PONTYPOOL

Una original vuelta de tuerca al género zombie

Bruce McDonald es un director canadiense afincado en el área de Toronto, que a diferencia de muchos de sus compatriotas no ha intentado emigrar a Hollywood para intentar producciones mayores. McDonald se ha movido durante veinte años entre el cine independiente de bajo presupuesto y los trabajos en televisión. Pontypool es su primera incursión en el género de terror, subgénero zombies; un tipo de películas que suelen contar con presupuestos bajos y que no suelen tener tramas ni muy originales ni muy cerebrales. Pues McDonald sólo ha cumplido con la parte del presupuesto; con realmente poco dinero ha creado una película de zombies con un argumento original e ideas muy interesantes.

La película se basa en el libro Pontypool Changes Everything de Tony Burgess, responsable también de su adaptación a guión. La acción tiene lugar en la pequeña localidad canadiense de Pontypool, donde el veterano locutor de radio Grant Mazzy (Steven McHattie) realiza un programa matinal en la pequeña emisora local, sólo ayudado por Sydney Briar (Lisa Houle), una regidora que intenta controlarlo un poco y Laurel Ann (Georgina Reilly), una joven técnico de sonido. El programa tiene que tratar temas locales que interesan muy poco a Mazzy, que más de una vez deja escapar su ácido sentido del humor. Esto cambia la mañana que empiezan a recibir llamadas de los ciudadanos informando de sucesos extraños, de agresiones y de gente que se comporta de forma extraña. Mazzy, Briar y Laurel Ann quedarán aislados en la emisora a medida que la situación empeora, intentándole encontrar sentido mientras continúan con el programa.

Pontypool, se diferencia de muchas películas del género en la explicación que da a la infección que transforma a la gente; precisamente esa explicación permite a la película funcionar a múltiples niveles, con una parte de ciencia-ficción, con ideas muy interesantes sobre el lenguaje y la interacción humana y con momentos de genuino terror y algo (muy poco) de gore. El arranque de la película es lento, presentando a los personajes y al pueblo con mucho sentido del humor a través del programa de radio que se está iniciando, pero pronto despega y empieza a enganchar a la silla, creando muchísima tensión gracias a un uso muy sabio de la tensión narrativa y de los efectos sonoros, muy conseguidos. Hacia el final de la película la tensión estalla para dar paso a una situación clásica de las películas de zombies, finalmente resuelta con una cierta originalidad, aunque sin abandonar del todo el canon del género.

Bruce McDonald hace un uso fantástico de los recursos económicos disponibles hasta conseguir hacerlos trabajar a favor suyo. Toda la película transcurre en un único espacio, la emisora, lo que contribuye a crear un ambiente claustrofóbico que le queda muy bien a la historia; también le da poder a la narración al hacer trabajar la imaginación del espectador no enseñándole lo más truculento. Hay pocos personajes, pero están muy bien definidos, cercanos y de reacciones creíbles. También ayuda que estén interpretados; Stephen McHattie da vida a un sardónico locutor que se siente viejo y desaprovechado y está empezando a beber demasiado; sin duda conoció tiempos mejores, pero es aún capaz de hacer muy bien su trabajo. McHattie aporta carisma, humanidad y una maravillosa y magnética voz, imprescindible en un locutor de radio. Lisa Houle, esposa de McHattie en la realidad, le da el perfecto contrapunto; el suyo es un personaje centrado, sensato, una mujer cómoda en su trabajo algo rutinario y tranquilo, que intenta controlar a Muzzy para intentarle sacar lo mejor sin que ofenda a nadie, tarea nada fácil.

Aunque quizá no guste a los aficionados más radicales al género de zombies por lo relativamente tranquila y poco sangrienta, Pontypool es una muy buena película hecha con modestia de medios pero llena de ideas interesantes, bien dirigida y muy bien interpretada. Merece la pena descubrirla.

(c) 2009 Jordi Flotats