CARGO

Ciencia-ficción desde Suiza

Cargo es una película de ciencia-ficción suiza, lo que de por si la convierte en una rara avis; no debe de ser fácil poder reunir dinero suficiente para encarar una producción de este género en un país con una industria cinematográfica tan pequeña. Su director, Ivan Engler, empezó a trabajar en el proyecto en 2001 y su presupuesto final ha sido de 3,3 millones de euros, una cifra muy modesta, lo que da idea del esfuerzo que ha costado a sus creadores poder realizar la película.

Cargo está ambientada en el siglo XXIII, donde las cosas no pintan muy bien para la humanidad; la Tierra se ha vuelto inhabitable y lo que queda de especie humana vive hacinada en una gigantesca estación espacial al borde del colapso. La única esperanza es Rhea, un planeta habitable que logró terraformarse y al que poco a poco se va trasladando la gente. Rhea es un paraíso para la gente de la estación, verde, amplio, lleno de vegetación y poco poblado. La protagonista de la película, Laura Portmann, es una doctora que se ha enrolado en una nave de carga que lleva suministros a una estación en un viaje larguísimo para poder conseguir dinero y poder emigrar a Rhea, donde ya vive su hermana. El carguero tiene una tripulación de seis personas, que pasan la mayor parte del tiempo criogenizadas, con sólo un tripulante despierto de guardia. Durante su turno, Laura descubrirá que en la nave pasan cosas raras y que su carga real no es la manifestada.

Cargo es una película que parece haber sufrido un cierto proceso de agotamiento, financiero o creativo, en su realización. Su principio es irreprochable, la estación espacial donde vive la humanidad está creada con considerable detalle y verosimilitud, con montones de materiales distintos, reciclando y vampirizando otros equipos. La premisa argumental inicial está bien, crea interés, y el interior del carguero tampoco está mal, aunque recuerda demasiado al carguero espacial prototípico, que es el de Alien. El problema es que da la sensación que los medios se acabaron a media película; el resto es bastante más escaso, los trajes espaciales son bastante ridículos y las escenas de espacio y de interior del carguero son considerablemente peores, hay muchos errores de continuidad y los objetos parecen ir cambiando de tamaño según la toma.

El argumento, que incluye una supuesta sorpresa que no revelaré, no es nada original; quien haya visto Matrix podrá descubrirla al cabo de media hora de metraje, lo que no contribuye en nada a ver con simpatía la degradación en el apartado técnico de la película. Una película realizada con ánimo independiente debería asumir más riesgos en el apartado argumental y Cargo no lo hace, es como la película prototípica de gran estudio pero sin los medios y la cuidada producción que suelen tener este tipo de producciones, lo que la hace doblemente indigesta.

En el apartado de interpretaciones hay un poco de todo; Anna-Katharina Schwabroh, la protagonista, realiza un buen trabajo, sin sobreactuar logra transmitir la determinación mezclada con desesperación que llevan a su personaje a enrolarse en una misión tan desagradable. Martin Rapold está convincente en su papel de hombre de la resistencia. El resto de actores está correcto, aunque con interpretaciones tirando a inexpresivas.

Técnicamente la película va más a menos, empezando muy bien y acabando muy mal. La fotografía y los efectos de la parte inicial están muy trabajados y son muy congruentes con la historia que explica, pero a medida que se desarrolla la historia, la película empieza mostrar signos de agotamiento, incluyendo alguna escena gratuita y confusa de persecuciones por pasadizos y muchos errores de perspectiva y de continuidad.

Cargo es un tipo de producción que veo con simpatía: de ciencia-ficción, uno de mis géneros favoritos, de producción independiente, hecha con libertad creativa y con muchísimas ganas e ilusión por su equipo. Me gustaría decir que me ha parecido recomendable, pero por desgracia no puedo decirlo. La película me ha parecido fallida en su argumento, derivativo hasta la saciedad, y bastante fallida en su realización. Una lástima.

(c) 2009 Jordi Flotats