MALDITOS BASTARDOS

Una divertidísma gamberrada de Quentin Tarantino

A pesar de llevar años en la realeza de Hollywood, no hay duda que Quentin Tarantino continua siendo un gamberro, y que amparado por el éxito de sus películas continua haciendo el cine que le apetece en cada momento. A pesar de ser un director controvertido, ni sus detractores pueden negar sus considerables dosis de talento y el sentido de la diversión que imprime a sus trabajos.

Malditos Bastardos, su última producción, ha tenido una génesis larga; empezó su guión a principios de 2000 basándose en la película de 1978 Quel maledetto treno blindato de Enzo G. Castellari, pero pronto lo fue revisando y haciéndolo crecer. Tanto, que lo dejó aparcado por su gran extensión y por la abundacia de películas de la Segunda Guerra Mundial que se estaban estrenando. Tras las dos partes de Kill Bill, retomó el proyecto y redujo la historia a 222 páginas y el enfoque a una especie de spaghetti western que sucedería en la Francia ocupada por los alemanes, pero lo volvió a parar para rodar su parte de Grindhouse. Finalmente y tras numerosos cambios en el cásting la película se empezó a rodar en 2008.

La película está dividida en capítulos que siguen tres líneas argumentales separadas que acaban convergiendo al final de la película, un tipo de estructura muy del gusto de Tarantino. En una de ellas, un equipo de comandos judíos americanos liderados por Brad Pitt se infiltra en la Europa ocupada por los nazis (ojo, que no por los alemanes, en Malditos Bastardos no se aplica esta sutil distinción) con el simple propósito de crear caos y temor en el enemigo; para ello se dedican al sabotaje y asesinato de soldados y oficiales. En la segunda trama, una joven judía francesa, Shoshana, se esconde de los nazis en París después que asesinaran a toda su familia; el destino querrá que tenga una oportunidad de vengarse. En tercera y última trama, el aparato de propaganda alemán quiere estrenar en París una película bélica que exalta la resistencia y el espíritu combativo del ejército; los servicios secretos ingleses intentarán aprovechar el estreno para eliminar a gran parte de la cúpula dirigente alemana.

A pesar de las apariencias superficiales, Malditos Bastardos no es una película bélica ni de espionaje y desde luego no pretende la verosimilitud histórica; más bien al contrario, el final de la película se recrea humorísticamente en su inexactitud. Si se tuviera que encajar la película en algún género yo la incluiría en el del western, tal como sugiere su banda sonora, que podría figurar sin problemas en trabajos de Sergio Leone. Tampoco puede decirse que tenga mucha acción; Tarantino siempre ha sido un incondicional de las escenas de diálogo, y en Malditos Bastardos éstas son mayoría. Pero a diferencia de Kill Bill 2 o algunas partes de Death Proof, en esta película son ágiles, divertidos y nunca llegan a aburrir. Sobre este punto, recomiendo a todo el mundo que si puede vea la película en versión original, porque en ella se mezclan indistintamente el inglés, francés, alemán e incluso algo de italiano y esa mescolanza es a menudo motivo de chiste.

El cásting de la película es uno de sus mayores aciertos. En mi opinión no hay ningún actor principal que no cumpla perfectamente con su papel. Brad Pitt está perfecto en su papel de duro con un aire a Lee Marvin y un denso acento del Medio Oeste americano; sus hombres aportan el punto justo de brutalidad y comicidad, destacando Eli Roth en su papel de "Oso Judío" y Til Schweiger como ex-soldado alemán que odia patológicamente a los nazis. En la trama de espionaje, Diane Kruger y Michael Fassbender realizan grandes papeles cargados de comicidad y la francesa Mélanie Laurent está fantástica como víctima en busca de venganza, con el punto justo de miedo, vulnerabilidad y determinación. Pero quien contribuye más a elevar la película es sin duda su villano, un coronel de las SS políglota y hombre de mundo que es a la vez malvado verdugo, genial detective y maquiavélico conspirador. Christoph Waltz, el actor austríaco elegido realiza una actuación absolutamente sobresaliente porque es capaz de dar todos esos matices cuando hacen falta, pasando de Hannibal Lecter a Sherlock Holmes o Colombo de un momento a otro. Waltz, que como su personaje habla alemán, inglés, francés e italiano con fluidez logra horrorizar y hacer reír de un segundo a otro. Sin duda el mayor acierto del filme.

Malditos Bastardos es una película hecha sin ningún tipo de cortapisas, Tarantino no está preocupado por quién pueda ofenderse y no duda en pisotear estereotipos y clichés. La película es bestia, amoral (sus "buenos" y "malos" no dudan en asesinar a sangre fría y/o regocijo) y ahistórica pero no se toma en serio a sí misma y nunca pierde del todo su aire de comedia; en ese sentido me recuerda mucho a Pulp Fiction. El dominio de la tensión narrativa que muestra Tarantino para conseguir todo esto es impresionante; es capaz de hacer pasar al espectador de la tensión a la risa y de la risa al espanto en cuestión de segundos. También ha recuperado su maestría con los diálogos, que llenan la mayor parte de unas dos horas y media que pasan en un suspiro. También es una gamberrada colosal, un divertimento sin ninguna pretensión ni seriedad que tengo por seguro que escandalizará y ofenderá a más de uno. A mi me ha encantado.

(c) 2009 Jordi Flotats