COLD SOULS

Una fábula sobre las almas y los actores neuróticos

Cold Souls, el primer trabajo de la directora francesa Sophie Barnes, tiene una génesis curiosa: tuvo un sueño en el que estaba en la consulta de un médico con varios pacientes, entre ellos Woody Allen y allí una enfermera les explicaba que en unas cajas estaban sus almas recién extraídas para que pudieran verlas si querían. Barnes despertó antes de ver la suya, pero sí que pudo ver la de Woody Allen, lo que le inspiró para el guión de Could Souls. En el Festival de Nantucket le propuso a Paul Giamatti interpretar el papel protagonista, que fue aceptado sin muchas vacilaciones.

La historia principal de la película tiene mucho que ver con el sueño de su directora. Paul, el protagonista, es un actor algo neurótico que está sufriendo mucho por la tensión de interpretar a un torturado personaje en una obra teatral de Chejov que está ensayando. Por casualidad ve un anuncio de una empresa que se dice capaz de extraer el alma de sus clientes y guardarla a buen recaudo, pudiendo quedar éstos sin alma o incluso pudiendo adquirir un alma nueva. Desesperado, Paul va a visitar a la empresa y se deja convencer por su director (David Strathairn) para dejarse someter al proceso. Pero la empresa compra las almas que vende de forma turbia en Rusia, donde son transportadas a América a través de Nina, que sirve de transporte vivente para ellas; Nina, se ve forzada por su jefe a robar el alma de Paul para pasársela a su amante, una actriz de culebrones que quiere mejorar. Por eso cuando Paul la quiere recuperar la cosa no resultará sencilla.

La idea de partida de Cold Souls me pareció muy buena y que ofrecía muchas posibilidades de desarrollo. Sus dos tramas, la del actor y la del "tráfico de almas" a través de la correo rusa son a priori interesantes como premisa, tanto para la acción como para la reflexión. Y en la película hay algo de ambas, pero en mi opinión no lo suficiente; no se ahonda en qué significa realmente que dejen a alguien sin "alma", la trama en sí es muy básica y el desarrollo de los personajes secundarios es muy escaso; básicamente la cinta se centra en los dos protagonistas: el actor y la correo rusa. Como género navega entre la seriedad y la comedia, a veces sin mucha solución de continuidad.

Los actores están muy bien, Paul Giamatti llena la pantalla y continúa mostrándose tan camaleónico como siempre, entrando en el personaje y transformándose en él. En este caso su papel es de actor, neurótico e inseguro, que habla deprisa y atropelladamente, una especie de Woody Allen. Dina Korzun, la correo de almas, realiza un gran trabajo, componiendo un personaje con una gran humanidad y una gran tristeza básicamente a golpe de carisma. Los secundarios, aunque tienen papeles muy básicos, son de lujo. David Strathairn y Emily Watson demuestran que son capaces de moverse con facilidad tanto en el drama como en la comedia.

En mi opinión, lo que no acaba de funcionar en la película es su falta de definición, aunque tiene momentos muy divertidos, no termina de ser una comedia y en muchos momentos, especialmente en su tramo central, la narración se estanca y se centra demasiado en las neuras de su protagonista, demasiado parecidas según tenga su propia alma, no tenga, o tenga otra distinta. La trama de Rusia se neglige bastante; lo que es una lástima, porque tenía potencial tanto para el drama como para la comedia.

Se ha comparado Cold Souls con los trabajos de Charlie Kauffman y Michel Gondry, y lo encuentro bastante justificado, porque comparte algunas de sus virtudes como la originalidad y la valentía en el planteamiento de tramas pero por desgracia también sus defectos (cuando los tiene, porque en mi opinión el guión de Olvídate de mí es redondo), como son la superficialidad y un barniz de modernez que esconde una cierta vacuidad. A pesar de eso, la película tiene momentos divertidos, y algunas buenas ideas, pero debería haber sido mucho mejor.

(c) 2009 Jordi Flotats