su vida cambia cuando su empresa empieza a estudiar la implantación de un sistema informático que les permitirá despedir gente remotamente, haciendo prescindibles los desplazamientos. Natalie Keener (Anna Kendrick), la joven creadora del sistema, le es asignada durante una temporada para que aprenda de él los entresijos del trabajo para su posterior automatización. Mientras viaja con Natalie, se irá encontrando con Alex Goran (Vera Farmiga), una mujer que parece hecha a su medida; viaja casi tanto como él y tampoco parece muy amiga de ataduras. Bingham y Alex empiezan una relación basada en encuentros casuales durante los viajes de negocios.

Up in the air tiene un arranque muy poderoso, lleno de ritmo y humor negro e inteligente, donde se presenta al atípico protagonista y a su horroroso trabajo; en el tramo central la película muestra como evoluciona su relación con Natalie y Alex, haciendo que se cuestione su filosofía vital. El final de la cinta no creo que satisfaga a mucha gente, porque para algunos (entre los que encuentro) supondrá una marcha atrás sobre lo expuesto hasta ese momento y una sobredosis de moral y convencionalismo; para otros no será suficientemente feliz y endulzado.

La película tiene una factura impecable y un guión que contiene diálogos muy ingeniosos y llenos de ritmo. El personaje al que da vida George Clooney es muy interesante; un ser que se siente en su elemento en lugares que casi todo el mundo detesta: aeropuertos, hoteles impersonales y que no parece capaz ni deseoso de tener un hogar ni, desde luego, una familia. Con su indudable encanto y su egocéntrica y egoista forma de ver las cosas, personifica perfectamente la filosofía que ha llevado el mundo a la crisis global. Si tuviera que ponerle una pega a la fantástica composición de Clooney es precisamente que resulta tan encantador y carismático que resulta fácil olvidar que es un tiburón. Las dos actrices que lo secundan también están fantásticas en sus roles; la camaleónica Vera Farmiga da una réplica llena de sensualidad y carisma al protagonista, componiendo un personaje en apariencia muy parecido a Bingham. Anna Kendrick logra transmitir con eficacia y sin resultar repelente las certidumbres que nacen de la juventud de su personaje; tan capaz e inteligente como poco experimentado.

Up in the air es una película de guión inteligente, buenos diálogos y grandes interpretaciones; su ritmo es ágil y dinámico, su humor sutil y hay un buen trabajo de fotografía y ambientación para mostrar la frialdad y artificiosidad de espacios impersonales, diseñados para no molestar, como son los aeropuertos y hoteles de negocios. En mi opinión lo que la lastra es un final que parece metido con calzador; la transformación del protagonista es excesiva, contrasta demasiado con el retrato que la película ha construido en sus dos primeros tercios. Además la película opta por glorificar el convencionalismo y añadir para mi gusto excesivas cantidades de azúcar a la mezcla. Espero que en sus próximos trabajos Jason Reitman se decante por la línea que marca en la primera mitad del film, porque si evoluciona hacia lo que apunta la segunda parte se convertirá en un director mucho menos interesante.

(c) 2010 Jordi Flotats